Prostituta por una noche (I)

Prepárate que viene alguien y quiero que lo trates muy bien. Has pasado la prueba, eres muy caliente tú lo puta lo traes de nacimiento.

Nos dirigíamos a la ciudad que mi esposa y su “novio” acordaron para reunirse. Estaba decidida en complacerlo en dos fantasías que le había pedido. Una, lucirla y presumirla como su amante ante sus amigos traileros y, la otra, llevarla a un putero para que, en público, se vistiera y comportara como puta (leer cornudo por segunda vez). La motivación de ella era comprobar si, a sus años, aun podía arrancar suspiros de los hombres o más bien si aún había hombres que quisieran llevarla a la cama. El interés mío era un morbo desatado de querer ver a mi consorte vestida de puta y saber que su amante, ahora de planta, se la cogería y la trataría como tal.
El punto de reunión era el entronque carretero de dos rutas importantes, la costera y la del centro de nuestro país. Localizamos el comedor de camioneros en que la habían citado y procedimos a hospedamos. Aun con tiempo suficiente ella nadó en la piscina del hotel, comimos y tuvimos tiempo de una siesta. El corneador llamo por teléfono a mi esposa le pregunto si estaba ya en la ciudad y le dijo la hora de su arribo al lugar que habían convenido.
Y volví a experimentar esa sensación de desasosiego, mezcla de excitación y de morbo extremo. Escuchar el ruido de la regadera. El saber que mi esposa estaba preparándose para ser cogida por otro, me excito demasiado, mi verga se puso rígida. Ella, al salir de la ducha, noto mi erección, se acercó a la cama, me bajo el bóxer y procedió a darme una tremenda mamada. Aplico todo lo que su amante le había enseñado. La punta de mi verga llegaba a su garganta, me acariciaba, más bien me rascaba los testículos con sus uñas, succionaba mi glande como un chupete que producía un ruido como al descorchar una botella y, viéndome a los ojos me decía que esa noche mis cuernos crecerían hasta igualar a los de un alce. Quise poseerla, pero me dijo que no. Que esperara, que prometía contarme todo lo que pasara y que yo la cogería como puta. Mi excitación creció, no pude aguantarme y derrame mi semen en su boca, me enseño la lengua llena de semen y procedió a deglutirlo diciéndome, espero tengas leche para más tarde.
A medio arreglo me pidió me saliera del cuarto y fuera al lugar en que se reuniría con su amante, me dijo quería darnos, a su picador y a mí, una sorpresa en la forma en como iría vestida. Llegue y busque un lugar en el fondo donde pudiera ver la mayor parte del amplio local. Había un bullicio general producido principalmente por trabajadores del transporte y de otros comensales de paso por este lugar. Pedí una cerveza y me dispuse a esperar.
Distraído con mi teléfono móvil solo percibí que el ruido del local ceso casi completamente para quedar en leves murmullos. Levante la vista y vi a mi esposa parada en medio de la gran puerta de acceso. Con estudiada parsimonia se quito los lentes de sol que llevaba y esbozo una amplia sonrisa, como saludando a todos los presentes. Sus acentuados contornos femeninos eran resaltados por una falda entallada, negra, de piel, con abertura en un costado. Una blusa azul celeste, transparente, permitía visualizar su brassiere negro de media copa. Mostraba también la redondez superior de sus senos porque dejo sin abotonar la parte superior de su blusa. Elegantemente caminó hacia una mesa ubicada casi en el centro y frente a la entrada del local. Sintiéndose dueña de la atención de hombres y mujeres presentes se sentó de una manera que la abertura de su falda permitía contemplar un poco más de su pierna.
Pasados unos minutos vi cuando se levanto y corriendo hacia la puerta con los brazos abiertos fue a recibir a su “novio” colgándose de su cuello y llenándolo de besos. Juntos, abrazados los dos, regresaron a la mesa que ella ocupaba. El, saludando a sus amigos ahí presentes, ella recargando su cabeza en su hombro, como toda mujer enamorada. En tanto yo era carcomido por los celos porque desde que éramos novios ya no me mostraba tanto “amor”. Se sentaron muy juntos y entablaron alegre platica. Los amigos o conocidos del corneador que se retiraban se despedían con un saludo y, si se acercaban a su mesa, el los presentaba con mi mujer. Para hacer más notoria su presencia se levantó y dirigió a los sanitarios, recorrió todo lo largo del comedor pasando frente a mí. Las miradas hacia sus nalgas que se balanceaban a cada estudiado paso no fueron disimuladas por nadie. Hasta las escasas mujeres presentes voltearon a verla.
