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Jade

Empezaré a narrar mi historia desde mi despertar sexual, cuando tenía apenas doce o trece años, para ponerlos en contexto hasta llegar a mi presente

Jade

Empezaré a narrar mi historia desde mi despertar sexual, cuando tenía apenas doce o trece años, para ponerlos en contexto hasta llegar a mi presente
Único hijo, no buscado, no deseado, mi madre me concibió con un padre desconocido, un hombre cualquiera, sin rostro, ella era casi una niña cuando supo de mi embarazo y solo siguió adelante
Mis abuelos la habían bautizado como María Concepción, pero ella aborrecía sus nombres, y para todo el mundo solo era ‘Jade’, así se hacía llamar, así se presentaba, y el horror de su verdadera identidad era un secreto.
Me había acostumbrado tanto a ese nombre, que hasta yo mismo, siendo su hijo, jamás la llamaba ‘mamá’, solo la llamaba como todos, ‘Jade’

Y cuando llegaron los primeros días de dejar de ser pequeño, y ver la sexualidad en el sexo opuesto, comprendí muchas cosas ignoradas en mi inocencia de niño
Jade era una mujer demasiado alta para el promedio de mujeres, demasiado voluptuosa para el promedio de mujeres, demasiado llamativa para el promedio de mujeres
Ella, consiente o inconscientemente me hacía sentir que mi presencia en el mundo era solo un error en su vida, nunca había deseado ser madre, pero, sin embargo, hacía su trabajo lo mejor que podía

Empecé a entender todo, ella había sido promotora de espectáculos, generalmente en carreras de coches, aunque también la contrataban para otros eventos. Los fines de semana siempre solía quedarme al cuidado de mis abuelos, porque ella desaparecía desde jueves hasta domingos a última hora, incluso lunes, y en esos fines de semana, de vez en cuando, veía a mi tío José, hermano de mamá y con quien estaba peleado a muerte porque él no aceptaba su forma de vida, y además de mi tío, me cruzaba con mi tía y mis primos y la pasábamos genial
Pero Jade, Jade era sapo de otro pozo, siempre lucía bien, siempre vestía bien, siempre sobresalía del resto, con sus cabellos endemoniados, en moreno, rubio, pelirrojo o el color que fuera, con su rostro pintarrajeado, con sus uñas esculpidas y sus dedos llenos de anillos, con sus curvas provocativas exaltadas con ropas ajustadas o cortas faldas que hacían voltear hasta el párroco de la iglesia

Muchas veces le decía que merecía un hombre que la amase de verdad, pero ella solo se reía, es que tenía muchos hombres, pero no le interesaba tener un amor, solo me decía en broma ‘que ella ya tenía un hombre’ y me apretaba cariñosamente la nariz dejándome saber que se refería a mi, tal vez, en los únicos raptos de afecto que recordara
Sobre el aparador de nuestro comedor, tenía una colección de fotos enmarcadas, abrazada con personalidades muy conocidas que había coleccionado por años, en general, pilotos de autos, pero también algunos jugadores de fútbol, algún que otro político y algunos tipos más que fueron importantes para ella, pero para mí no eran conocidos.

Y mamá, o Jade, era lo que era y lo que me había tocado en suerte, y no fue fácil, más de una vez me había agarrado a golpes de puños con mis compañeros de colegio por defender su imagen de sus comentarios, y más de una vez tenía que venir ella a dar explicaciones de mi conducta en la misma dirección del colegio, pero cuando ella venía tragaba saliva resignándome, ella no tenía defensa, era la imagen de una puta, y provocaba la mirada lasciva de hombres, el odio envidioso y contenido de mujeres y los comentarios por lo bajo de todos
Y otro tanto me pasaba con los amigos del barrio, pero ahí era peor, me las veía a solas contra varios y más de una vez terminaba con mi rostro ensangrentado.

