Mariano Sánchez, mi jefe, era escribano. Lo conocí de barrio; su despacho tenía una placa dorada. Siempre educado y bien vestido.
Ella, enfermera cautivadora, atrae a todos con su presencia y encanto. Mi padre está bajo su cuidado, y yo busco consuelo en su mundo.
Dalma y yo éramos pareja, ella doctora y yo en informática. Nos mudamos a un semipiso, el B, por presupuesto, añorando el A.
A medida que se acerca a los cincuenta, una mujer reflexiona sobre su vida estancada, sus decisiones y la soledad que siente en su hogar.
Un hombre común y mujeriego, ha fracasado en dos intentos de formar una familia y prefiere la soltería. Cambia de trabajo buscando nuevas oportunidades.
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