Lo que enciende o apaga a alguien es una cuestión de gusto personal. Para algunos, es tan simple como besos húmedos y humeantes. Pero para otros, es un asunto un poco más complejo. Hay personas que se excitan con animales de peluche, otras que están obsesionadas con los pies y otras que se bajan en respuesta al conocimiento de que su pareja ha cometido un acto atroz.