Sal, limón sobre sus dedos y algo de tequila

"El tequila es una bebida alcohólica, originaria de Tequila México. "... El lugar era grande, rodeado de verde, con sus cabañas una al lado ...

“El tequila es una bebida alcohólica obtenida del destilado, originaria de Tequila, en el estado de Jalisco, México. “… El lugar era grande, rodeado de verde, con sus cabañas una al lado de la otra, separadas por una enredadera. Era posible ver la playa desde ahí y oír el sonido del mar. Diego estaba sentado fuera de la administración, cuando ve que llega en un Jeep una mujer escuchando rock. Se incorpora al ver que se baja del Jeep, con su pelo largo volando al viento, con sus jeans ajustados y una polera rayada blanco y negro, camina con mucha confianza hacia la recepción. Diego, también de jeans y camisa negra, la recibe.
Hola, le dice.
Hola, responde ella. ¿Tú eres el administrador?
No, soy su primo, le dijo Diego, pero me pidieron que me quedara a cargo por una urgencia que tuvieron. Me estoy quedando en la cabaña de ahí.
Ah, dijo ella, muy coqueta. ¿Me voy entonces? Sería una lástima
Jajaja, no es necesario, dijo Diego, yo te atiendo, ¿cuál es tu nombre?
Tamara, el tuyo?
Diego, dijo él. ¿Vienes a quedarte?
Tamara: nop, sólo vengo por la noche, sigo mi rumbo mañana, pero estoy cansada, no me da para manejar más.
Ya hecho el trámite, Tamara se dirigió a su cabaña con su mochila, y Diego la sigue con la mirada.
Tamara se gira y ve que la observa, le sonríe coqueta.
Diego ríe y vuelve a su puesto de trabajo.
Durante el día, Tamara va a la playa y se tiende el sol con un libro, Desde la recepción se ve la playa, por lo que Diego aprovecha el panorama.
Había algo de gente en la playa, pero no estaba llena, venían de otro camping. A su lado había una pareja escuchando música y frente a ella una familia con un niño quejándose todo el rato.
Diego observa la escena y decide acercarse. Baja a la playa y se para haciendo sombra. Tamara nota la repentina sombra y mira a ver qué le tapa el sol.
Diego: te traje una cerveza para pasar el mal rato de los ruidos, te noté inquieta.
Tamara: ¿uy gracias, me acompañas con una también?
Diego: puedo un ratito, está algo vacío el camping.
Conversan un rato con evidente coqueteo, hasta que Diego se pone de pie para volver a su trabajo. Tamara lo sigue con la mirada con mirada de satisfacción.
Esa noche, Tamara leía en su cabaña cuando escucha una música lejana y sale a mirar. Ve que hay fuego en la playa y decide acercarse.
Al llegar, ve que está Diego con dos personas más.
Diego, contento de verla, la invita a sentarse y le presenta a los dueños del camping, Arturo y Claudia.
Tamara se sienta algo lejos y Diego le ofrece una cerveza.
Conversan los 4 un rato, Tamara con algo de frío. Diego lo nota y le dice que se acerque a él. Tamara se acerca y Diego le frota las manos.
Diego: te sentaste súper lejos, me tienes miedo, dice sonriendo
Tamara: la verdad me senté donde pillé nomás.
Tamara, más temperada toma cerveza, y comenta:
Uf necesitaba esto, me tenía chata en la ciudad.
Diego: nada como una fogata en la playa.
Tamara asiente mientras sigue bebiendo.
Arturo y Claudia se ponen de pie para despedirse y se alejan dejándolos solos.
Diego y Tamara se quedan solos conversando algo nerviosos y Diego le pregunta.
¿Pasó el frío?

Diego Corta los limones y sirve dos shot de tequila.

