Estaba decidido, él se mudaría de su barrio. El barrio que lo vio crecer donde casualmente, era donde ella vivía.
Nunca sucedió nada entre ellos mas que un beso y miradas apasionadas. Miradas demasiado intensas, que hacían que su estomago tuviera un nudo eterno. El, a pesar de ser casado, no disimulaba su atracción hacia ella de manera convincente. Una vez, con puro desparpajo, le dijo: ¨ un día vas a ser mía, es algo inevitable ¨.
Ese día había llegado, ahora descubrirían si la atracción que sentían uno por el otro se trasladaría a la cama. Se citaron en un lugar alejado, donde el la pasaría a buscar con un coche prestado, para no levantar sospechas. Ella llevaba un vestido floreado y unas Converse blancas. El, no perdió la oportunidad de halagarla como siempre lo hacía: ¨ Sos muy linda ¨, se sonrió.
Una mezcla de nervios y ganas inundaban la habitación de hotel, pero él no perdió mucho tiempo. De inmediato se acerco a ella y comenzó a besarla apasionadamente. recorriendo primero sus labios, luego su cuello para bajar hasta sus pechos. Ella no podía hacer más nada que gemir y sentir como su sexo se humedecía rápidamente. Este hombre le provocaba cosas que no había sentido nunca, no así. Abrió sus piernas y se enredo en su cintura mientras seguía recibiendo las atenciones que su cuerpo necesitaba. Ahí sintió toda la tensión, en la parte dura de su amante quien le dijo al oído: ¨ ¿Tenes una idea de hace cuanto quiero hacerte esto? ¨. Ella no contesto con palabras, pero devolvió sus apasionados besos por el mismo recorrido que él había hecho con su lengua.
No recuerda exactamente en que momento ellos pasaron a la cama y solo en ropa interior, pero no tenia importancia. El procedió a ponerla en cuatro sobre la cama, como si instintivamente supiera lo que ella quisiera, y empezó a lamer su sexo. Primero, despacio como torturándola para luego aumentar el ritmo. Francamente no sabia que tortura era mas deliciosa. Hasta que llego el momento. Ella le rogo que entrara dentro suyo: ¨ No doy más por favor, pónmela adentro ¨ y así lo hizo. Su cerebro entro en un corto circuito y no era ya una persona. Era un animal. Una hembra que disfrutaba del placer que el macho quería darle. Minutos pasaron, minutos que ella quería fueron eternos, hasta que el acabo dentro suyo con un grito.
Días pasaron de ese encuentro, él se había marchado, pero ella nunca olvidaría a ese hombre que la hizo sentir pura y exclusivamente una mujer.
Fin.
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