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Karla de Olimpica

Me repetía la cajera del super que quedaba a dos cuadras de mi casa. Perdón, estaba elevado. Pero lo que robaba mi atención era una morena llamada Karla.

Karla de Olimpica

Pit – Pit – Pit, son doce mil quinientos pesos señor. Señor, son doce mil quinientos pesos. Me repetía la cajera del super que queda a dos cuadras de mi casa. Perdón, estaba elevado, le respondí, eso sí un poco avergonzado, pues lo que robaba mi atención era una morena que hasta ese momento no sabía que se llamaba Karla y que trabajaba como guardia en la puerta de ingreso.

Me dirigí, luego de pagar, hacia la salida, y como era de costumbre cuando ella estaba en su turno y me la encontraba de frente, sentía mis piernas pesadas y mis manos esbozaban un leve temblor. Hola – le dije-, ella muy seria como hasta entonces me respondió: “Con gusto, pasa servirle”. Su saludo seco, pre programado, parecía al de una contestadora automática y yo siempre intentaba saludarle de una forma diferente y amable, para que notara que no sólo quería ser un usuario más. Aunque su presencia era un tanto robótica su cuerpo decía otra cosa; más o menos 1:65 de estatura, piel trigueña sin decir que era negra, sus ojos un tanto rasgados y agresivos, sus labios bien contorneados. Pero pasemos al punto que más encuentro atractivo, ella tenía una cintura no tan delgada, pero si con curvas debido a sus lindas caderas gruesas y sus piernas – mi punto debil- gruesas, y un culo grande, redondo, perfecto, era mi mayor encanto. No sé cuántas veces debí haberme masturbado pensando en esa chica morena, nunca podía faltar fantasear penetrándola de pie, ella de espaldas a mi, y yo sintiendo sus suaves nalgas en mis piernas y pelvis, frotándonos y penetrándola suave, muy despacio, tan delicioso que siempre podía sentirla muy real.

El tiempo pasó y en un transcurso de mas o menos un año ya, al menos, me decía: “Hola”, al verme llegar o si nos encontrábamos en algún pasillo. Yo ya me había decidido, no estaba dispuesto a simplemente verla de lejos sin permitirme al menos una vez en mi vida acariciar desnudas sus piernas, besar sus senos o rozar su vulva con mis labios. Me obsesionaba siempre al verla en su uniforme de pantalón ajustado.

Así fue como una noche mientras hacía mis compras ella se encontraba haciendo un conteo de productos a un lado de la caja donde o estaba pagando, inmediatamente me di vuelta y puse una conversación cualquiera: “Hola, hacía días que no te veía, llegué a pensar que habías renunciado”. Ella con cara un poco sorprendida, pero sonriendo me respondió: “No, aquí me tiene”. Fue una respuesta muy seductora, pensé, fue como algo que yo había esperado por muchos años. Yo un poco estúpido no supe qué responder, pues era la primera vez que cruzábamos algo más que un simple “Hola” o “Buenos días”. Pero cuando quiero ser directo puedo serlo, así que queriendo acortar tiempo en mi meta le dije: “A qué hora sales de trabajar?” y ella como cogiéndome un paso de baile dijo: “Por qué, a dónde va a invitar?”. Notemos que no se atrevía a hablarme de tú, y eso hacía que la sintiera muy lejana, así que fui contundente: “Quiero llevarte a tu casa, mientras conversamos, siempre he querido conocerte”. Ella se rió, no fue una simple sonrisa, para mi fue como si quisiera decir: “maldito, me quieres comer, pero no te atreves a decirlo bua ja ja jaaa”.

Seguía contando productos, pero sin afán y me tenía en el típico plan de hacerme desesperar esperándola. Así que le dije: “10:15 estoy afuera esperándote Adriana Lucía, pero ni un minuto más, porque me voy y te toca a pie”. Casi se va de espaldas: “Ey! quién te dijo que yo me llamo Adriana Lucía?”, y supe que podía sonreir, mi mirada estaba extraviada tratando de descifrar si el panty que se notaba por encima del pantalón ajustado era de encaje. Era una tanga muy delgada y me hacía pensar en el momento en que se la pudiera quitar para hacerla mía. “Es un nombre genérico que uso cuando una mujer sin educación no se presenta”. Detente y toma aire, porque seguido de eso vino un momento que nunca olvidaré. Se volteó y mirándome a los ojos, su cara frente a la mía, justo mientras le veía sus labios, dijo: “Karla, mi nombre es Karla”, sus labios se veían muy suaves, así como fue la forma en que lo pronunció. Yo me quedé paralizado y luego dijo: “me estabas mirando el trasero, verdad?”. Yo me sentí como puesto en evidencia, avergonzado y entonces ella me echó un salvavidas cuando ya de espaldas se giró y me sonrió, en un gesto de complicidad.