Tamara: Si, nada como el calor de una fogata sumado al calor humano. Diego ríe, y se inclina hacia atrás para tomar otra cerveza y ve que en el cooler había una botella de tequila, limón y sal.
Diego: mira, mostrando el descubrimiento a Tamara.
Tamara: ¡uuuuhhh ñam!
Diego Corta los limones y sirve dos shot de tequila.
Toma la mano de Tamara y pone sal sobre el dorso de su mano.
Diego: Dale
Tamara: ¿cuál es el orden? ¿Sal primero?
Diego; ehh no sé, digamos que sí, sal, shot, limón será? Se ríen y Tamara lame la sal, luego toma el shot y finalmente muerde el limón.
Diego le sirve otro.
Tamara: te toca
Diego repite la secuencia y sirve otro shot.
Tamara: ¿le subimos el nivel?
Diego: mmm, ¿cómo?
Tamara toma la sal y vierte un poco sobre la mano Diego.
Lo mira, ¿“puedo”?
Diego solo asiente y fluye.
Tamara lame la sal de la mano de Diego, toma el shot y Diego le muestra el limón que él mismo sostiene para que ella lo muerda.
Diego: ¿Entonces el juego es que uno escoge dónde pone la sal?
Tamara: eeehh, no, era ponerla en la mano del otro, pero me gusta tu juego, jajjajjaja.
Diego: me toca, cierra los ojos.
Tamara cierra los ojos. Diego toma su mano extendiendo su brazo y vierte la sal sobre la parte interna del antebrazo. Lame lentamente la sal, toma el shot y el limón, mientras Tamara abre los ojos y ríen.
Sin decir nada, Tamara le muestra la sal a Diego, que llevaba polera de manga corta por el calor de la fogata, y le levanta la manga hasta despejar el hombro. Vierte algo de sal, lo mira sonriendo y pasa su lengua haciendo unos pequeños zigzags. Diego le pasa el shot, Tamara lo toma, y cuando mira a Diego, éste tenía el limón entre los labios, listo para que Tamara lo muerda. No duda, y se acerca, rozando parte de los labios de Diego, pero concentrándose en el limón.
Ya ambos levemente bajo el efecto del alcohol, se miran, y Diego toma la sal, corre el pelo de Tamara que cubría su cuello, le inclina levemente la cabeza y vierte sal sobre él. Esta vez lame la sal, pero con una suave succión que dura unos segundos, mientras siente un suspiro de Tamara. Toma el shot, y mientras lo hace, Tamara había exprimido el limón en la misma hendidura donde había estado la sal en su cuello. Diego sonríe y succiona el limón lamiendo la zona para no dejar rastro de jugo.
Ya ambos respiran algo más fuerte y Diego le pasa la sal a Tamara.
Diego: a ver qué tan creativa eres.
Tamara sonríe picarona y, como estaban sentados con las piernas cruzadas, vierte la sal en el muslo de Diego, pero una línea bastante larga, mientras éste le sirve el shot y respira algo ansioso. Tamara se inclina, pero no lame la sal, la va succionando poco a poco de arriba abajo.
Tamara: mmmmm. Toma el shot que le alcanza Diego, quien, imitándola, exprime el limón en su muslo, pero algo más cerca de la ingle, y Tamara, al ver que corría hacia abajo, atina rápidamente a lamer. Se incorpora riendo, lamiendo de sus dedos el limón y sal que quedan.
Diego: Tal vez acostados tengamos más lugares donde poner sal y limón.
Tamara, coqueta: tal vez, habría que experimentar. Te toca a ti, así que supongo que yo debo recostarme.
Diego sube la polera de Tamara hasta las costillas, toma la sal, sirve dos shots y toma un limón. Vierte la sal alrededor del ombligo de Tamara y exprime el limón justo en la hendidura bajo las costillas donde formaba una pequeña posita. Esta vez no se apura mucho, observa el ombligo de Tamara y comienza a lamer más sutilmente, lo que le da algo de cosquillas a la chica, quien no se puede mover para no desarmar todo el cuadro. Diego sigue lamiendo con la punta de su lengua, ya jugando con la sal, mientras Tamara suelta un leve gemido sin querer. Luego Diego toma el shot y se acerca donde lo espera el jugo de limón. Con sus dedos lo esparce levemente hacia las costillas, sólo un poco, y comienza a jugar con succión, lamidas y roce de sus labios. Tamara se retuerce un poco y respira agitadamente.
Diego: Veo que te gustó eso, sonriendo
Tamara, agitada: estamos cada vez más creativos veo
Diego se levanta, y al ir a recostarse, Tamara lo detiene
Tamara: Boca abajo

Luego vierte tequila al costado, en la hendidura justo sobre el pantalón, no era mucho lo que podía verter y derrama hacia los lados.

