Mis amigas me feminizaron con su ropa por ser un obsceno

A la mañana siguiente me levanté más tarde que ellas, fui a buscar mi ropa pero no estaba en la silla donde la había dejado, así que me cubrí con una sábana y fui al salón a preguntarlas.

Todo empezó un fin de semana,
aquel sábado mi amigo Javi y yo decidimos ir a visitar a una amiga de mi exnovia que celebraba su cumpleaños con otra amiga suya en casa de sus padres, al llamar a Isabel ella nos dijo que sus padres se habían marchado el fin de semana entero y que estaban solas ellas dos así que preferían tener alguien más con quien celebrar el cumpleaños, todo parecía ir genial, un plan perfecto para conseguir acabar follando con ellas.
El caso es que aquel fin de semana pasó algo muy distinto de lo que habíamos planeado, la casa donde vivía Isabel estaba más lejos de lo que pensábamos, no teníamos coche y perdimos mucho tiempo para llegar, cuando por fin llegamos Isabel y Cristina estaban esperando, abrieron la puerta, y salió Isabel.
Isabel – ¡Pasar chicos!
Entramos en el salón, estaba todo muy desordenado, la música y la tele puesta, patatas y bebidas alcohólicas encima de la mesa.
Cristina – ufff ¡chicos! estamos
agotadas, ¿qué tal si nos vamos dormir
y mañana lo celebramos a lo grande?
Yo – ¡Perfecto!, ¡mañana os voy a
poner finas! jugaremos al teto jeje
Isabel – ¿si? ok jaja, por cierto el baño
está a la derecha por si queréis
ducharnos antes de iros a la cama,
Yo – buena idea.
Al rato sonó el teléfono.
Javi – chicos lo siento, tengo que
dejaros, parece ser que mi madre me
necesita por un problema que la ha
surgido, ¡siento estropearos la fiesta!
Isabel – para nada, no te preocupes jeje
Yo – ¿que habitación me habéis
asignado?,
Isabel – el pasillo a la derecha
Yo – mañana nos vemos, ¿no chicas?,
¡tengo el salami de oferta!, os voy a
poner mirando a Cuenca jaja
Isabel – claro claro… Jaja.
A la mañana siguiente me levanté más tarde que ellas, fui a buscar mi ropa pero no estaba en la silla donde la había dejado, así que me cubrí con una sábana y fui al salón a preguntarlas.
Yo – chicas, ¿que ha pasado con mi
ropa?,
Cristina – no te enfades, tu ropa a
sufrido un pequeño accidente
Yo – ¡no me digas!.
Isabel – si, te lo explicaremos, siéntate,
resulta ayer vinisteis muy cansados
después de andar tantos km, tu ropa
estaba bastante sucia y olía mal,
decidimos que sería buena idea
lavarla, pero ha surgido un problema, al
tenderla, se ha roto la cuerda y se ha
caído toda, al patio, y no tenemos las
llaves para recuperarla hasta el lunes
que venga el conserje.
Yo – ¡no puede ser! ¡cómo es posible!
Cristina – tranquilizate, ella no tiene la
culpa, la culpa ha sido de esa maldita
cuerda de la ropa, estaba muy
deteriorada y no la hemos visto.
Yo – Vale chicas, volveré a mi
habitación, no puedo hacer otra cosa.
Isabel – si, ponte si quieres un albornoz
qué hay detrás de la puerta del baño.
Paso la mañana y al llegar la tarde sonó el teléfono de Isabel, eran sus padres, tras terminar de hablar, nos contó a su amiga y a mi que había un cambio de planes, y una mala noticia, sobre todo para mi, sus padres volverían esa misma tarde sobre las 17:00 horas, con lo cual no podría quedarme allí hasta el lunes, tenía que marcharme antes de que llegarán sus padres y mi ropa estaba en el patio, sin poder cogerla.
Yo – Chicas, ¿que hago ahora?
Cristina – déjanos pensar tenemos que
Idear algo.
