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Un encuentro inesperado

Hoy era un día muy pacífico. Demasiado, de hecho. Me mantenía flotando sobre los barrios bajos de la ciudad, esperando detectar algún evento de delincuencia.

Poicia gay

Hoy era un día muy pacífico. Demasiado, de hecho. Me mantenía flotando sobre los barrios bajos de la ciudad, esperando detectar algún evento de delincuencia. Cabe destacar que ni mi vista ni mi oido son de primera clase, por lo cual debo mantenerme relativamente cerca del suelo…

Mi nombre no importa mucho, pero para ocupar mi puesto como vigilante en esta ciudad en recuperación, he decidido tomar el sobrenombre de ‘Antares’. Un nick bastante andrógino y llamativo, propio para un chico más bien delicado como yo. No poseo la mayor fuerza, pero soy muy veloz en el aire, y digamos que me puedo defender por mi cuenta en la mayoría de situaciones comunes…

-…Me copian??? Hay un 18-2 en proceso en el edificio del banco Lindberg!! Dos vehículos escapan a toda velocidad!-

Joder, ya me estaba comenzando a entrecerrar los ojos de aburrimiento, y vaya que el sol y el ambiente seco no ayudaban. Banco Lindberg… debe estar en el área restringida del distrito financiero. Nada de gran valor podría haber en un sitio dentro del área en reconstrucción, pero de verificar eso a seguir sin tirar ni una piedra… pues allá me dirigí.

Asi que allí iban, desgraciados. Una vagoneta negra, como las del correo, volando por las calles vacías del distrito en reparación eterna. Se dirigía hacia el viaducto que sale hacia la zona industrial, allá me sería mucho más dificil detenerlos. Mientras me aproximaba a la van oscura, coloqué mis ojos en los obstáculos próximos, dado que no había sino algunos vehículos de la construcción esparcidos, lo más inminente era un paso a desnivel, sobre el cual se encontraba recorriendo un tren de carga.

Alguno de los ocupantes de la van se dispuso a abrir una ventanilla y prontamente me disparó multiples cartuchos de 9mm, que actualmente son un gran masaje para un cuerpo entumecido. Yo le sonreí en tanto que me preparaba para ingresar al vehículo…

En un momento, mis ojos se dirigieron al techo de un vagón del tren, en el cual venia colgando ni más ni menos que un antiguo héroe venido a menos, Toro… El hombre sin ropa adecuada, vistiendo como un civil común, saltó sin miedo del paso sobre la vagoneta, -¡Boom! ¡Pow!-, deteniéndola en el acto y dejando el vehículo arruinado de cabeza entre una nube de polvo y un montón de piezas sueltas sobre el asfalto.

Yo me detuve a observar a unos metros y noté al segundo vehículo en la distancia~

Mientras Toro averiguaba sobre la carga robada junto con unos oficiales de policía…

Yo me acerqué sobre la vía, mientras Toro hablaba con un oficial acerca del segundo vehículo, del cual prontamente dejé ver un resultado:

-Aquí está por quien lloraban…

Al tiempo que hablé deje caer una motocicleta deportiva, también en color negro, además de una pequeña caja, la cual contenía un buen puñado de diamantes y algunas piedras preciosas más…

-¿Asi que atrapaste al último profugo? Sí que eres veloz, joven talento.

Toro me hablaba mientras permanecía recargado sobre una valla al costado de la calle, su camiseta negra algo dañada luego de la hazaña pasada. Su piel color canela se dejaba entrever a través de algunos cortes, que exhibían la figura de un Atlas nato, que nada desmerecía a pesar de haberse retirado de la escena hace años.

Su cabello negro, ligeramente desarreglado, se agitaba con sus sutiles pero enérgicos movimientos al hablar, a la vez que me platicaba alguna anécdota de sus años de oro. Pero me cautivó mas su mirada, determinada, dura, con los ojos de un hombre que cumpliría sus objetivos. Me mordí un poco el labio mientras delineaba su rostro con mis ojos.

-Eh, bueno, tu ya hiciste la mayoría del trabajo, grandulón. ¿Dónde te habías metido todo este tiempo? Yo leía historias sobre tí desde el kinder…

A cada dos o tres líneas yo me acercaba un poco al varón maduro, mientras notaba que su mirada lanzaba fugaces desenfoques de mi rostro hacia mi cuerpo, el cual destacaba gracias a un pantalón color plateado bastante ceñido a mis piernas. Mi torso era ligeramente cubierto por una sudadera corta que dejaba mi abdomen libre, y un crop top negro de cuello de tortuga que también señalaba mi pecho casi nada marcado. Mi cabello gris platinado con un flequillo terminaba el conjunto.

