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Boca a Boca – Sin querer, queriendo.

...entonces se acercó y a dos centímetros de mi boca me dijo:"pequeña, estás aquí así que te dejo elegir, te lo explico con la boca o con las manos",

Boca a boca

Llegaba tarde, había quedado con él hacía una hora y le había faltado llamar a la guardia civil para localizarme, 5 llamadas perdidas, mensajes en todas las redes sociales, una llamada a mi mejor amiga, etc. La verdad es que me distraje en el trabajo y al salir caí en la cuenta de que era absurdo verle para a penas una hora y media, así que le llamé para a ver qué hacíamos y le bastó un minuto para convencerme, “ven, me traes los papeles que hablamos y de paso me cuentas porqué casi tengo que llamar a la guardia civil para localizarte”. No miento cuando digo que nos habíamos creado auténtica necesidad, sinó le hablaba yo, lo hacía él y no precisamente del tiempo que hacía o de lo que íbamos a comer ese día. Nuestras conversaciones siempre empezaban con cualquier tontería y terminaban con frases como: “tengo ganas de follarte, me he masturbado pensando en ti, ojalá estuvieras en mi cama, te haría esto, lo otro y lo de más allá…”, aquello no tenía fin, éramos algo así como depredadores, siempre con ganas de más…
Así que me subí al coche y en menos de cinco minutos estaba aparcando en su casa, al salir del coche miré instintivamente a su balcón y allí estaba, sin camiseta y con un pantalón corto ligero, de esos que se nota cuándo no llevas nada debajo. Me sentí pequeña, nerviosa e insegura, a pesar de las numerosas veces que aquel hombre había demostrado desearme, todavía me hacía dudar, cuándo le miraba me temblaba el cuerpo y hasta que no le tenía empujando encima como un animal, nunca me lo acababa de creer. Así era yo, una incrédula de nacimiento. Llegué al portal y me abrió, sin yo llamar y sin él preguntar, sabía que había estado mirándome desde el balcón, recreándose, como una bestia esperando a su presa. Subí nerviosa, con el corazón a mil y el sexo palpitandome, sin hacer nada, casi sin verle, solo con la intención de hacerlo, mi cuerpo ya se preparaba. Elegí las escaleras a pesar de ser un quinto, necesitaba no pensar, al llegar a la planta parecía que había estado huyendo de alguien. Me vio desde el marco de su puerta, sonrió y dijo: “¿Qué te pasa pequeña?Parece que hayas visto al lobo, y siento decírtelo, pero lo tienes enfrente”. Era un provocador nato, no se había molestado en ponerse la camiseta, tenía enfrente la viva imagen de la locura, ¿cómo se podía estar tan bueno, saberlo y utilizarlo para provocar?. Crucé la puerta de su casa casi sin mirar y le dije: “dame agua por favor”. Se rió y contestó:”yo te doy lo que tu quieras”. Dejé los papeles que llevaba encima de la mesa de la cocina y me sirvió un vaso de agua fría. Miré de reojo su espalda desnuda mientras abría la nevera, había estado entrenando y estaba aún sudado, el pantalón le caía justo en una parte muy baja de la espalda, y entonces me excité mucho pensando en su culo, me invadia la humedad en el coño al recordarlo tan prieto, moviendo la cadera y deslizándose en mí. “Deja de pensar en mi culo y tócalo sin miedo pequeña, lo estoy deseando y llevo una puta hora esperándote, créeme que tengo muchas ganas y sabes que no me gusta esperar”. Me quedé en shock, ¿cómo que muchas ganas?, yo estaba a punto de correrme de ver aquél puto espectáculo. Pero iba a hacerle esperar, eso estaba claro, me resistía a darle todo lo que me pedía por pura lucha de egos, así que le conté porqué había llegado tan tarde, me dijo que lo entendía pero que otro día le avisara, le pregunté por los entrenamientos, me contó que había estado haciendo ejercicio en casa para aplacar la agonía que le provocaba esperar. Siempre le recuerdo impaciente, quejándose de los impuntuales y queriéndolo todo para ayer, de jovencitos me ponía nerviosa que no respetara los tiempos naturales de las cosas y lo seguía haciendo. Cuando me armé de valor le dije:”no sé muy bien qué hago aqui, deberíamos parar esto ya”, entonces se acercó y a dos centímetros de mi boca me dijo:”pequeña, estás aquí así que te dejo elegir, te lo explico con la boca o con las manos”, le miré fijamente, pelo recién cortado aunque ligeramente despeinado por el ejercicio, torso desnudo y sudoroso, brazos fuertes, media sonrisa con oyuelos y el pantalón cayéndole en las caderas, ¿De donde había salido?. De mis fantasías, si, decidí pasar a la acción, no teníamos mucho tiempo y de repente quise acelerar, me levante y me fui al baño (tenía la regla y necesitaba asearme). Al volver no le encontré en la cocina, tampoco en el salón así que me fui directa a su cuarto.

entonces se acercó y a dos centímetros de mi boca me dijo:”pequeña, estás aquí así que te dejo elegir, te lo explico con la boca o con las manos”,