Isabel – vale, ya sé que esto no te va
gustar mucho, pero no hay otra
opción… mis padres no se pueden
enterar que he metido a un chico en
casa y menos habiéndose quedado
desnudo, tendrás que usar mi ropa
para salir a la calle.
Yo – pero que dices, ¿os habéis vuelto
locas?
Isabel – ¡muy bien!, pues entonces
tendrás que salir desnundo a la calle,
¿es lo que prefieres?
Yo – de acuerdo usaré tu ropa… pero
por favor, dejame la ropa más discreta
que tengas
Isabel – vale, a ver que podemos
encontrar.
Isabel y Cristina se metieron en su habitación y tras llevar un rato salieron con una falda corta ajustada de flores, unas braga brasileñas blancas, unas medias color beige, una blusa blanca y una chaqueta roja de punto, lo pusieron todo encima de mi cama.
Isabel – esto es lo único que te puede
dejar
Cristina – tranquilo te sentará bien
Yo – pero chicas ¡que vergüenza!, como
voy a ponerme esto
Isabel – qué pasa, ¿estás despreciando
mi ropa?, o es que al chico machote le
da miedo ponerse unas prendas que
no son suyas.
Yo – Vale vale…, ¡pero las bragas y las
medias ni hablar!
Cristina – ha ver…, si no te pones las
braguitas y el panty correrás el riesgo
de que se te note la picha y será
mucho peor ¿no lo entiendes?, esta
falda es finita y se transparenta…
Yo – puff ¡qué vergüenza!
Isabel – no pasa nada, son sólo unas
prendas como cualquier otras,
¿vergüenza de que? ¿piensas que
te vas a volver mariquita por usar
bragas?
Jajaja, ¡no seas tonto!, por cierto,
también tengo tangas si prefieres jiji,
Yo – no no, con esto es suficiente!
Isabel – Vale, pues pontela junto con
todo ahora y sales que te echemos un
vistazo, incluido el panty eeee, aver si
podemos evitar que se te note la
picha…luego te acompañaremos a la
calle para que veas que somos buenas
amigas jiji, y no te preocupes que
el lunes recuperaremos tu ropa.
Me puse toda la ropa que me habían dado, a medida que me ponía aquella ropa me sentía avergonzado, pero nunca imaginé que era tan cómoda suave y sensual, tanto era mi excitación, que mi miembro se levantaba sin darme ni cuenta, me arme de valor y por fin salí de la habitación tímidamente y dije…
Yo – ¡bueno ya estoy!, ¿se me nota
mucho chicas?
Ellas me miraron de arriba abajo y
después se miraron mutuamente, en su cara se apreciaba una sonrisa pícara.
Cristina – Se te nota ¿el que? Jaja,
¡pero si estás genial!,
Isabel – esta ropa es más adecuada
para ti que lo que trajiste, sucia y fea,
¡espera, solo hace falta una cosa más!
Entró en la habitación y sacó una peluca de chica.
Isabel – me acordé que la teníamos de
otra fiesta anterior, pontela, y ahora
pasa al servicio,
tenemos que darte un último retoque,
Yo – ¿el que?,
dije parándome en seco, Cristina me dio un pequeño empujón.
Cristina – ¡Que pases!… ¡ya lo veras!,
siéntate en la butaca,
Me senté, Isabel sacó un lápiz de labios, un lápiz de ojos y un juego de maquillaje,
Yo – ¡no no!, pero…¡que vais hacer!
Isabel – maquillarte, ¿obvio no?
…tranquilizate…
Yo – ¡chicas esto es pasarse!, ¡no soy
ningún marica!
Cristina – no se trata de eso, ahora no
podemos dejarte a medias, además,
¿tu no sabes que todos los actores se
maquillan?…
Yo – si bueno pero….
Isabel – ¡Pero que!, ahora eres como
un actor, deberías sentirte orgulloso.
Yo – ya pero….
Cristina – Sssss, estate quieto o se
correrá la pintura.
Isabel – Perfecto!, ¿ya estas lista, ves?,
ahora nadie sabrá qué eres un chico,
¡Ya no tienes porqué preocuparte!.