Y solo me hice a la idea, no podía luchar contra la corriente, mis amigos morboseaban con Jade, los padres de mis amigos, lo vecinos, el barrio, y concluí que el mundo no era el problema, el mundo actuaba en consecuencia por lo que Jade representaba
Y solo fui creciendo, me fui haciendo hombre y aunque fuera su hijo yo también terminé subiéndome a esa montaña rusa llamada Jade, esa que te llevaba al paraíso y al infierno al mismo tiempo

Empecé a ver a mi madre con ojos de hombre, y empecé a verla como mujer, y ella no hacía nada por evitarlo, al contrario, la promiscuidad parecía no existir en su diccionario, como cuando era pequeño, a ella no le incomodaba salir de tomar una ducha con sus pechos desnudos, con una tanga que invitaba al pecado, no le molestaba que yo escuchara sus charlas telefónicas calientes con desconocidos, y no disimulaba en ver con sus ojos pícaros como su pequeño Aníbal ya no era un niño y se convertía en hombre
Y empecé a espiarla a escondidas, a verla como un objeto de deseo, a masturbarme con sus prendas íntimas, o con los mismos pensamientos que supuse se masturbarían mis amigos, y vi la hermosura de sus tetas, de su culo respingón y de su intimidad que sabía depilada
Alguna que otra vez, en algún descuido pude ver los secretos que guardaba en su celular, charlas, hombres, fotos y solo concluí que Jade era peor de lo imaginado, le encantaba fotografiarse desnuda y regalar sus fotos, no lo hacia por dinero, solo el morbo de saber que los tipos se masturbaran con ellas

Llegaron mis primeras noviecitas, pero claro, solo chicas normales, y ninguna sería como ella, ella era única, ella era Jade, y en esos noviazgos también llegarían mis primeros tropiezos.

Cuando cumplí los dieciocho, ella me compró una gran torta, pasó los dedos por el merengue, luego por mi nariz, para chupárselos muy provocativamente y decirme

Mi bebe ya es un hombre! merece tener una buena mujer a su lado

Y solo la deseaba, no veía a mi madre en ella, veía una puta sedienta de verga, lo curioso es que ella apenas tenía treinta y dos años, y se veía espléndida, mejor que nunca y los cortos catorce años de edad que me llevaba parecían ser la nada misma
A media noche, salimos a festejar mi mayoría de edad con mi grupo de amigos, pasó una copa, otra, y una botella, y otra, bebí demasiado, hasta perder el conocimiento, la cordura, mi percepción de tiempo y espacio, y entré en ese descontrol de ebrios que solo se toma por tomar, donde todo es festivo y todo es perfecto.

Al día siguiente, me desperté recostado boca abajo en la cama de mi cuarto, la cabeza se me partía, tenía un sabor asqueroso en la boca y la luz del sol ingresando por las rendijas de la ventana parecían lastimarme los ojos
Los pensamientos y recuerdos se mezclaban en mi cabeza, entre luces y sombras no recordaba cuanto era verdad y cuanto era fantasía, en un estado de semi inconciencia, había vomitado casi llegando a casa, mis amigos me llevaron como una bolsa de papas, y me habían dejado en brazos de Jade
Tal vez ella había llenado la tina con agua tibia, mientras me daba un sermón por mi estado deplorable
Creía recordar que ella misma me había desnudado como cuando era niño y me había dado un baño y después, me había secado y me había llevado hasta mi cama

Eso parecía estar claro, pero después?

Ella se había sentado de lado, me miraba, me acariciaba las piernas, mi piel, estaba completamente desnudo, indefenso, perdido, una de sus manos poco a poco se acercó a mis testículos, y me sentí con una erección incontenible, Jade solo tomó mi sexo entre sus dedos y empezó a masturbarlo con sigila, para luego solo retenerlo con firmeza contra la base de mi cuerpo para acercar sus labios a él
Y yo solo estaba perdido, tratando de tomar plena conciencia de lo que sucedía, pero solo no podía
Ella me besó el glande con amor, con dulzura, pasó la lengua una vez y otra vez de abajo hacia arriba, como si fuera un dulce y me arrancó escalofríos, solo lo hacía una y otra vez, y cada tanto engullía mi cabeza por completo en su boca y solo la sentía acariciarla con su lengua