Le encontré mordiéndose el labio con una toalla en la cintura, me miró y me dijo, “necesitaba asearme un poco”, me acerqué, le empujé y cayó en la cama, le aparté suavemente la toalla y le acaricié la polla. Empezamos a besarnos mientras le acariciaba, sus besos eran húmedos, muestra de tener auténtica hambre y a mordiscos le pedí que me lo explicara con las manos, yo sabía que lo de la regla le daba exactamente igual, así que me acerqué a su oido y le dije: “mancharemos las sábanas que tengo la regla”. “Me la suda, como si tengo que tirarlas” dijo entre besos, y por su respuesta me atrevo a decir que le gustaba aún más. Me sacó de un tirón la camiseta por el cuello, desabrochó mi pantalón vaquero a velocidad récord y metió la mano por dentro de mis bragas, joder que manos más sexis, que manera de tocarme y hacerme enloquecer. La cosa empezó a arder y cada vez me lo hacía más fuerte, no veía el momento de tenerle dentro, le pedí que parara para hacerlo y me dijo: “primero vas tu que quiero verte la cara mientras te corres”. Y me dejé llevar, estuve mirandole la cara de guapo que tenía mientras me follaba con los dedos, hubo un momento que sacó la mano y empezó a frotarme el clítoris, ahí morí yo, con su cuerpo encima y su mano dándome placer. Me comió la boca para absorber mi orgasmo y cuándo acabé le dije:”haces magia” y me respondió: “me vuelves loco, tengo el rabo para partir nueces, date la vuelta que te voy a follar así, mojada hasta las trancas”. Me di la vuelta y le vi ponerse un condón, me hubiera vuelto a correr mirándole, un gesto suyo tan sexi y me desvanecía, una mirada sensual antes de follarme como una bestia a cuatro patas. Así que me dejé hacer, me penetró de una, hasta el fondo, tuve que aguantar para no caerme y en las siguientes embestidas me sujetó la cintura y siguió apretándome la nalga hasta dejarmela rosada. Me giré a mirar…menudo panorama, aquel hombre era todo sexo, su mirada de auténtico deseo, la boca entre abierta, los dientes apretando fuerte su labio inferior y sus brazos sujetandome el cuerpo. “pequeña, te prometo que te follaré así hasta que me muera”. Yo en ese momento, creo que me disocié y le pedí más, antes de acbar le dije; “aaah, duro, joder, duro hasta que me corra”. “No se hablé más…” respondió y lo siguiente que vino ni lo recuerdo, todo era sexo, locura, pasión con gritos y sonidos como si fueramos los únicos en el puto planeta, me corrí tras un empujón y se corrió metiéndome los dedos en la boca. Caí desplomada en la cama, con él encima casi sin poder respirar, esta vez fui yo quien le comí la boca hasta que le duró el placer y nos apretamos los cuerpos como reptiles, asfixiados de tanto gusto, aquello no era normal, qué coño, aquello era la puta gloria.

 

al salir del coche miré instintivamente a su balcón y allí estaba, sin camiseta y con un pantalón corto ligero, de esos que se nota cuándo no llevas nada debajo.

Estuvimos un rato pegados y pensé, ¿cómo recomponerse de aquello?…Pues con buen humor, claro, así que le dije que igual me planteaba llegar siempre tarde a nuestras citas para que me diera candela de la buena. Se rió y aunque me había cedido el puesto para correrme antes, “voy a vengarme, antes de irte, me lo explicas tú a mi”, le miré con desdén y me reí por dentro. Nos pusimos la ropa interior con más pereza que ganas, no era por no estar desnudos, sino por poder hablarle sin querer volver a follar. Pero nadie lo impidió, ni él ni yo, minutos después, con la ropa interior puesta, fui yo quien entre besos, empecé a restregarme con su polla hasta ponerle enfermo. “Sino paras al final, la tendremos”, “pues entonces tengamosla, sin querer, queriendo” le dije mirándole muy cerda, “tu lo has querido” sentenció. Otra vez, estábamos comiéndonos mutuamente, primero me puse a mamársela hasta hacerle bizquear, cuando se cansó de estar de pie me llevó de la mano al sofá y se sentó. Me miraba, me decía que le encantaba la cara de cerda q le ponía comiéndole la polla. Y que polla tenía, era increíble, me hacía descararme por completo, puso los ojos en blanco, intuí que estaba a punto y paré de golpe.

Me comió la boca para absorber mi orgasmo y cuándo acabé le dije:”haces magia” y me respondió: “me vuelves loco, tengo el rabo para partir nueces, date la vuelta que te voy a follar así, mojada hasta las trancas”.

Me fui a por un condón a la habitación y cuando volví estaba masturbándose fuerte mientras se mordía el labio, ¡qué imagen!, Le miré y dijo: “ven, quiero follarte aquí, vas a flipar con lo que voy a hacerte”. ¿Más?, Respondí con una sonrisa y me tumbé a su lado, le pasé el condón y se lo puso rápidamente, me dijo q me pusiera de espaldas, arqueé la espalda para acercarme a su pelvis, tanteó la entrada y entró en mi. Recibí su golpe con gusto, pero dolió, puse un gesto de molestia y entendió que tenía que ir más suave, me abrazó por la cintura y bajó su mano hasta mi clítoris, empezó a acariciarme lentamente, se relamió los dedos y volvió a hacerlo. Estaba repleta de placer, sentía sus penetraciones lentas y acompasadas por detrás mientras me acariciaba por delante, entonces empezó a besarme el cuello y pensé que era imposible sentir más, se deshizo en atenciones hasta que lo consiguió, me corrí mientras me decía barbaridades en el oído. Terminé y al contraer los músculos, sentí que él terminaba conmigo, se sacudió dentro de mí y le besé, quise agradecerle aquello con un beso tierno, prácticamente sin respiración. 3-2. Aquello no tenía ni nombre, no se podía explicar con palabras, no había manera de ajustar nada de lo conocía a eso. Le adoraba, era mi Dios y yo su súbdita. Nos vestimos y me dijo: “Pequeña, te invito a algo que nos lo hemos ganado”. Bajamos a la cafetería de bajo de su casa y tomamos algo rápido, al despedirnos me dijo con sorna, “me debes una, a la próxima empiezo yo”, me reí, ¿qué más podía hacer?, Yo era una loca y el un loco conmigo.

 

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