Mientras nos intercambiábamos halagos e historias de vida, salía a flote la situación empeorada de Toro luego que su expareja Aguamarina falleciera en un evento trágico hacía años. En un momento acertado, atiné a palmear el abultado hombro de Toro, mostrándole mi sentido pésame por su pérdida.

No pude evitar al tiempo que toqué su cuerpo, sentir que su musculatura aun estaba vigente como siempre lo conocí, un auténtico tanque. Estando ambos recargados en la valla, yo tenía que levantar el rostro para encontrar su mirada con la mía…

-¿Y no has encontrado una nueva acompañante en tu andar? Muchas Vigilantes estarían felices de poder tener un anillo que hiciera juego con uno tuyo…

-Lo cierto es que no hay muchas personas que resistan… mi fuerza. En la vida diaria demasiadas veces me he encontrado destruyendo mi refrigerador al buscar un poco de agua. Anna era una mujer casi indestructible, por lo cual fué una sorpresa terrible para mí el que un terrorista hubiera encontrado su única debilidad y me la arrebatara.

Toro parecía absorto en sus recuerdos, y por un momento me sentí terrible por el intento de flirteo que tuve, hasta que él me lanzo mi misma pregunta de vuelta. -¿Qué hay de tí, jóven Antares, tienes a alguien en tu vida? Eres muy bueno en el deber, y tienes una buena imagen pública…

Escuchar que Toro tuviera tan grande apreciación por mí me hizo esbozar una gran sonrisa, mientras que estiraba yo mi mano frente a mí viendo hacia el horizonte.

-No, lo cierto es que a mi último galán lo envíe por algunas semanas al hospital, ya sabes, su cadera no resistió muy bien, cosas que pasan… Tampoco hay muchos amigos míos que puedan soportarme cuando voy en serio.

De reojo pude notar las variadas expresiones de Toro al momento de escucharme, desde levantar una ceja, abrir un poco la boca, para después disimuladamente estudiar de nuevo mi figura. Sólo produje una ligera sonrisa con mis labios. Era posible que hoy tuviera suerte después de todo…

-No imaginaba que tuvieras mi misma suerte, jovencito… lo cierto es que nosotros, los super-resistentes y los super-fuertes a veces estamos en un nivel muy por arriba del promedio, y no habemos muchos en nuestra liga.

-Y que lo digas, amigo… hablando de lo cual, si te he de confesar algo, me siento con un ansia… ya sabes…

Toro se quedó detenido hasta de aliento por un segundo, como analizando en picosegundos lo que se estaba gestando entre mi mente y mi boca. Acto seguido el me miró fijamente sin mediar una palabra.

-¿Joven Antares, cuánto es el máximo de peso que has tenido que resistir en tu vida?

Yo acrecenté mi sonrisa.

-Cerca de sesenta mil toneladas cuando tuve que asistir en el remolque de un portaaviones encallado. ¿Algún motivo en especial, mi amigo?

Toro lentamente levantó su mano, su enorme mano derecha hasta colocarla sobre mi hombro, y lo presiono firmemente.

-¿Te interesaría probar ese límite?

Mis ojos brillaron. Con un movimiento suave asentí, y sostuve su mano con la mía, mucho mas delgada, hasta sujetarnos de los antebrazos. Me dispuse a ascender sobre el piso, llevando a este hombre enorme conmigo hacia arriba, dejando a los policías tratando con los resultados de nuestra detención.

-¿Te parece si revisamos el edificio Lindberg una vez más?

Toro respondió con la cabeza, mientras que me sujetaba de la cadera. Siendo él un héroe del tipo Fuerza, el carecía de la habilidad de volar, por lo que yo sería su transporte hoy. Me encantaba sentirlo sosteniemdo mi esbelto cuerpo con sus fuertes brazos con tal de no caerse.

Mientras nos acercábamos más al edificio abandonado, yo iba recediendo poco a poco hasta pegar mi espalda con el amplio torso de Toro, sintiendo sus músculos duros como una pared detrás de mi. Finalmente llegamos a la entrada derruida del banco en la planta baja, y procedimos a entrar mientras la escasa luz de la tarde se escondia más y más.

Atravesamos el espacio de atención a clientes, que posiblemente había sido destruído con algún explosivo mucho antes de que aquellos ladrones entraran, y nos topamos frente a la entrada de un ascensor sin energía.