Me puse andar avergonzado hacia la
entrada
Yo – Chicas tengo una duda enorme,
que voy hacer así hasta lunes?
Cristina – no hay problema,
pasearemos por los parques y
saldremos a un bar a tomar algo,
luego buscaremos un hostal donde
puedas dormir, pero recuerda, debes
comportarte como una chica de verdad,
es tu rol ahora.
Isabel – Claro, si te comportas como un
tío te van a delatar enseguida y hay
gente muy mala, por eso no queremos
que llames la atención.
Yo – ¿y cómo lo hago?
Isabel – fácil, pasos pequeños, piernas
juntas, y boca cerrada,
Cristina – bueno, eso sí nadie le pido
que la abra, todo depende para qué
¿verdad? Jaja…
Yo – ¿como?
Isabel – no hagas caso a esta, es una
cachonda mental jeje. Vamos, tenemos
que irnos, no pensarás ponerte esas
zapatillas cochambrosas verdad?
Yo – Claro, son mis zapatillas
Isabel – ¡de eso nada cariño!,
estropearias tu apariencia, ya que no
pegan para nada ¿verdad Cristina?,
Cristina – ¡totalmente!
Isabel se dirigió a un armario zapatero y sacó unos botines calados de tacón sin puntera.
Isabel – pruebatelos, son de mi madre,
creo que aunque te queden algo
pequeños, te servirán.
Yo accedí y me los puse, era complicado andar con ellos pero finalmente salimos a la calle, las chicas, se pusieron cada una a un lado de mi mientras caminábamos hacia el parque.
Isabel – ¡fatal!, no puede ser, ¿lo has
visto tía?
Cristina – ya lo veo tía, ¡esto no se
puede consentir!
Yo – ¿qué pasa chicas?
Isabel se acercó y puso su mano en mi pene qué aún se encontraba erecto, muy erecto, debajo de aquella ropa ajustada.
Isabel – ¡esto pasa!, no puedes estar así
por la calle con esto, es imposible que
pases desapercibido!
Yo – ¡pero yo no tengo la culpa!
Isabel – eres un pajillero, ¿verdad?, por
eso se te levanta a la mínima.
Yo – No no, para nada, es que…
Cristina – ¡mira tía!, un sex-shop,
¿estará abierto?.
Isabel- pues parece que sí, y nos va
venir muy bien
Yo – ¡pero chicas!, ¿qué queréis
comprar hay?
Cristina – algo que necesitas, ¡ya lo
verás!, espéranos aquí…
Salieron de la tienda
Isabel – a ver, te tenemos que poner
esto
yo – ¿otra cosa más?, ¡no puede ser!
Cristina – me temo que es totalmente
necesario.
Yo – ¡que es chicas!
Isabel – es un dispositivo para evitar
que esa cosa que tienes tan excitada
entre las piernas nos puedan poner en
evidencia, es una jaula de castidad,
Yo -¿que?, no voy a ponerme eso!,
Isabel – a ¿no?, entonces te tendremos
que dejar aquí solo, por que no vamos
a pasar vergüenza delante de la gente,
con tu estúpido miembro abultado, ¡tu
veras!,
Cristina – no seas tonto, vas a estar
mucho más cómodo con él.
Yo – chicas ¡es lo último que me hacéis!
Isabel – ¡muy bien!, ¡vamos!, creo
que detrás de esa fila de coches nadie
nos verá.
Cristina – yo vigilare no venga nadie
mientras se lo pones
Isabel – ¡Perfecto tía!. ¡A ver mariquita!
¡es brooomaaaaaa! jaja, súbete la falda
hacia arriba anda…,y bájate el panty y
las braguitas hasta las rodillas.
Yo – creo que esto no es buena idea
Isabel – tu mira a la calle también,
estate atento no venga nadie,
y relájate… no pasa nada ¿vale?.
Yo luchaba por que mi pene permaneciera erecto, no quería que mi única parte masculina terminará anulada, pero inevitablemente ella lo reducía en ese artilugio, se quedó a menos de la mitad de su tamaño, y entonces hoy un clic!.
Isabel – ya está!