Recibí un texto a mi móvil que decía: ¿Qué tal? ¿te gusta cómo me vestí? Contesté: Tu entrada impresiono a todos, tu atuendo es voluptuoso y elegante. Pero me dan celos el excesivo “amor” que le demuestras a tu novio. Me contestó: El esta fascinado con mi ropa, me dijo que el se imaginaba presumir mi culo con pantalón pero que la falda esta super ajustada y lo resaltan mejor y lucen muy bien mis piernas. Esta muy contento por la forma en que lo recibí, no se lo esperaba. No tengas celos. Hoy déjame ser la puta de él y tuya. Te prometo una buena recompensa en la cama hoy mismo.

Ya estoy ejerciendo de PUTA. Le he sacado la leche a tres machos. Uno de ellos es mi primer cliente.”

Salieron abrazados tal y como entraron. Me tomé otras cervezas. Fui hacia el centro de la ciudad para hacer tiempo, hasta entre al cinematógrafo. Cerca de las once de la noche recibí el siguiente mensaje: “Ya estoy ejerciendo de PUTA. Le he sacado la leche a tres machos. Uno de ellos es mi primer cliente.”
Esta es la historia que me contó y que yo pongo en letras.
Me llevo al “Night Club” en un taxi. Entramos y él se dirigió con un señor que estaba detrás de la barra. Platicaron un rato. Mi novio regreso y me dijo vamos. Le conteste que me esperara porque le tenia otra sorpresa. El señor de la barra le ordeno a una mulata que me acompañara. Entre a una construcción que daba la impresión de haber sido o era un viejo hotel. Me asignaron un cuarto y procedí a higienizarme, cambiarme y maquillarme.
Mi novio se quedó con la boca abierta cuando llegue con él. Mi atuendo consistía únicamente en un mono azul turquesa, de encaje transparente, que adquirí en una tienda de lencería erótica. Sin bragas y sin sostén. Zapatillas transparentes, cristalinas, atadas al tobillo con cintas plateadas. Maquillaje muy acentuado para la ocasión. Le dije: Hola guapo ¿me invitas una copa? Me dijo que si. Le pedí que se levantara y, tomándole de la mano, me di una vuelta completa. Le pregunte si así me quería ver vestida, como toda una PUTA en un prostíbulo. Obvio que me dijo que sí, asintiendo también con la cabeza. Me senté en sus piernas y le pedí me tratara como PUTA y que me cogiera como PUTA. El me contesto que había rebasado todas las expectativas que estaba muy guapa y llevo mi mano hasta su miembro, por encima del pantalón, el cual estaba ya parado.
Nos besamos y acariciamos en todas las formas posibles. “fajando” parados y sentados. Yo sentada en sus piernas o montada en ellas. El, besando, acariciando y lengüeteando mis pechos, hombros y cuello. Bailamos muy pegaditos, tallando nuestros sexos. Yo colgada de su cuello. Él con sus dos manos sobre mis nalgas. Me decía, entre besos y caricias, que estaba encantado por haber cumplido sus fantasías. Le dije que él había despertado a la mujer que estaba dormida dentro de mí. Me dijo que era hora de ir al cuarto, le dije que estaba bien. Al momento de salir, el señor gordo que estaba detrás de la barra le llamo. Comentaron y yo solo veía que mi novio asentía con la cabeza y se reían ambos.
Me desnudo muy lentamente, besaba cada centímetro de mi cuerpo que quedaba libre del encaje de mi atuendo. Senos, pezones, espalda, glúteos, piernas fueron recorridos por sus labios y lengua. Lo desnudé y correspondí cada uno de sus besos. Hicimos un riquísimo 69. Le dije que por él me había vuelto una PUTA y que quería me cogiera como tal. Me poseyó en todas las posiciones que me había enseñado. Cogimos parados, de cucharita, de pollito con papas, yo montada y cabalgando, me puso de perrita y otra posición donde él se ponía de cuclillas en la cama y mis rodillas estaban sobre sus hombros para hacerme una penetración hasta el fondo, hasta sentir que la punta de su verga rozaba la entrada de mi matriz. Juntos llegamos al clímax yo gritando de placer el diciéndome en la orejita que era una muy linda putita. Le exprimí toda la leche con mis movimientos de Kegel.