-Creo que deberiamos revisar el túnel del elevador…

Toro observaba mientras yo probaba inútilmente el tablero al costado, arqueando mi espalda para dejar mi trasero en primer plano para este pedazo de Hércules latino. De pronto sentí una pesada mano impactando contra mi blanda carne, y dejé salir un quejido como hacía tiempo no exclamaba.

-¡Uf, que mano! ¿Ya quieres entrar a revisar?

Toro sin esfuerzo separó las puertas del cubo del ascensor, y se pegó a mi espalda de nuevo, haciéndome sentirlo a través de su ropa y la mía intensamente, mientras que yo me elevaba a través del espacio vertical, cada vez más oscuro.

Durante la subida, pude sentir que Toro se acercaba a mi cuello, y comenzaba a olerlo aspirando fuertemente, mientras que yo dejaba salir exhalaciones de aliento cada vez más cálido…

Cuando llegamos al nivel más alto no nos detuvimos en las puertas, Toro me empujó a través de ellas contra el techo, y terminamos tumbados frente a algunos escritorios emplayados, aún sin estrenar. Sin mediar palabra me sujetó de la cabeza y me empujó hacia abajo, haciéndome hincarme ante él, un tipo de un metro 95 enfrente de mí con ropa de motociclista venido a menos, y yo me dejaba hacer por este hombre sin dudarlo…

Toro se desabrochó el cinturón, y lo que saltó frente a mí no era un pene, ¡era un brazo! La cabeza debía ser casi como una manzana. Sin darme tiempo a tomar aire me empujó contra él, haciéndome engullir esa enorme masa de carne entre mis labios y hacia mi garganta, completamente bloqueada. Yo me encontraba totalmente desubicado.

Pronto Toro jaló mi cabello, haciendo que saliera de mi esófago y me dejara respirar, y toser, escupiendo una gran cantidad de baba sobre su enorme miembro, que saltaba alegremente. Brevemente dirigí mi vista hacia arriba, y se encontró con la de Toro, completamente seria y llena de… ¿odio?

Toro tomó un profundo respiro y empujó contra mí una vez más, atorándose en algún punto entre mi laringe y mi esófago mientras que su fuerza me aplastaba contra un escritorio, que crujía con cada embestida de este bruto… la madera cedió y Toro sólo me sujeto hasta fijarme contra otro escritorio, una y otra vez, hasta destruir seis muebles por la mitad, finalmente dejando ir un chorro abrumador directamente hacia mi interior…

Por fin salió de mí, dejándome solo unos segundos para toser y relamerme el semen que llegaba a salir de mi boca, exhalando agitado y con el pulso de las manos temblando… eso fué fenomenal.

-Oye tigre, digo, Toro… tienes un instinto imbatible para esto, no era de extrañar que pocas te aguantaran… es mi turno…

Mientras que Toro se recostaba sobre el piso de concreto sin terminar, yo me desvestí de mi pantalón y chaqueta, dejando únicamente sobre mí el crop top negro, que contrastaba muy lindo con mi piel espantosamente pálida. Pronto me senté a horcajadas sobre él, y lentamente descendí sobre su mástil hasta sentirlo en mi entrada, babeando y lubricado con mi saliva a más no poder.

-Yo también soy algo agresivo con mis hombres, mi amigo… Agárrate fuerte.

De un solo movimiento, bajé mis glúteos hasta el punto en el que golpearon con sus enormes muslos, haciendo que el choque de nuestros cuerpos retumbara entre las paredes vacías del edificio. Yo sentía el pulso de Toro en mi interior como si tocara las puertas de mi diafragma, y él sólo hacía su cabeza hacia atrás, bufando a ratos y finalmente posando de nuevo sus manos en mi cadera. Ahí fue cuando nos pusimos serios.

Toro me jalaba hacia abajo para empalarme, y yo me dejaba caer con más impulso, cimbrando el piso, para luego separarme hasta casi sacarlo de mi, y repetir con más ímpetu nuestro ritmo… Al poco rato, el concreto se resquebrajó debajo de nosotros, y decidí tomar más vuelo.

Al bajar, me propulsé con mi habilidad de vuelo hacia abajo, llevándonos a ambos a atravesar el piso 19 hasta un número menos, y con el impacto mi esfinter recibía estocadas cada vez más duras por parte de Toro.

-¡Fantástico! ¡Eres una hembra bien hecha, Antares!

Toro gozaba aparentemente con mi idea de una cogida ruda e intensa mientras llegábamos al piso 11, en el cual al fin el llegó a un climax momentáneo, sujetándome bien pegado y pulsando dentro de mi intestino mientras me llenaba con una buena lechada. -¡Ghhhaarrghhh!