Yo – ¡nooooo!, ¡que has hecho!
Isabel – súbete las braguitas y el panty,
a partir de ahora tu excitacion no nos
pondrá en evidencia, admitelo cariño…
vas a ser una nenaza te guste o no jaja
Se rieron las dos.
Yo – ¡no soy ninguna niña!.
Isabel – no cariño, era una broma jaja,
Cristina – ¿habéis terminado?
Isabel – si, ya se lo he puesto
Cristina – ¡genial tía!.
Nos dirigimos por la calle hasta llegar a un especie de bar, las chicas dijeron que ya era tarde y querían entrar a tomar algo, ya que conocían unos amigo por allí
Yo – ¡ni hablar!, que vergüenza, no
pienso entrar hay con estas pintas
Isabel – ¡vamos!, no querrás quedarte
solo ¿verdad?.
Entramos en el bar, había bastante gente, muchos chicos y chicas miraban sonriendo, Isabel y Cristina encontraron a un grupo de amigos y amigas sentados, yo me quedé atrás muy avergonzado.
Cristina – vamos acércate katty!, es una
amiga nuestra, os presento a katty, es
un poco tímida.. Jeje,
Yo – ¿Katty?, ¿quién es esa?
Todos saludaron sonriendo y susurrando, oí que una chica le dijo a Isabel,
¿Tu amiga es una Sissy? Jiji
Bueno, la fiesta acaba de empezar,
subamos arriba, dijo alguien.
Yo – ¿qué es esto?
Cristina – es una fiesta privada de
unos amigos, este bar es de ellos y el
ático también, nos han invitado a pasar
un rato, y les hemos dicho que si. Subimos al ático que había en la planta de arriba del edificio, allí había una barra, sillas y mesas, sofás he incluso camas, chicas y chicos liandose y manteniendo relaciones sexuales, todo estaba oscuro, luces rojas y azules.
Yo – ¡esto que es!.
Isabel – es una fiesta, ¿nunca has
has estado en una fiesta?, ¡disimula
katty!, ahora eres una chica y lo
sabes!, siéntate en esa silla piernas
juntas, voz femenina, necesitamos que
cumplas este papel por que si no será
una vergüenza para todos, y no te lo
perdonaríamos
Yo – pero…
Isabel – Sssssss, silencio habla poco,
creo que hay chicos que están
mirando por aquí…
yo – espera, ¡no me gustan los chicos!,
Isabel – aaa ¿no?, pues esto es una
fiesta sexual, ya lo ves, si no te
gustan los chicos tendremos que idear
otro plan, ¡no podemos estar aquí
como si nada!.
Yo – ¿que estás sugiriendo?
Isabel – estoy diciendo que tenemos
que liarnos con alguien, Cris y yo lo
haremos, ¡tu tendrás que ver como te
las apañas!
Yo – ¡espera!, ¿no podría liarme
con alguna de vosotras?,
Isabel – Jaja, ¡ni soñando!, ahora eres
Katty ¿recuerdas?, a nosotros nos
gustan los chicos…
Yo – ¡pues no pienso liarme con ningún
tío!.
Isabel – te vamos hacer un favor, para
que veas que no somos tan malas,
espera aquí.
Isabel se marcho y regreso con dos artilugios de plástico y goma
Yo – ¿que es eso?
Isabel – son strapones, o arneses con
dildo, como quieras llamarlo, Cris se
va poner uno y yo otro,
Yo – ¿para que son?
Isabel – ¡vaya pregunta! Jajaja.
Las chicas empezaron a colocarse aquellos artilugios en la cintura encima de su ropa interior
Cristina – ya estamos listas, ahora
¡ponte de rodillas!
Yo – ¿que?, ¿como decís chicas?,
¿estáis locas?.
Cristina – ¡si locas!, tan locas que te
vamos a follar ahora mismo.
Yo – ¡no lo consentiré!, no soy gay
Isabel – ¿gay?, ¡no!, ahora eres nuestro
marica o niña golfa jaja,
¿Qué papel te gusta más?.
Yo – chicas ¡no pienso acceder a
vuestras humillaciones!.