Pero entonces Jade cambió de estrategia, con mi glande descubierto solo se dedicó a pasar la lengua por la parte inferior, por el frenillo, a besar esa zona, a enloquecerme, lo hacía tan lento que parecía detener el tiempo en ese momento, y solo buscaba establecer una conexión visual conmigo, directa, caliente, pero yo solo no podía, estaba inmerso en la tortura más perfecta a la que me pudieran someter, sentía un placer indescriptible recorriendo todo mi cuerpo, y mi verga erguida era el faro que iluminaba y era guía de la perversión
Me agité, me encorvé apretando las sábanas con fuerzas, y solo empecé a eyacular, mientras ella seguía en su juego
El semen brotaba incontenible cayendo sobre mi vientre y Jade aprovechaba cada tanto para embeber sus labios en mis jugos, hasta regalarme una última sonrisa al tiempo que se relamía con sabor a placer

Al tomar real conciencia de mis pensamientos, en dominio de mi estado, aún recostado boca abajo en la cama, sentí una erección dolorosa presionada entre mi cuerpo y el colchón, llevé mi mano por instinto y me noté desnudo, no tenía ropa interior, me incorporé como un resorte, acaso Jade… porque a pesar de todo, seguía siendo mi madre

Después de levantarme, y compartir un almuerzo, ella no hablaba del tema, y yo tampoco, pero la veía más bonita que nunca, y con una cara de perra maldita que nunca le había observado, me miraba, sonreía, y se respiraba una tonta seducción en el ambiente.
No podía dejar de mirarla como mujer y excitarme con ello, el movimiento de sus pechos, el vaivén de sus caderas, el tono de su voz, la expresión de sus miradas
En algún punto me detuve tontamente en lo marcado que tenía sus pezones bajo la tela de la prenda que cubría su torso, amenazantes, duros, excitantes, y ella notó en mi mirada lo que estaba mirando, entendí que incluso pareció excitarse con el juego, puesto que se marcaron más aún, pero así era ella, jugaba conmigo el juego que jugaba con todos, solo que yo era diferente, yo era sangre de su sangre

Y no habría mucho más por hacer en ese almuerzo, solo pasó el tiempo, y yo empecé a masturbarme como nunca lo había hecho, con sus fotos provocativas, con las palabras de mis amigos, con el entorno de su vida, incluso con esa colección de fotos que guardaba con mucho esmero, con esas personas conocidas que seguramente se la habían cogido y poco a poco dejaron de interesarme las chicas de mi edad, o mejor dicho, cualquier mujer que no fuera Jade, porque ella, como una piedra preciosa, se había convertido en mi perverso deseo

En una tarde de primavera, había llegado a casa después de mis jornadas de gimnasio, estaba transpirado y con ganas de descansar un poco antes de ir como cada noche a la facultad.
El sol ya empezaba a caer, y la situación al llegar a casa fue la de encontrar a Jade sentada muy cerca de la ventana principal, aprovechando justamente las últimas luces del día, sentada a una silla, pintándose las uñas de sus pies, había salido de tomar una ducha evidentemente, puesto que sus cabellos húmedos aun escurrían agua por su piel, el problema, como siempre, sería su obscenidad, es que ella estaba casi desnuda, con una pequeña less trasparente por la que se marcaba con nitidez la línea de su vagina y la falta de vellos, y no solo eso, sus grandes pechos desnudos me provocaban al borde de la locura, y a ella parecía no incomodarle, es que era mi madre, pero yo ya era un hombre

No recuerdo bien como fue pro creo que con algo de enojo le dije

Jade! no podés ser tan puta! podrías taparte un poco?

Pero ella solo se empezó a reír, como dejando en claro que estaba en su casa, y en su casa hacía lo que quería y yo no era nadie para cambiar las cosas
En medio de mi enojo, ya con una erección marcada recodé lo de esa lamida de verga que aún tenía perdida en mi mente, y ya sin tapujos, sin ver a mi progenitora sino solo a una perra que jamás se cansa de comer pijas denudé la mía y se la metí en la boca, le tenía muchas ganas, y ella respondió en medida, lo hizo muy profundo, pero muy lento y entonces volvió al juego de lamerme lentamente el frenillo, con esa risa de puta que le había visto ese día y comprobé que no había sido un sueño, si, Jade lo había hecho, y ahora estaba nuevamente en el juego
Mis sentimientos eran confusos, por un lado, la odiaba, pero por otro estaba en medio de la mejor aventura sexual que me hubiera tocado vivir

