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La pasión desatada de Hande: Una historia de lujuria y descubrimiento

Diego despertó en mí una lujuria sexual dormida, y ahora me masturbo con un vibrador pensando en él, recordando sus caricias y entregas apasionadas.

La pasión desatada de Hande: Una historia de lujuria y descubrimiento

Mi nombre es Hande, soy de nacionalidad turca, tengo 51 años y soy viuda. Luego de la muerte de mi esposo, hace 5 años, no he tenido vida social, mis dos hijos viven fuera del país. Por insistencia de mis hijos desde hace tres meses estoy atendiendo un puesto de ventas de café y dulces en la planta baja del edificio donde vivo. Desde ahí veía pasar todos los días a un señor en su auto que me sonreía y yo muy amable también le correspondía con otra sonrisa, además mi nombre significa sonrisa.
Solo había tenido relaciones sexuales con mi marido y nunca me masturbé, no sabía que aquello podía “alimentarse”, y ese hombre despertó el deseo de sentir de nuevo un orgasmo. Y ahí empezó todo. Un desconocido que me saludaba, al que respondí y termino cogiéndome.
Una mañana, antes de abrir el puesto encontré que ese señor estaba dentro de su auto estacionado, al verme se bajó y me solicito un café, mientras se tomaba su café me dijo… ¡usted tiene algo especial que es imposible pasar sin mirarla! Sus palabras hicieron que mi cuerpo recibiera un escalofrió, me dijo que se llama Diego, de unos 30 años, alto, de piel oscura y atractivo. Me dijo que lo acompañara a almorzar unos de estos días, pero no tenía muchas esperanzas en que un hombre atractivo 20 años más joven que yo lo hiciera.
Los tres días siguientes llegaba a tomar café, me miraba con mucha atención y me recordaba la invitación. Pasaron varios días sin verlo, la verdad me hacía falta su presencia cada mañana, hasta que apareció, pidió su café y establecimos una conversación amena, cuando ya se iba me dijo… ¡vamos a almorzar hoy!, le dije … ¡en Turquía no es normal que una mujer salga sola con un hombre, y menos en mi condición de viuda!, ahí se enteró que soy viuda, pero le dije que si gustaba podíamos almorzar en mi apartamento, él se emocionó y acepto. Al medio día llego Diego con comida ya preparada y subimos a comer, en su estadía sentí lo que por muchos años había dejado de sentir, mi vagina estaba húmeda, tuve que ir al baño y ahí me atreví a quitarme la ropa interior.
Al terminar de almorzar él se despidió con un beso en la mejilla y un abrazo, note que su pene estaba erecto, y en ese momento nuestras bocas se encontraron con un beso de pasión, nuestras lenguas jugaban, y me dijo… ¡quiero hacerte el amor, pero quiero que tu también lo desees!, le dije que yo también lo deseaba, y sus manos empezaron a recorrer mi espalda hasta llegar a mis nalgas, yo me deje hacer lo que el quisiera, después ya no había limites, el empezó a quitarme el vestido y su cara de sorpresa al ver que no tenia ropa interior, quería que viera mi cuerpo de mediana edad, mis arrugas en mi vientre, mis senos caídos, en caso de que quisiera retroceder. El se había quitado la camisa y le quedaban los pantalones, me arrodillé, se los desabroché y busqué su verga porque estaba que me moría por comérmela, y comencé a lamerla poquito a poco. Mientras le lamía su verga el enredó sus dedos en mi pelo y me sujetó, eso me excito muchísimo que me trague toda su verga para mamarla bien.
Unos 15 minutos después, Diego estaba encima de mí moviéndose dentro de mi cono, acababa de tener un orgasmo, sentía rico cuando comenzó a cogerme, penetrando con lentitud hasta que sentí que me entró toda. Envolví mis piernas alrededor de su cintura y lo sostuve firmemente dentro de mí, disfrutando cada empuje y la sensación de su verga dentro de mí. Sentí acelerar su ritmo y unos momentos después estaba haciendo su lanzamiento de semen dentro de mí.
Nos relajamos y hablamos un rato, luego sentí sus manos sobre mis piernas abriéndolas un poco y después sentí su boca, su lengua sobre mi vagina, con sus manos abría mi vagina, con su lengua húmeda la pasaba por mi clítoris, mordía mis labios vaginales, después sentía como me succionaba, me chupaba, me mordía y me hacía gemir de placer, después de un buen rato de estar saboreando mi vagina se puso en posición he hicimos el 69 el seguía chupando mi vagina y yo chupaba su rico pene, fue mágico.
Me pidió que me pusiera encima de el y le comencé a cabalgar, m movía fuerte y yo moría de placer, gritaba, sentía mi garganta seca de tanto gemir. Y cuando el sintió que terminaría, me pidió que parara y me vació toda su leche en mis tetas. En ese momento me invito a ir a una isla cercana a pasar el fin de semana, le dije que no, por mi condición.
Diego seguía pasando cada mañana a tomar su café, y seguía insistiendo en su invitación al paseo para la isla. Una de esas mañanas me dijo que cerrara el negocio y subiéramos para estar conmigo en la cama, la verdad yo también quería, así que subimos y al ver su boca tan cerca de la mía, fui yo quien fue acercando poco a poco mis labios a los suyos y empezó a besarme suavemente, mientras que su mano me iba tocando las tetas.