Isabel – no son humillaciones, solo es
un juego, ¡no seas tonto!.
Yo – ¿un juego? ¿que clase de juego es
este?
Isabel – el mismo que querías jugar con
nosotras cuando llegaste a mi casa, el
juego del teto, tu te agachas y yo te la
meto, ¿recuerdas?.
Yo – no no no…, no aver…,no os
equivoqueis…,no era eso.
Cristina – bueno pues si no quieres
hacer nada con nosotras, nos liaremos
con otros, para ti también hay muchos
chicos dispuestos a romper culitos o ha
qué les chupen sus vergas,
¿quieres ser la putita chupa poyas de
algún chulo?.
Yo – ¡eso sí que no!,
Isabel – muy bien, pues inclínate ahora
te dejaremos aquí solo.
Yo accedí, Isabel se puso detrás de mí y Cristina delante, Cristina se dio la vuelta y colocó su gran culo encima de mi cara, quería coger algo del suelo, llevaba un tanga muy ajustado y empezó a rozar su trasero en mi cara una y otra vez, justo por la zona de su ano y su coño, eso olor a sus partes más íntimas me hizo excitar tanto que empecé a tocarme mi inútil miembro encerrado, Cristina se dio la vuelta.
Cristina – ¿qué estás haciendo?
Yo – ¡nada!
Cristina – ¡ni se te ocurra tocarte!,
súbete las braguitas!, ahora eres una
chica, ¿no lo entiendes?, además te
voy ha dar una del tamaño real para
que disfrutes jaja.
Entonces me puso su gran poya de goma en la cara
Cristina – ¡vamos chupa!, ¿a que
esperas golfa?
Yo – ¡como que golffff!….
Antes de que terminase la frase, ella metió su gran poya de goma en mi boca, yo empecé a chuparla una y otra vez muy avergonzado…
Cristina – ¿te gusta la poya verdad?
se te dan muy bien chuparlas jajaja.
Mientras me encontraba en esta humillante situación, sentí como Isabel me bajaba las bragas y empezaba a untarme algo cremoso en mi culo, asustado, pare de chupar el dildo que tenía Cristina en mi boca.
Cristina – ¡eeee!, no te he dado permiso
para que lo saques, el juego no ha
terminado.
Isabel – además no queremos que
grites mientras te doy por el culo Jajaja. Y seguí chupando, a continuación note una presión en mi culo, evidentemente era el dildo que Isabel me estaba metiendo.
Isabel – Relájate, es por tu bien.
Poco a poco Isabel fue metiendo lentamente esa verga de goma en mi trasero, no podía aguantarlo, mi culo estaba totalmente lleno y a punto de estallar, pero aquella molestia era deliciosa, de repente paró, y empezó a moverlo suavemente de atrás adelante, mi miembro necesitaba desesperadamente ponerse erecto y descargarse, saque el dildo de mi boca.
Yo – Isabel necesito correrme, ¡quítame
lo que pusiste en mi pene porfa!
Isabel – ¿pene?, ¡que pene!, ¿todavía
crees que tienes algo hay?, Jajaja
Se echaron a reír las dos y siguieron hasta que no pude aguantar más, y eyacule sin poder masturbarme.
Cristina – ¿lo ves?, si te corres sin
siquiera follar… Jaja
Yo – pero chicas me habéis encerrado
la picha.
Isabel – Tranquilo no te avergüences
por que ahora seas un poquito mas
niña, no pasa nada jajaja.
Cristina – no, sí está claro, es a él a
quien le gusta mirar a Cuenca Jajaja.
Se rieron las dos. Terminó la fiesta, cuando salí Isabel y Cristina me esperaban en la entrada del local con mi ropa y las llaves de la jaula de castidad.
Isabel – creo que por fin aparecido tu
ropa, aquí tienes, aunque creo que la
mía te sienta mucho mejor jeje.
Yo – ¡pero dónde estaba!.
Cristina – nunca se cayó al patio,
estaba en mi mochila.
Me quedé impresionado, todo había sido una perversa broma, que nunca olvidaré.

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