El jefe. Mientras se vestía me dijo que permaneciera desnuda en la cama, que le había dicho al jefe que yo quería ejercer como puta y que por ello quería entrevistarme. Nos despedimos con un largo beso. Me compuse un poquito el pelo y me puse un calzón cachetero porque la leche de mi novio me escurría por mis piernas. Deseaba asearme, pero no me dio tiempo. Leves toquidos se oyeron en mi puerta y, sin pedir permiso, entro el gordo que estaba detrás de la barra. Apenas si me dio tiempo de medio cubrirme con la sabana. A boca jarro me pregunto ¿así que tú eres la nueva putita del chino? A pesar de que me tomo por sorpresa la palabra “nueva” y conocer el sobrenombre de mi novio, asentí con la cabeza. Luego me pregunto cual era mi nombre. No sé por qué, pero le dije MONICA. Siguieron más preguntas hasta que me dijo: vienes aquí por la verga o por la droga. Le dije que no era adicta, entonces el me dijo “entonces mamacita vamos a probar lo que dices”, Se acerco a la cama y retiro la sabana. Al ver mis pantaletas mojadas chasqueo los labios deleitándose de lo que veía. Me hizo separar las piernas y olio el semen de mi novio, me quito el calzón y sonriendo me dijo “pinche chino, te dejo llena de leche ese cabrón”. Para mi sorpresa separando mis piernas comenzó a pasar su lengua sobre mi vagina recogiendo los jugos míos y semen que se resbalaban. Con gran deleite los saboreaba y luego los ingería. Yo, asombrada porque otro hacia lo mismo que tú, mi marido. Se bajo el pantalón y el bóxer dejando al descubierto una tremenda verga, parecida en tamaño y forma un pepino mediano, media flácida, pero era la más grande de los cuatro penes que he visto en un hombre. Para excitarlo mas le dije que el “chino” me había dejado toda su leche en el fondo, que lo que escurría era poco porque yo lo había ordeñado muy bien. El metió su lengua hasta el fondo de mi vagina y con la punta recorría cada rincón de ella. Se aplico a conciencia a limpiar los labios interiores y exteriores, en dejar reluciente mi clítoris para después incorporarse y preguntarme cual era mi posición favorita para coger. Pensando en que no iba a aguantar sobre mi esa tremenda panza le dije que el chino me cogía de perrita porque así acariciaba también mis nalgas. Le coloqué un preservativo, me puse en cuatro puntos y el jefe procedió a meterme esa enorme verga ayudado por sus manos. A cada embestida me jalaba de las caderas para una mayor penetración, sus testículos chocaban con mis piernas y yo disfrutaba de esa tremenda cosota que llenaba toda mi vagina. Lo disfrute y mucho pero no llegue al orgasmo.

e dijo prepárate porque viene alguien importante y quiero que lo trates muy bien. Has pasado la prueba, eres muy caliente y disfrutas la verga, tú lo puta lo traes de nacimiento.

Terminando de eyacular se derrumbo sobre la cama y me pidió le quitara el condón. Después se puso a hablar por teléfono con alguien a quien le decía que había llegado “carne nueva” que le recomendaba a una en especial que se llama Mónica, me sentí rara cuando ese sujeto me ofrecía como mercancía, sobre todo cuando le dijo: “Mire patrón no es una potranca, es una yegua pero una yegua muy fina que estoy apartando para que usted le estrene” iba protestar por compararme con animales pero ni tiempo me dio. Me dijo prepárate porque viene alguien importante y quiero que lo trates muy bien. Has pasado la prueba, eres muy caliente y disfrutas la verga, tú lo puta lo traes de nacimiento.
Don Gruñón. Me enviaron a una mulata llamada Ámbar para informarme sobre las tarifas de cobro, tanto por copa que el cliente te invita como por sexo oral, vaginal o por la cola. Instrucciones de higiene y seguridad y procedimientos para que ellos cobren su porcentaje. Por curiosidad pregunte quien era el señor con quien el jefe se había comunicado. Su mueca de desagrado me puso en alerta. Me dijo que era alguien muy importante en la región a quien la señora, la verdadera dueña, debía favores y en forma muy extensa me dijo que era un patán. Aproveche esta información para pedirle que me cambiaran sabanas e hicieran un aseo a conciencia del cuarto y lo perfumaran con esencias florales pues no debía recibir a “tan importante personaje” con ropa de cama sucia. Me higienice y, como el individuo tardaba en llegar, tome una siesta.
