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Fetiche de los pies

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El mundo es increíble. Las cosas nunca suceden como uno se lo espera. A veces nos esforzamos tanto por conseguir cosas que creemos que deseamos. Y cuando luego de todo el esfuerzo las conseguimos, nos empezamos a lentamente dar cuenta que el esfuerzo no valió la pena, que la satisfacción que creímos que eso nos otorgaría es mucho menor a la que creíamos cuando recién estábamos consiguiendo eso.
Esto mismo le pasó al doctor al cual por asuntos obvios no voy a decir mi nombre ni apellido. Él nunca le gustó la medicina. Nunca. Odio toda su vida la biología. Sin embargo estudio , para poder llegar a ser podólogo. La podología es una rama de la medicina que se ocupa del pie humano. Cuando recién lo empezó a estudiar se dio cuenta que no le gustaba, pero se imaginaba ya de túnica blanca en un gran consultorio solo para el con una chica con unos pies perfectos. Claramente este señor anónimo es y será un gran fetichista de pies. Empezó desde muy joven y su adiccion con el paso del tiempo fue creciendo. Le encantaba tener un pie femenino solo para el, acariciarlo, olerlo, chuparlo, venirse en el, masturbarse con el.
Ahora lo único que era, un joven chico de bata blanca, en una profesión que ni le gusta ni se le da bien, y no recibe nada de los pies que atiende, hasta ahora.
Cuando la vio entrar sabía que algo iba a cambiar, lo veía en la mirada de la joven. El pelo castaño largo le llegaba a casi hasta su redondo, carnoso y perfecto culito. La cara era totalmente perfecta. Y cuando desvío su mirada así el par de sandalias y vio sus pies lo supo, acababa de encontrar los píes perfectos. La erección era totalmente incontrolable para el.
La chica se percató del gran bulto que tenía el chico de la bata, con cara seductora y sonrisa pícara se dio vuelta, cerró la puerta del consultorio y giro el pestillo. Rápidamente tomó asiento delante del escritorio del doctor, y puso sobre el escritorio sus dos hermosos pies.

Cuando la vio entrar sabía que algo iba a cambiar, lo veía en la mirada de la joven. El pelo castaño largo le llegaba a casi hasta su redondo, carnoso y perfecto culito. La cara era totalmente perfecta.

Al joven le fascinaron, unos pies blancos, medianos, más bien del tamaño perfecto, con curva perfectos, dedos perfectos y carnosos, hermosas uñas pintadas de un celeste cielo. Que hermosos eran.
–       Te encantan, no podes negarlo, son todos tuyos.
El chico ni vacilo y se echó a olerlos, le hubiera gustado quedarse más tiempo en eso, pero enseguida paso a tocarlos, y más rápidos a lamerlos. La textura era perfecta, el olor que emanaban era fuerte y muy rico, su arco era perfecto. Dedico tiempo a cada uno de sus dedos, se los metía juntos, luego de a uno, pasaba la lengua entre medio de los dedos. El pie estaba sudadito y eso lo hacía aún mucho más rico. Devoro los dos carnosos pies. Cuando ya había comido demasiado esos pies, la chica se levanto y empezó a caminar por la sala descalza. El chico permaneció inmóvil en su silla, observando cómo se movían aquellos pies, pensando cómo disfruto tener todos los dedos adentro de su boquita, comerle los talones, chupar todo el arco, cada dedito y entre medio de ellos, el sabor de aquel pie sudadito, el perfecto olor, los quería de vuelta en su boca. La chica luego de caminar se sentó de vuelta, los subió de vuelta, ahí el chico entendió, los pies de la chica estaba negros, había caminado para ensuciarlos.
–       Ahora me los limpiaras esclavito.
Le encantaba la idea. Se echó enseguida a lamerlos. Iba sacando la negrura y haciendo que los pies recuperaron aquel color a piel, en enseguida terminó con los dos.
La chica se levanto, lo agarro de la bata, saco las cosas de la mesa con gran rapidez, acostó al doctor, saco su bien dotado pene. Ella tomó asiento en su silla. Y empezó a acariciar el pene del doctor con sus hermosos piecitos. Primero fue suave, luego cada vez avanzaba más rápido. Toco todo, sus testículos, cada centímetro de su erecta verga. Empezó a frotarlos con los dos pies rápidamente.
El ansiado líquido blanco salió enseguida y a litros. Nunca había acabado tanto, nunca había recibido un orgasmo tan placentero. Los pies de la chica quedaron blancos enseguida, el líquido calentito le recorría todos sus pies, los cubría entero. La chica ni se limpió el exceso de líquido, se puso sus sandalias y el doctor pudo sentir como el líquido se pegaba a aquellas sandalias. La chica se dio medio vuelta y se largo, lo ultimo que el doctor presenció de la chica fueron unas sandalias por las cuales salía semen a montones por los costados.
El doctor sintió la voz de la chica a lo lejos, pero ahora hablando con la recepcionista:
El doctor sintió la voz de la chica a lo lejos, pero ahora hablando con la recepcionista:
–       Quiero otra hora
–       Para cuando la desea, cuando le queda cómodo
–       Cuanto antes tengas una,mejor, con el mismo chico, doctor.
–       Bueno, ¿mañana le parece?
Asintió y dejó la consulta sintiendo como con cada paso que daba el calentito semen le recorría las suelas.
El doctor se echó hace atrás, prendió un Marlboro, le dio una larga pitada y sonrío.

 

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