10:10 p.m, ahí estaba yo, escuchando relatos de terror de la Mega. ja ja ja, sé que no suena a plan previo a una conquista, pero es lo que hay, también me gusta lo paranormal. De repente alguien intenta abrir la puerta del copiloto de mi auto, y señores, ahí estaba ella: “Siempre es así de puntual?”. Discúlpenme lo grafico que voy a ser, pero no es lo mismo verla parada en la puerta del super que verla entrar a mi auto. cuando abrió la puerta sentí que estaba soñando, sentí que otro mundo llegaba a mi, uno que creía inalcanzable. Primero ingresó una pierna, luego la otra y su lindo culo se sentaba a mi lado, la veía tan bella que quería desnudarla y hacerle el amor ahí mismo, pero era hora de aterrizar, pues mi cara de tonto era más que evidente. “A Ciudad 2000” me dijo, como si de su conductor se tratara. “Ok madame” respondí. Cuál conversar, yo no sabía que decir y casi llegando le dije: “Sabes, siempre quise hablarte pero sentía mucho miedo”. “Así de fea soy”, me respondió. “No, me pareces una mujer encantadora, de pronto has notado que te miro mucho cuando voy de compras”. “Si lo he notado, para qué quieres conocerme?” y su mirada fue certera a mí, se sonreía y cada vez yo pensaba más y más que Karla no me era indiferente, así que le dije: “Mi sueño siempre ha sido hacerte el amor, discúlpame por ser tan directo, pero me gustas demasiado”. Se hizo el silencio, y fue muy largo. “Gira a la derecha, acércate a portería quiero decirle al vigilante que entras conmigo, no pensarás dejarme tirada aquí afuera”.

Había una luz encendida en el segundo piso de su casa, hoy no sería el día, tal vez era casada y su esposo la esperaba. “Te gusta el café? no tengo nada más porque todo el día estoy fuera de casa y siempre como en el restaurante del supermercado”. Me estaba invitando a seguir? no entiendo, y esa luz encendida? vivía con fantasmas? je je. Abrió y me invitó a seguir y sentarme en la sala. La cocina estaba en frente y me hablaba desde ahí mientras preparaba el café. Se sorprendió al darse vuelta y encontrarme justo detrás de ella. Se quedó inmovil, mientras yo le retiraba el cabello de su cara y le decía: “Karla, me encantas, siempre quise vivir este momento”. Esperaba una cachetada y que me hiciera ir, pero me dí cuenta que era más tímida de lo que aparentaba. Mis manos acariciaban sus piernas, la tomé por la cintura y pude ver como abría un poco su boca, estábamos en silencio y le dí un beso muy suave, ya no podía detenerme, ella puso sus manos en mi cintura despacio y respiraba fuerte, como nerviosa. comencé a soltar uno a uno los botones de su blusa y a quitársela, ella no me lo impedía, quité su brasier y sus senos firmes y medianos sabían delicioso. Besaba sus ricas tetas mientras le quitaba el pantalón, encontrándome con un panty en encaje blanco, era una maravilla. La tomé de la mano y la recosté en el sofá de su sala, Karla no decía una sola palabra y mi boca estaba muy cerca a su vulva, la cual era abultada y sus labios se definían bajo ese panty que dejaba verlos. Pasé mi lengua varias veces, humedeciendo por completo su vagina, Karla gemía suave cada vez que mi lengua rosaba su sexo, mi verga estaba muy muy dura y aunque quería penetrarla de inmediato, la espera me volvía cada vez más ávido de cogérmela. ella me quitó la camiseta y yo mi pantalón con todo. Me acomodé frente a ella y deslizando su panty comencé a acariciar su vagina con la cabeza de mi verga, mientras la escuchaba gemir y jadear muy suave. Luego de esto, inevitablemente, hundí mi pene tan despacio en su vagina que sentí que moría de excitación. Karla me miró a los ojos y me dijo: “que rico, se siente delicioso” mis manos acariciaban sus tetas y mi verga entraba y salía muy húmeda, me excitaba mucho verla rozar con su panty mojado de nuestros flujos tibios. ella se levantó y se puso en cuatro ofreciéndome sus deliciosas nalgas, le apreté la cintura con fuerza y la penetraba esta vez con fuerza mientras ella jadeaba duro y levantándose me besaba volteando su cabeza, mis manos apretaban sus tetas y mi verga sentía su rico coño caliente chorreando su líquido tibio por mis huevos. No paraba, ni quería, Karla me decía; “dame más, no pares, métemelo hasta el fondo que me estoy viniendo”, yo sentí como Karla temblaba y mermaba su ritmo mientras le permití recostarse en el sofá y viendo el panorama que me brindaba su lindo cuerpo comencé a frotar mi verga suave mientras mi semen caliente cubría su vientre y se escurría por sus senos. Karla muy caliente aún no paraba de frotar los labios de su vagina con sus dedos y repetía: “estoy muy caliente, me tienes muy arrecha”.

A pesar de haber seguido en su casa por dos horas más, no tuvimos más sexo, tomamos un café y conversamos como hasta las 3:00 am y me fuí a descansar muy satisfecho. Luego les contaré alguito más.

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