Saqué mi sexo de la boca de Jade, para ponerlo entre sus pechos, y masturbarme entre ellos al tiempo que con mis manos acariciaba sus puntiagudos pezones, me incliné un poco, llevé mis labios a los suyos, estaba besando a esa extraña, esa extraña que era mi madre, quien sin el más mínimo remordimiento había colado una de sus manos bajo el frente de su tanga, había abierto sus piernas y se masturbaba como perra.
Y me sentí venir, es que sus pechos eran suaves como algodón, dulces como miel, calientes como una hoguera, y me sentí eyacular y pronto, su pecho alto, por debajo de su garganta se impregnó de mis jugos, me quedé a un lado, jadeando, pero ella, contenta con lo realizado, se incorporó desnudándose por completo, para sentarse sobre la mesa principal y en tono de orden, dijo algo que me sonó curioso

Dale hijo de puta! vení y chupame la concha!

Ella se abrió como una flor, ofreciéndome su raja desnuda, iba a hacerlo, pero en un pestañeo por mi mente se cruzaron las imágenes de puta, y las innumerables vergas que habían pasado por ahí, y me dio repulsión, si, mi propia madre, así que arremetí y se la clavé profundo arrancándole un gemido contenido, y la cogí, con fuerza, y gritaba en respuesta, y más fuerte, más gritaba, jugaba con sus palabras

Hijo mío! que rica pija tenés!

Y le di y le di, observando como mi semen se iba secando sobre su piel, como se bamboleaban sus hermosos pechos desnudos, como su rostro regalaba placer y como su caliente concha inundaba todo el entorno en jugos
Ella me acariciaba los brazos y me rasgaba con sus afiladas uñas al punto de hacerme sangrar, entonces tomé sus muñecas y las llevé a los lados de su cabeza, inmovilizándola, me incliné a chuparle los pezones, las tetas, me sentí venir nuevamente

Sos una puta…

Le dije con voz entrecortada mientras le llenaba la concha de leche

Entonces hice que se parara, la giré y ahora apoyé su frente contra la mesa, dejando su esplendoroso culo a mi lado, y mi intuición era correcta, su esfínter estaba todo estirado, apenas con los jugos de su vagina y de mi leche, bastaron para lubricar y en un empellón se la enterré toda por atrás

Ay! – reclamó – perverso! soy tu mamá! eso es pecado!

Pecado, pensé mientras le hacía el culo, ya estábamos condenados al mismo infierno, puse una mano sobre su espalda y se la di con fuerza, con ganas, hasta llegar por tercera vez, dejando sus agujeros chorreando leche por todos lados
Me senté a descansar sobre la silla en la que la había encontrado, y ella vino sobre mí, sin importarle nada, como si fuera normal, como si estuviera bien y me dijo que sería nuestro secreto

Se levantó, fuimos entonces a su cama, lado a lado, pero no me abrazaría como pareja acurrucándose sobre mi pecho, no, fue al revés, como madre e hijo, acariciándome los cabellos enrulados, desnudos, como llegamos al mundo

Y pasaron ya algunos años desde aquel día que fue el primero de muchos, me metí en una retorcida historia sexual entre una madre y su hijo, hasta se me hizo normal, parece normal
Hoy se ha vuelto un negocio, soy su promotor, soy quien vendo sus servicios y quien maneja su carrera, Jade se hizo famosa entre los hombres por su baja decencia y por su amor al sexo, por tener sus entrepiernas en llamas, pero ya no es como era, ella ahora se ha vuelto ambiciosa, codiciosa, y se ha enamorado de los billetes, mi madre ahora solo lo hacía si se acordaba el precio previamente y yo era parte del juego, ya no me dolía que se la cogieran mis amigos, mis vecinos, desconocidos, si al fin y al cabo yo sacaba una tajada importante para mi bolsillo, y además puedo decir que soy el único que puede cogerla por su propio placer

No estaba en mis planes cogerme a mi propia madre, pero ella excede por mucho ese rótulo, ella es Jade, siempre lo será

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