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Panadera de 18 descubre el morbo por los ancianos

Este es un caso basado en hechos reales en la que un chico de 20 años pilló a un hombre mayor llevándole flores a su novia de 19 a la panadería donde trabajaba.

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Este es un caso basado en hechos reales en la que un chico de 20 años pilló a un hombre mayor llevándole flores a su novia de 19 a la panadería donde trabajaba.

Lucía (nombre ficticio) es una española de 18 años de 1,6m, delgada con buen culo, pelo castaño liso hasta media espalda con mechas rubias, tetas del tamaño de una manzana y unos ojos miel muy bonitos, una chica muy cuidada que gusta de vestir bien. Lleva dos años con su novio David, un chico militar año y medio mayor que ella.

Lucía comienza a trabajar en una panadería para ganar sus primeros ahorros, tiene una jornada partida de 9h a 15h y de 18:30h a 20:30h, trabaja de lunes a viernes.

Durante el primer día de trabajo entra a comprar pan Jacinto, un hombre de 87 años de 1,5, gordito, con pelo blanco, gafas de sol y abrigo sobre camisa de cuadros. Al ver la hermosura de Lucía siente la necesidad de soltar un piropo.

Jacinto: “Espero que tú estés en venta porque me apeteces más que una barra de pan.”

Lucía no se lo esperaba y se echa a reír y responde: “De momento me temo que solo te puedo vender lo del mostrador.”

Jacinto insiste: “Pues no hay nada que me apetezca más que tú en este momento.”

Lucía se vuelve a reír y siente un poco de vergüenza asi que encauza la conversación a la venta del pan.

Cuando se va Jacinto empieza a pensar y descubre que la situación tiene un poco de morbo, se ha puesto un pelín cachonda pero no lo da mucha más importancia.

Tras 2 o 3 clientes más entra en la panadería Edelmiro un hombre de 94 años de estatura similar a Jacinto delgado con piel muy blanca y arrugada, tiene una boina y se intuye que debajo queda ya muy poco pelo y lo que queda está canoso, lleva gafas, cachava y en su sonrisa se ven unos 4 dientes sucios que aún conserva a su edad. Al ver a Lucía no se corta, es consciente de la hermosura y juventud de la nueva dependienta pero en este caso es un poco más suave que Jacinto en las palabras.

Edelmiro: “Vaya niña más bonita que nos han puesto de dependienta.”

Lucía sonríe y esta vez decide seguirle un poco la conversación: “Y yo encantada de que vengáis clientes guapos a recordármelo”.

En este caso es Edelmiro el que se corta y sigue con la compra. Cuando se queda sola se mete la mano por el pantalón y se da cuenta de que ha mojado un poquito las braguitas.

Al rato y tras pasar otros clientes entra Bonifacio, un hombre de 69 años de la estatura de los anteriores y muy muy gordo, con pelo aún negro pero con coronilla y un bigote frondoso, su camisa apretada permite ver parte de su vello corporal entre botón y botón, tiene aparentemente problemas de respiración que se hacen notables al hablar. Al igual que el resto decide probar suerte con Lucía al verla.

Bonifacio: “Vaya bombón. ¿Te has salido de una caja de Ferrero Rocher?”

Lucía se ríe ante semejante frase y le contesta: “Me escapé ayer para que me vieras tu.”

Bonifacio responde: “¿Y te puedo comer?”

Lucía se ríe y ni lo niega ni lo desmiente porque en el fondo la situación la está dando bastante morbo pero decide cambiar de tema y dirigir la conversación hacia la venta.

Bonifacio al finalizar pide una piruleta la paga y se la regala a Lucía, en ese momento el subconsciente la traiciona y responde: “Hombre, prefiero chupar otras cosas pero muchas gracias”.

Bonifacio dice: “Y yo también.”

Se ríen los dos y Bonifacio se marcha diciendo: “Adiós simpática.” A lo que Lucía respondió “Adiós guapo”. Bonifacio se da la vuelta en la puerta y mira a Lucía que le hace un guiño sacando la lengua. Bonifacio suspira un ufff y se va.

Ambos se han puesto muy calientes. Lucía necesita masturbarse, la situación la ha superado, coge un chorizo embasado y se mete a la despensa a masturbarse pensando en los tres hombres. Bonifacio tiene que hacer lo mismo pensando en Lucía al llegar a casa.

Durante la jornada otros 7 ancianos hacen algún tipo de comentario a Lucía sobre la atracción que sienten por ella. Tras finalizar la jornada laboral queda con su novio y mantienen relaciones. En ese momento se da cuenta que el orgasmo con su novio ha sido de poca intensidad, sin embargo la masturbación pensando en sus clientes ancianos ha culminado en un orgasmo muchísimo más intenso.

Se va a su casa y durante esa noche duerme poco pensando en que ha descubierto que la situación de sexo con ancianos la excita muchísimo, vuelve a masturbarse pensando en ellos y tras darlo muchas vueltas decide que quiere probar.

Al día siguiente entra primero Bonifacio saludando: “Buenos días Bombón” y ella decidida a probar con el primero de ellos que entre le dice: ” Soy un bombón pero me falta el relleno”.

Bonifacio responde: “Rellenito de leche estaría mejor”.

Lucía está a punto de preguntarle si tiene libre a las 15h pero en ese momento entra otra clienta y ambos se quedan cortados así que él compra y se va sin terminar la conversación.

Al poco tiempo entra Jacinto y ella le muestra una caja de bombones y le dice: “¿Qué bombón te gusta más, este o yo?”

Jacinto dice: “Yo soy diabético pero aunque no lo sería me quedaría contigo sin dudarlo”.

Lucía ahora si, le pregunta: “Y puedes venir a las 3 de la tarde aquí”.