Luego nos sentamos en el sofá y seguimos besándonos como locos. En ese momento me puso una mano en las rodillas y empezó acariciármelas para después ir metiéndomela por entre los muslos, los cuales yo fui abriéndole el camino sin ninguna resistencia. Cuando llegó a mi coño empezó a masajeármelo por encima de las bragas, hasta que notó que estaba muy húmeda, separó la braga para empezar a jugar con mi clítoris. Después me tumbó sobre el sofá, me quito la braga y me abrió las piernas. Luego se incorporó y empezó a desabrocharse la bragueta ante mí y en un instante, tenia su verga en su mano y empezó a masturbarse dirigiéndola hacia mi boca, no lo pensé dos veces y empecé a chupársela, oi que me dijo quiero llegar en tu boca, mientras la mamaba me corri y él también me dejó la boca y la cara toda llena de leche caliente.
Diego cogio un paquetito que había dejado sobre la mesa y sentándose a mi lado en el sofá, empezo a abrirlo. Me dijo que no me fuera a enfadar con él, y vi que era un vibrador, enseguida me argumentó que eso ahora era de lo más normal que había en los cajones de las mesitas de noche de las mujeres, para mitigar esos momentos de soledad o simplemente para jugar con su pareja.
Luego me quito la blusa y fue pasando el vibrador por mis tetas y enseguida se me pusieron los pezones tiesos y así continuo jugando por varias partes de mi cuerpo. Entre juegos y risas, continuamos en el sofá hasta que decidimos pasar a la habitación. Una vez en ella los dos empezamos a desnudarnos el uno al otro. Luego me llevo a la cama y me tumbó en ella, empezó a lamerme todo el cuerpo, hasta llegar a mi palpitante cono, el cual empezó a chupar. Se detuvo y tomo el vibrador y lo metió en mi vagina, para mí aquello era como estar en la gloria, así que, para disfrutarlo más, le pedí que me dejara chuparle la verga.
Luego me llevo al baño y me pidió que quería rasurar mi cono, jamás lo había hecho, y empezó a pasar la hojilla, a medida que avanzaba me lamia, y eso me hacia gemir. Cuando termino me llevo a la cama y estando tumbada de espaldas en el borde con las piernas bien abiertas, me puso la punta de su verga en la entrada de mi rasurado coño. Luego poco a poco me la fue metiendo. Así se pasó un buen rato bombeando sin parar, y al ver que, aunque me lo estaba pasando muy bien parecía que me faltaba algo, me pidió que a la vez me fuese tocando el clítoris. Yo le obedecí enseguida y a partir de ahí pude comprobar lo que era estar en el séptimo cielo, aunque según él, eso no había hecho más que empezar.
Dicho esto, y tras hacerme correr como una loca me la sacó del coño e hizo que se la chupase de nuevo. Después me puso a cuatro patas al borde de la cama y desde atrás, empezó a besarme y a chuparme las nalgas y el culo, a la vez que me iba tocando también las tetas. Yo entonces me quedé muy sorprendida por su gran entrega, puesto que a mi marido jamás se le había ocurrido chuparme o lamerme el culo en tantos años con él, pero aun así y como el placer que estaba recibiendo era estupendo, lo dejé hacer.
El siguió y noté como la punta de su lengua intentaba introducirse en mi culo, al igual que lo intentaba hacer uno de sus dedos una y otra vez hasta conseguirlo, para una vez dentro, empezar a juguetear con un mete y saca para ir dilatando mi esfínter. Yo con lo caliente y decidida que estaba no protesté en ningún momento, empecé a sentir la punta de su verga entrando en mi culo. Lo único que hice tan solo fue relajarme y ayudarle a conseguirlo, separando mis nalgas con mis manos lo máximo que pude. Así poco a poco logró metérmela, empezó a bombear y me estremecí de tanto placer al ir frotándome también, mi abultado clítoris.
Por un momento creí que aquello, una vez que él se corriese se iba a acabar la magia del placer, ya habíamos hecho muchas cosas en tan solo dos citas, pero no fue así, había más que aprender. Él se levantó y tomo el vibrador, me hizo otra vez que se la chupase para ponérsela a punto y en la misma posición del perrito de antes, empezó de nuevo con todo el proceso. Cuando me puso otra vez a punto, me volvió a meter su verga en el culo y empezó a bombear como a mí me ya empezaba a gustar. Seguidamente me dijo que me pusiera el vibrador sobre el clítoris y que después, me lo fuese metiendo en el coño una y otra vez mientras él me seguía dando por el culo, el cual notaba que lo iba teniendo ya más grande y abierto que mi propio coño, quizás por eso ya no me dolía nada en absoluto.
De esa forma estuvimos los dos bastante rato disfrutando de lo lindo, hasta que yo me corrí como nunca y tuve un orgasmo de película, es el máximo placer que se puede sentir, y él al no poderse aguantarse más, intentó sacármela del culo para correrse fuera, aunque yo entonces le dije que no lo hiciera, puesto que quería llegar a sentir toda su leche dentro. Y así lo hizo, me inundó mi culo,y luego iba sintiendo como poco a poco iba saliéndo aquel mismo líquido por el culo e iba resbalándose por mis muslos.
Luego los dos fuimos al baño para darnos una buena ducha, y después al despedirnos, él muy pícaramente me dijo que usara el juguetito cuando me quedase a solas y pensara en él, puesto que ese aparato era incansable y siempre iba a estar dispuesto para mí.
Diego había despertado en mí una lujuria sexual que llevaba dormida, cuando el no venía a cogerme, me desnudaba completo y me tumbaba boca arriba en la cama, llevaba una mano a mi clítoris y empezaba a tocarme. Con la otra mano tomaba mi vibrador, lo restregaba por mi coño para lubricarlo y empezaba a meterlo para cogerme a mí misma, el vibrador no hacia el trabajo de la verga de Diego, pero me ayudaba a sentirme mujer. Luego dejaba mi coño y empezaba a trabajar en mi culo, era una sensación extraña, pero para nada desagradable, pequeños gemidos escapaban de mi boca.

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