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    Mïchïï

    hace 2 años, 4 meses

    Mïchïï seducida por su viejo vecino 1ra parte…
     
    La joven Michelle se despertó casi de un salto de su cama. El celular sonaba ya en su tercera alarma y marcaba para su horror las 7:30am lo que indicaba que iba a llegar tarde a su escuela. Como pudo eligió la mejor ropa para lo que se sentía que iba a ser un agradable día de primavera, peino su lisa cabellera negra que hacia un gran contraste con su piel blanca, casi pálida y salió como una bala hacia la cocina.
     
    —Vas a llegar temprano querida hija, te deje unas tostadas hechas en la mesada —Dijo Marta con su característico tono sarcástico con un pequeño toque de reproche, era su forma de dirigir ese hogar sin parecer muy rezongona, aunque de todas formas confería autoridad.
     
    —Llego bien, gracias má —Respondió en voz baja Michelle, ya en parte para evitar confrontación con su madre y en parte para poder salir lo mas rápido hacia la universidad.
     
    —Mira que hoy hay paro de autobuses y funcionan solo las líneas básicas michi – Le recordó de forma casi alegre su hermana menor Lucia de 18 años que se estaba aprontando para ir al secundario.
     
    Que manera mas desmotivadora de arrancar el día pensó. Desde que su padre se vio obligado a tomar un segundo empleo por un giro en la situación económica de la familia este estaba ausente de la casa desde muy temprano, a las 5am y volvía altas horas de la noche. Por ende ni él ni su madre la podrían llevar en auto.
     
    Abrió el portón del frente de casa y salió con gran apuro hacia la parada de autobuses no sin antes recibir el ya casi rutinario saludo a la distancia de su viejo vecino de al lado que estaba regando el jardín de su casa.
     
    —Buenos días vecina ¿Por qué vas tan apurada? —Dijo en forma jovial.
     
    —Buen día Alberto
     
    Estaba ya tan alterada que ni siquiera respondió la pregunta del “jubilado panzón”, como se referían en broma ella y su familia. Si bien habían sido vecinos de hace muchos años siempre habían tenido una relación cordial, no cálida ni nada por el estilo pero si donde se ayudaban en cosas referentes al vecindario o favores con la casa, etc… De todas formas Marta, su madre, siempre tuvo ciertos reparos con Alberto, como si que algo en el no le daba buena espina, para Michelle en cambio no había nada malo en ese hombre y no entendía porque su madre lo veía así.
     
    Concentrándose ahora en regar bien sus plantas el viejo Alberto decidió esperar unos segundos antes de volver a seguir con la mirada a Michelle. A pesar de la forma humilde y recatada en la cual vestía Alberto no podía dejar de apreciar el cuerpo de esa joven. Estaba muy bien “proporcionada” pensaba en broma el viejo, recordando las pinturas renacentistas, aunque con una diferencia, que esta joven estaba mas tonificada por el ejercicio. Además le estimo lo que serian unos 1,70 de altura y donde seguía conservando muchos rasgos juveniles que le conferían un aire de inocencia. Esto hacia que fuera un paquete muy apetecible, sin caer en lo lujurioso de culos y tetas enormes que eran el estándar de belleza en estos días.
     
    Pero sin dudas otra de las cosas que atraían al viejo a esta chica era lo poco que conocía de su personalidad. Era de perfil bajo, muy solidaria y humilde, no como las demás jóvenes de su edad que actuaban casi asqueadas de su presencia por el hecho de ser una persona mayor. Es como si ella no hubiera conocido aun el mal del mundo y todavía conservaba su inocencia. Solo en pensar lo que era esa joven mando un cosquilleo en su entrepierna, lo que sería disfrutar una jovencita como esa se decía el viejo a sí mismo.
     
    Con 68 años, mucho tiempo libre y sin nada que hacer Alberto se encontraba constantemente mirando mujeres jóvenes y deseándolas. El hecho de que viviera solo casi toda su vida no ayudaba en absoluto, desde que comenzó a envejecer su suerte con las mujeres declino, con una caída abrupta cuando estaba en sus cincuentas. Ya no era el Ingeniero con mucho dinero, carismático y que con dulces palabras, un poco de trabajo o alguna mentira podía llevarse a una mujer a la cama. Ahora era un viejo con avanzada calvicie y fuera de forma, que disfrutaba de sus últimas décadas en un aburrimiento del cual siempre estaba intentando escapar. Para ello tomaba constantemente nuevos hobbies y proyectos. Para su suerte él era ágil mentalmente y no le costaba tanto aprender cosas nuevas, incluso aunque se tratase de tecnología.
     
    Volviendo a Michelle esta ya se encontraba en un autobús rumbo a la universidad. Estaba de pie agarrándose como podía de una de las barandas del techo en aquel abarrotado vehículo se puso a pensar en todo lo que había cambiado su vida en los últimos meses. Por la situación económica del país el estándar de vida su familia había decaído y su padre estaba casi siempre ausente debido al segundo empleo que se vio obligado a tomar, su madre también comenzó a trabajar y todavía se encarga de dirigir la casa y sus integrantes. De esto estaba muy agradecida ya que si bien sus padres eran un poco estrictos, se esforzaban siempre en darle lo mejor a sus dos hijas. Es así que ellos se hacían un gran esfuerzo para poder pagarle la universidad privada donde Michelle estudiaba una carrera de la rama artística.
     