Ámbar me despertó. Me vestí frente a ella que miraba con atención cada parte de mi cuerpo. Alabó mi buen gusto en mi vestuario. Este consistía en un calzoncito diminuto y un vestido blanco, de encaje, largo, ajustado, con los hombros caídos a medio brazo y abertura a media pierna. Se ofreció a peinarme y maquillarme, pues dijo que en su país, ejercía como cultora de belleza. Mientras arreglaba mi pelo me dio un beso y ligero chupete en mi hombro que me puso la piel chinita, chinita. Volteé y le sonreí. Ella entonces me dijo que si alguno de sus clientes le pedía un trio me iba a escoger a mí.
Entramos las dos juntas al amplio salón y me indico que me llevaría con el gruñón. Le dije que no, que primero debía ir a la barra para entregarle mi celular y dinero a ella (los robos son muy frecuentes me dijo) y para ver y evaluar al cliente. Esta acción provoco el primer choque con ese señor ya que cuando me senté, con malas palabras, me reclamo por qué no había ido directamente con él. Le respondí que estaba muy nerviosa, que me comprendiera, pues era mi primera vez. Llamo a un mesero con un tronido de dedos y me preguntó ¿Qué cerveza tomas? Viendo que tenía una botella de coñac de una marca muy famosa enfrente, le dije que preferiría tomar de lo mismo y sin darle tiempo a reaccionar, con mi mejor sonrisa le pedí por favor, al mesero, una copa coñaquera y licor de lima para acompañar esta bebida. Segundo encontronazo. Me dijo ¿a poco te crees una puta elegante? Le conteste, con una sonrisa y lo más claro posible “dama elegante si soy, puta aun no” y dirigiéndome al mesero le dije: “si el caballero no quiere compartir su botella conmigo pídale, por favor, al barman que me envíe un coñac” esto fue como un pinchazo a su ego y dijo al mesero “traiga la copa y lo que pidió la SEÑORA”.
Me pregunto si de verdad era mi primera vez como prostituta. Le dije que si. Me dijo si me había operado las caderas y las tetas. Le conteste, un poco molesta, que lo único postizo eran las uñas, que todo lo demás era natural cosa que podía comprobar cuando estuviéramos en el cuarto siempre y cuando modificara su comportamiento. El jefe noto que algo sucedía en la mesa porque llego Ámbar quien me tomo de la mano y me invito a bailar. La música que sonaba en ese momento era un merengue swing, ritmo tropical dominicano que me permitió acoplarme en movimientos con ella y disfrutar del baile, me dijo que bailaba muy bien y también me comento que la instrucción del jefe era que no hiciera enojar al gruñón.
Bailando me dirigí a la mesa y me volví sentar. El gruñón me preguntó “qué chingaos te dijo esa pinche negra”. Ahí si exploté y le dije, con voz dura y fuerte, que las mujeres, aun cuando fuésemos prostitutas, merecíamos respeto. Que si no se comportaba y moderaba su lenguaje abandonaría su mesa. Creo que nadie le había respondido fuerte porque puso cara de sorpresa. Me dijo que no era su intención de que me enojara y pregunto que debía hacer.
Le explique que a las mujeres nos gustaba ser conquistadas y halagadas que, en lo particular, yo deseaba que mi inicio como puta fuera memorable, un evento para recordarse con alegría. Otra cara de sorpresa. De ahí su comportamiento cambio radicalmente. Llamó a un empleado suyo pidiéndole buscara la crema de lima que no había en el bar, aproveche para pedirle nueces y fresas de botana y otra botella de coñac porque la que teníamos estaba por terminarse. A todo accedió y le pidió a su empleado que juntara todo eso y se los entregara a su chofer que iba para allá (en ese momento me percate que su conductor estaba en un rincón) a ese joven le pedí me trajera dos lámparas de luz negra. La platica cambio radicalmente. Le pregunte cual era su fantasía sexual para ver si le podía complacer, me dijo que deseaba tener una amante, de planta como yo, para poder presumirla ante sus amigos. (órale!! pensé, igual que mi novio) porque me dijo era muy elegante y portaba mi vestuario con estilo y mi comportamiento era con mucha distinción. Me reí y me pregunto la causa de mi risa; le dije que de su boca, aparte de sapos y culebras, también salían palabras gentiles.