Diego obedece inmediatamente. Tamara toma la sal, levanta la polera de Diego y vierte la sal a lo largo de la columna lumbar, lame sólo con la punta de su lengua jugando y haciendo círculos. Luego vierte tequila al costado, en la hendidura justo sobre el pantalón, no era mucho lo que podía verter y derrama hacia los lados. Lame con ganas el alcohol con su lengua juguetona y luego exprime limón al otro costado de la columna, esta vez succionando sin miedo. Diego respira fuerte y disfruta del masaje lingual tan agradable que estaba recibiendo.
Tamara, aún succionando el limón: tu turno, dice en voz bajita
Diego se voltea lentamente y ambos se miran directo a los ojos respirando fuerte, las poleras desordenadas y con la piel algo pegote.
Tamara le alcanza la sal y le dice: tú mandas. Diego toma la sal y le indica que se vuelva a recostar boca arriba. Esta vez le baja los tirantes de la polera, notando que no llevaba sostén y baja la polera hasta la axila, quedando el borde justo antes de asomar la areola. Vierte sal siguiendo la línea imaginaria de la areola y comienza a succionarla algo más intensamente, haciendo que Tamara se retuerza y gima algo más fuerte. Luego, ya más agitado, toma el shot, baja la polera hasta asomar el pezón, y vierte el tequila justo sobre éste, haciendo que se endurezca instantáneamente. Vierte más tequila todo alrededor y comienza a succionar directamente el pezón que pedía lengua a gritos. Tamara gemía ya sin control, mientras Diego toma el limón y lo exprime rápidamente sobre el otro seno que descubre rápidamente y chupa ansioso mientras sigue con sus dedos excitando el otro pezón. Tamara ya muy excitada toma conciencia de que están en la playa a vista de todos y dice:
Tamara, agitada: ¿no sería bueno ir a otro lado?
Diego, también ansioso y excitado, acerca una frazada grande que había traído.
Diego: no pasa nada acá en la noche, pero mira, puedo hacer una carpita con esta frazada.
Diego hábilmente arma una pequeña carpita donde se refugian.
Tamara: ¿en qué estábamos?
Diego: creo que te tocaba a ti, sonriendo.
Tamara toma el tequila, la sal y el limón y se sienta al costado de Diego, le desabrocha el jeans, y se los baja levemente. Lo mira picarona y vierte gentilmente sal justo al borde donde queda el pantalón. Se agacha para lamer lentamente y disfrutar del goce de Diego ante la intriga de lo que haría esta chica traviesa y atrevida. Tamara lame, aunque ya no quedaba sal, y baja aún más la ropa de Diego hasta que roza la punta del pene de Diego que ya estaba notoriamente excitado. Diego gime ante la inesperada lengua juguetona que empieza succionar despacito sin ir más allá de la punta que se asomaba. Se detiene, toma un sorbo de tequila, sube hacia donde están los labios de Diego y con los labios empapados de alcohol comienza a frotar los de él mientras asoma también su lengua para lamerlos. Diego toma a Tamara desde su cara y la presiona contra él para besarla apasionadamente mientras ella se deja y se quedan ahí besándose un rato largo, mezclando el alcohol con la sal y el limón. Comienzan a manosearse ya algo ebrios y excitados, y Diego le saca la polera ya desarmada a Tamara y pasa a amasar sus senos sintiendo cómo a ella le gusta y cómo sus pezones se endurecen bajo sus dedos. Tamara se apasiona más besando con más intensidad a Diego, quien se notaba ansioso y deseoso. Le besa el cuello a Tamara, y pasa su lengua por donde había habido sal y limón hace un rato. Ambos gimiendo comienzan simultáneamente a bajarse mutuamente los pantalones sin dejar de besarse. Una vez desnudos, Tamara recuesta a Diego para quedar encima de él, y