Toro ni siquiera se detuvo luego de venirse, comenzó a bombearme de nuevo mientras me colocaba abajo esta vez, y se dejaba venir con toda su fuerza entre mis piernas.

Mientras yo basicamente gemía sin control en sus brazos, mi pequeño juguetito se agitaba hacia los costados mientras yo no paraba de venirme con el placer constante que recibía de su parte.

Toro puso mas fuerza y de nuevo descendimos unos pisos sobre mi espalda, hasta llegar al sótano del banco, donde yacía la caja fuerte violada del banco.

En el suelo lleno de escombros, Toro terminó de nuevo dentro de mi vientre, que se abultaba con su miembro incansable…

-Increíble… realmente aguantas bien, jovencito… Por fin encuentro a alguien que puede resistir mi fuerza, asi que no me contendré más…

-Hahh… ¿Ni un respiro entre rondas? Ahh… está bien…

Toro me levantó como un títere, y me empujo contra la puerta de la bóveda, un armatoste de varias pulgadas de grosor de acero de alta calidad, mientras que él se posicionaba detrás de mí, con sus manos sobre mis pequeñas pero respingadas nalgas… Yo ya esperaba que se dejaría venir duro, pero no estimaba qué tanto.

Sin dejar pasar ni un momento, Toro me embistió hasta empujar sus cargas anteriores a través de mi vientre, y haciendo que pareciera yo embarazado, mientras mi torso era presionado contra la puerta de varias toneladas de peso, cerrando la bóveda frente a nosotros.

-Vamos, Antares, hay que revisar la integridad de este baúl de valores, claramente los ladrones no lo forzaron ni un poco…

Sin dejar nada al aire, una de las enormes manos de Toro sujetó mi cabello, y la otra alcanzó para tomar mis dos manos sujetadas hacia atrás, mientras él me clavaba sin dar tregua a mi pequeño cuerpo, ensanchándome para ajustarme a su enorme pene, y disfrutando de mi como su nueva prostituta personal… me tenía en las nubes, perdido en el placer, cuando de un momento a otro, cuando Toro daba sus últimas embestidas…

La enorme puerta de la caja fuerte se deformó hacia adentro y ambos salimos disparados hacia el fondo de la habitación reforzada, retumbando sobre todos los soportes del edificio que yacían sobre ella, y provocando un derrumbe.

Al mismo tiempo, la última venida de Toro me llenaba hasta el límite el intestino, y todavía cuando salió de mí alcancé a tomar algunos chorros en mi boca, pronto limpiando la extensión total de esa tranca entre besos y lamidas.

Algunos minutos mas tarde, Toro y yo logramos salir de lo que resultó ser el derrumbe total del edificio Lindberg, y al haber extraviado mi ropa durante nuestro encuentro, yo tendría que marcharme por la vía aérea desnudo hasta llegar a mi departamento, que es como le llamo a mi vivienda de interés social diminuta…

-Bien… claramente esos delincuentes habían dejado el edificio muy inestable antes de que entráramos ahí…

Toro había hecho un chiste. Debo admitir, si me dió gracia…

-Mi amigo, ¿De verdad estabas durmiendo sobre ese tren? Porque me preguntaba… si tu querrías venir a mi lugar, y después podríamos… revisar más lugares del área restringida…

Toro se acercó y me sonó un aplauso en el glúteo, tomando de nuevo mi pequeño y blanco trasero que lloraba su leche todavía, y se colocó de nuevo detrás mío, en la entrada. Yo entendí lo que quería, y me empujé a mi mismo hacia atrás, hasta sentirlo dentro por completo, y comenzamos a elevarnos para ir a mi apartamento en los barrios del centro de la ciudad.

Al salir de entre la nube de polvo del edificio recién demolido, nos dimos cuenta del cielo ahora nocturno, que ocultaría perfectamente nuestro vuelo desnudo sobre la ciudad. Yo me volteé para hallar mi rostro frente al de Toro, y nos besamos profundamente mientras volábamos por los aires en la noche estrellada. Ya otros se preocuparían por el extraño derrumbe del edificio del banco…

Algunos días mas tarde

-…Y así fué como me volví en la esposa de este maravilloso hombre.- añadí frente al micrófono. El locutor de la estación de radio WHRE continuó con su programa agradeciendo tanto a Toro como a mí por nuestro testimonio rumbo a nuestra noche de luna de miel. Nosotros nos sonreímos y salimos de ahí por la azotea, yo en mi simpático vestido color jade siendo sujetado por mi nuevo semental latino en su tradicional traje de cuero rojo, suspendiéndonos en el aire hasta una buena altura para emprender el vuelo hacia la playa. Me sentía feliz.

FIN

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