Jacinto pregunta: “¿Para qué?”

Lucía le responde: ”Para que rellenes a este bomboncito de leche”.

Jacinto dice: “No te creo. ¿Pero cobras?”

Lucía en ese momento le acaricia el paquete y le da un morreo y le dice: “Gratis”.

Jacinto se pone muy nervioso y la dice: “Pues yo soy viudo y vivo solo aquí cerca. Quedamos a las 3 y 15 en mi casa.” La dice la dirección y son tales los nervios que se dirige a la puerta sin comprar.

Lucía le avisa de que se olvida la media chapata y él la coge, paga y se va muy nervioso, tiembla hasta para agarrar la puerta de salida.

Al llegar la hora Lucía se prepara, ya venía mentalizada desde su casa asi que se había vestido provocativa: leggins negros, top con escote y enseñando vientre, deportivas y sin ropa interior.

Llama a la puerta de Jacinto y este la recibe desnudo. Al cerrar la puerta ella se abalanza sobre él y comienza a morrearle con mucha pasión mientras le pajea. Se tienen unas ganas inmensas ya que para ella es su primera experiencia de este tipo y acaba de descubrir que es lo que verdaderamente la excita. Para él es su primera experiencia con una jovencita en más de 50 años y las jovencitas siempre han sido sus fantasías más constantes.

Lucía pide a Jacinto que la desnude y se besan mutuamente sus cuerpos como que llevaría siglos esperando este momento. Él a pesar de su edad consigue empalmarse en pocos segundos debido a la situación y la hermosura de Lucía.

Dejan la ropa tirada en el recibidor y Jacinto la agarra de la mano y se la lleva a la habitación, recorren el pasillo, él cojea por los achaques de la edad y ella le sigue agarrada de su mano.

Entran en la habitación con muebles viejos y dos retratos grandes sobre la cama, uno de Jacinto y otro de su difunta esposa, sobre la mesilla una foto familiar, un pañuelo usado y una lamparita.

Jacinto se tumba y ella empieza a mamar, él empieza a tener fuertes contracciones en la zona púbica por el placer tremendo y necesita agarrarse fuerte a la orilla de la cama, su barriga le tiembla de placer y se contrae y se estira repetidamente.

La lenguita y la boquita de Lucía hacen una auténtica delicia de cualquiera por su dulzura y más para un anciano como Jacinto al que como a tantos de su edad les pierden las jovencitas.

Después es Lucía la que se tumba y Jacinto comienza a masturbarla con la lengua con los dedos. Es tal el placer de Lucía y la excitación que tiene que comienza a retorcerse de forma brutal y se corre en tres minutos echando más flujos de lo normal, Jacinto se los come.

En ese momento Jacinto saca un condón que acababa de comprar en la farmacia sabiendo de la visita de Lucía. Pero Lucía le informa de que no utiliza condón porque toma píldora y le da permiso para correrse dentro.

En ese momento Jacinto tiene el corazón a mil y se tumba, Lucía le empieza a cabalgar a pelo pero él no es capaz de aguantar más y se corre al minuto teniendo un orgasmo muy fuerte que le hace arañarla las caderas de lo fuerte que la tenia agarrada.

Tras ello siguen con los besos, los toqueteos, los mordiscos mutuos en sus pezones y otras partes del cuerpo, se comen mutuamente los culos, mientras tanto ella consigue correrse una segunda vez hasta que él después de mucho rato Jacinto consigue volver a empalmarse.

En ese momento ella le ofrece el culito, y él nunca había tenido sexo anal así que comenzó poco a poco metiendo la puntita entre sus nalgas hasta meterla entera. Con los nervios la folla el culo con golpes muy fuertes.

Después ella se tumba en la cama y él se pone encima a follarla pero pronto las fuerzas le fallan por la edad y tiene que follarla apoyándose directamente en su cuerpo con ambos cuerpos bien pegados, el peso de él es mucho mayor pero en ese momento a ella poco la importa, están follando un rato largo mientras se morrean como dos enamorados haciendo el amor. Ella consigue tener su tercer orgasmo, son orgasmos muy intensos, nunca había tenido orgasmos tan intensos y él tampoco.

En ese momento ella decide volver a ponerse encima y cabalgarle, eso es superior a él, se pone muy muy cachondo de follarla a pelo mientras ve su preciosa cara, sus bonitas tetas botando y su vientre planito con caderas estrechas que vuelven loco a cualquiera. Agarrado fuerte a su cintura vuelve a correrse, esta vez dura cabalgando un poco más, 5 minutos y tiene otro orgasmo tremendo.

Ella le limpia la polla con la lengua y vuelve a besarle. En ese momento deciden descansar un poco y Lucía mira el móvil, se da cuenta de que tiene varias llamadas de su madre y se acuerda de que se había olvidado de avisarla que no iba a comer. No la daba tiempo porque quedaba una hora para la vuelta al trabajo.

Jacinto se ofrece a hacerla un bocadillo y en ese momento ella va al recibidor a por su ropa y vuelve a la habitación. Mientras se está vistiendo mira detenidamente la foto familiar, es un pueblo de 20.000 habitantes y entre los jóvenes se conocen casi todos. Es una foto de hace 10 años pero ella se fija en un niño que se parece mucho a un amigo de su novio.

Lucía pregunta a Jacinto como se llama ese chico y efectivamente es Adrián pero con 10 años menos, eso la pone todavía más, entonces le pregunta si es su nieto y él contestó que era su biznieto mayor. Ellos se prometieron discreción.

Desde ese día Lucía descubrió que el sexo con ancianos es de lo más excitante y durante el tiempo que trabajó allí se folló a prácticamente la totalidad de los clientes mayores de 60 años que iban a diario allí a comprar el pan.

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