Le pedí me invitara a bailar, lo vi titubear, le dije que como su dama de compañía le ordenaba bailar conmigo. Para ello pedí al mesero pusieran música mas lenta. Y comencé mi trabajo de seducción. Puse mis manos sobre su cuello, dirigí sus manos hacia mis caderas, cuando palpo los listones de mi calzoncito tuvo su erección, me pegue más a su cuerpo para sentir su falo bien parado. Me dijo que bonito perfume usas, le respondí, muy cerquita de la orejita, que ese fino aroma también estaba impregnado en mi entrepierna. Sus eficientes empleados habían traído todo lo solicitado y hasta demás. Pedí al mesero que pusieran las lámparas de luz negra en el cuarto. Seguimos bailando y platicando. Me pregunto cual era mi fantasía. Le conteste que en ese momento la estaba viviendo. Le dije que deseaba sentirme deseada como mujer y ser poseída por machos como él.
Me tomo de la mano y me indico que quería estar mas en privado conmigo. Le dije que por comportarse como caballero se había ganado el premio estrenarme como puta. La luz negra del cuarto resaltaba mas mi vestuario blanco, nos besamos en el centro de la habitación y ahí continuamos acariciándonos, Le quite la camisa para no mancharla con mi maquillaje y seguimos en un placentero faje. El deslizo un poco la tela de los hombros para besar mis erectos pezones, yo procedí a desabotonar su cinto y pantalón para acariciar su verga, le mordía los lóbulos de las orejas y le decía ¡hazme tuya! ¡Estréname como puta! Le quite la camiseta, el me quito suavemente mi vestido. Nos seguimos acariciando y abrazando, el con trusa, yo con mi calzoncito. Me hinque, baje su trusa y le di la primera mamada. El bufaba decía ¡Qué rico! ¡Qué rico! Me levanto para seguirnos besando. Me acariciaba y besaba los pechos, yo con una mano acariciaba su verga y, con la otra, sus testículos.
Me cargo y me llevo a la cama, depositándome con delicadeza, completamente desnudo seguía acariciándome y besando. Me puse encima de el y mordisqueé sus pezones, mordí su vientre y le di otra mamada de antología. Aplicaba todo lo que mi novio el chino me había enseñado. Su pene llego hasta mi garganta y, después mis dientes mordisquearon sus testículos. El solo repetía ¡Qué rico! ¡Qué rico! Me dio la vuelta para quedar debajo de él, suavemente me quito mi diminuto calzón, deseaba que me diera sexo oral, pero no lo hizo. Me levante para darle otra mamada y le puse el preservativo, le pregunte como deseaba cogerme, el solo me dio vuelta para hacer el misionero. Le dije inaugura bien mi capullito que hoy se estrena en la putería, pero hazlo con ternura. Me introdujo el pene, yo arquee las caderas para recibirlo a plenitud, le decía que sentía su verga hasta el fondo, que estrenara cada rinconcito de mi vagina, que me estaba cogiendo muy sabroso. Eso lo excitaba más, solo bufaba en mi oreja. Lo abracé con mis piernas. Tardaba en vaciarse, acople sus embestidas con el movimiento de mis caderas, comencé también a contraer mi vagina, ahorcando con mis músculos su pene. Le pedí que cuando estuviera a punto de eyacular me dijera porque le tenía una sorpresa. Sudaba, su espalda estaba completamente mojada, mis rodillas resbalaban de su cintura por el sudor, yo comencé a decirle ¡cógeme cabrón! ¡disfrútame porque no siempre tendrás una puta como yo! Comenzó a jadear y acelero sus embestidas. Intuí que estaba por eyacular. Me lo quite de encima con un empujón, lo puse boca arriba y, de un jalón, le retire el preservativo para mamárselo, no aguanto ni tres mamadas cuando sentí las pulsaciones de su verga soltando el semen en mi boca, seguí mamando hasta exprimirle toda la leche. El solo se retorcía de placer y acariciaba con fuerza mi cabeza.
Se derrumbo completamente agotado. Escupí su semen en un pañuelo desechable y me acurruqué en sus brazos. Así estuvimos un buen rato. Me propuso ser su amante de planta, me reí y dije que su propuesta era producto de su excitación. Me dijo que deseaba llevarme como su amante al baile de la feria ganadera, le conteste que a lo mejor lo haría. Procedió a vestirse, estaba muy contento, repetía que era una mujer hermosa, que había tenido una noche fantástica. Me dejo unos billetes bajo de la botella de coñac que no se había abierto y se despidió de mi con un beso. La cantidad que dejo era generosa. Es el primer pago que recibo por hacer algo que me gusta y disfruto en hacer, coger y ser cogida.
El Doctor. Pasada la prueba y con mayor seguridad en mi misma me higienicé, me puse un short mini vaquero corto de mezclilla y un top de likra color verde. Este relato continuara.

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