se sienta sobre su pene sintiendo el suave tacto contra su vagina, bajando lento, sin apuro, hasta quedar dentro. Diego la toma de la cintura sintiendo el vaivén sobre él. Tamara divisa la botella de tequila justo al lado de ellos y la toma, vierte alcohol sobre el pecho y abdomen de Diego y comienza a lamer y succionar toda la piel empapada en tequila, disfrutando como si fuera el cóctel más delicioso que bebiera jamás. Diego gozaba como se deleitaba la chica mientras tomaba sus nalgas y la empujaba contra él para entrar más adentro. Diego le pide que se de vuelta, para hacer lo mismo con ella. Tamara se gira, dándole la espalda, y buscando ser penet rada nuevamente. Diego la inclina hacia adelante mientras busca sentarse, toma la botella y la vacía en su espalda. Comienza a lamer su suave piel blanca buscando no dejar ni un rincón sin su saliva alcoholizada. Tamara gemía buscando las manos de Diego para llevarlas a sus pezones. Diego sigue lamiendo mientras excitaba a Tamara amasando rápidamente sus duros pezones. Se quedaron bailando ahí un rato largo ya que el placer de la posición era notorio. Tamara movía su pelvis de arriba abajo mientras Diego alternaba entre sus nalgas y sus senos, sintiendo que le faltaban manos para tocarla, quería enloquecerla, aunque ella al parecer ya lo estaba. Por el espacio en la carpa hechiza no tenían muchas opciones de poses, aunque ya nada les importaba mucho, más que el placer que estaban viviendo. Diego, intentando no tener que salir, busca quedar acostado sobre su amante logrando quedar él sobre ella, mejilla con mejilla, sintiendo más de cerca sus respiraciones. Tamara busca besarlos, torciéndose buscando sus labios, y Diego se acerca para ofrecerle su lengua. Ambas lenguas juegan ganosas, sabiendo a alcohol y sal. Diego busca con su mano acariciar el clítoris de Tamara y masajear toda la zona, esperando acabar juntos. Tamara lo ayuda con su propia mano, indicándole dónde tocar. Se quedaron ahí un rato en silencio mientras Diego la penetraba y la masturbaba buscando sus puntos clave. Tamara le pedía que siguiera, gimiendo más fuerte, mientras Diego se movía cada vez más rápido, perdiendo un poco el control. Se eleva levemente presionando con su mano libre a Tamara, sometiéndola, sin dejar de estimular su clítoris. Entran juntos en ese ritmo exquisito cuando ya te vas perdiendo en el delirio del orgasmo. Diego, con Tamara sometida bajo su mano, observa su rostro de perfil perdido en la excitación, gimiendo, casi ahogándose, sabiendo que había encontrado el punto de su éxtasis. Diego ahora comienza también a perderse en su propio orgasmo, quedando ambos gritando juntos varios segundos, extáticos, quietos, retorciéndose cada uno en su placer. Al ir volviendo a la realidad, Diego libera a Tamara, se recuesta sobre ella y se quedan ahí abrazados un momento, sin moverse mucho, sólo sintiendo sus latidos, su aliento y el ruido del mar. Sin separarse, Diego busca sacar el pilar que había puesto para armar la carpa, logra agarrarlo con la mano, mientras Tamara no logra percibir lo que hace. Siente la frazada caer sobre ellos, quedando calentitos, sin intención de moverse. Diego deja una pequeña ventanita levantando la frazada, y se quedan mirando el reflejo de la luna sobre el mar, antes de quedarse dormidos, en la misma posición. Se sentían muy cómodos juntos, en silencio, aún algo ebrios, acariciándose las manos.
Al día siguiente Tamara seguiría su rumbo, sabiendo que cada vez que bebiera tequila, sonreiría recordando aquella salada, ácida y alcoholizada aventura playera.

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