    Para ella era la mejor carrera del mundo ya que podía hacer lo que más le gustaba, sus estudios implicaban diseño gráfico, dibujo, fotografía y historia del arte. Eran de las cosas que más alegría le traía y le encantaba aprender cosas nuevas, estaba constantemente buscando consejo de cómo mejorar y le encantaba hablar con sus compañeros y profesores sobre el tema.
     
    Un repentino movimiento producido por un bache en la carretera provoco que se saliera por un momento de sus pensamientos. Algunas personas comenzaban a abrirse paso a la puerta de atrás del bus ya que faltaba poco para la próxima parada, Michelle trato de pegarse lo mas posible al asiento que tenia frente para dejar pasar a las personas por detrás en el pasillo. El respiro y espacio libre que se produzco al bajarse los pasajeros en la parada duro poco ya que ahora más personas abordaban el autobús, llenándose nuevamente todo el espacio que había sido liberado y formando así un tumulto de personas apretadas.
     
    Es así que Michelle sintió el soplido de una respiración un poco saturada y profunda en la parte de atrás de su cuello. El incesante abordaje de pasajeros hasta el tope del autobús hizo que las personas se tuvieran que comprimir aun más para permitir el ingreso de más pasajeros lo que hizo que Michelle terminara apretada contra el costado de un asiento. Ahora no solo la respiración sino que también el cuerpo del individuo que estaba detrás de ella terminaron pegados contra la parte de atrás de su cuerpo.
     
    Como odiaba viajar en buses llenos, sabía muy bien que algunos individuos aprovechaban esas situaciones para “apoyarse” en las mujeres. Michelle si bien era humilde y hasta un poco inocente en algunos aspectos sabía lo que ser una joven de 19 años provocaba en los hombres. Una cerrada curva la obligo a sujetarse con firmeza a la baranda del techo del autobús pero lo que hizo que se sobresaltara aun mas fue sentir el rose de la mano del individuo de atrás que también ante la sorpresa de la curva se vio obligado a repentinamente sujetarse de la baranda del techo para no perder el equilibrio, la joven corrió un poco su mano para no estar en contacto con la mano de aquel hombre.
     
    De todas formas a pesar que ya habían pasado la curva seguía sintiendo la presión de aquel hombre por detrás y para su horror se dio cuenta de que él había aprovechado para acomodarse un poco y ahora estaba apoyando su entrepierna en la cola de la joven. No solo eso sino que también ahora el sujeto había colocado su mano en la baranda mas cerca de la suya.
     
    El temblor y bamboleo del autobús sobre el camino no ayudaban en lo absoluto y el hombre ya casi restregaba una mediana erección que se podía sentir a través de los pantalones en las nalgas de Michelle. ¿Cómo podía ser que se le apoyara sin ninguna vergüenza? Estaba viajando en un autobús y todavía no entendía como podía sufrir un asalto tan personal a su intimidad.
     
    La situación al momento le parecía repulsiva, si bien era algo que sucedía en poquísimas ocasiones ella nunca se había animado a enfrentar al agresor y hacer un escándalo. No era parte de su forma de ser, no le gustaba ser confortativa.
     
    Para su suerte al mirar por la ventana reconoció una famosa tienda, eso indicaba que su parada estaba ya a tres cuadras, era señal de que se tenía que bajar. Trato de escabullirse por un costado no sin antes pedir permiso. La gente en su alrededor salió de sus ensoñaciones y se movieron un poco, luego escucho una voz ligeramente ronca detrás de ella, que respondía al pedido de permiso de la joven.
     
    —Cómo no bombón, pasá. —Dijo en un tono cargado con cierta malicia.
     
    Michelle levanto la mirada y apenas tuvo un vistazo de la asquerosa sonrisa que aquel hombre canoso le estaba confiriendo. Enseguida aparto su mirada y se abrió paso entre el mar de pasajeros hacia la puerta trasera del autobús, para luego bajarse en su parada y caminar hacia la universidad.
     

     
    —Mira como estas pendejo que ojete que tenés —Pensó para sí mismo Alberto mientras suspiraba. Ya ni siquiera podía sentarse en el pórtico de su casa sin ser estimulado por alguna jovencita que pasara frente a su vereda.
     
    Y es que a pesar de su avanzada edad el viejo todavía se excitaba al ver mujeres atractivas. Era una bendición y a su vez una maldición para él. Por un lado parecía un veinteañero  en constante estado de excitación, solía masturbarse con frecuencia de 6 a 8 veces a la semana. Pero por otro lado en su exterior no era el joven que solía ser, y en consecuencia las mujeres lo trataban (o lo ignoraban) sin ningún interés.
     
    Este estado de constante de excitación combinado con todo el tiempo libre que disfruta un jubilado lo tenia en un estado de frustración sexual que cada vez iba creciendo. Había adoptado numerosos hobbies y pasatiempos para mantener ocupada la cabeza pero el deseo por el contacto humano con el sexo opuesto era algo muy difícil de suprimir. Su soledad y falta de amigos no ayudaba para nada.
     
    Alberto transcurrió el resto del mediodía y tarde tendiendo su gran jardín. Ese era otro de los pasatiempos que había adoptado para pasar el tiempo y si bien de a poco se estaba aburriendo del mismo, por lo menos lo ayudaba a pasar los días. Se quedo pensando en que otra actividad podría hacer para no aburrirse pero la verdad que no se le ocurría nada mas.
     
    Eran ya cerca de las cuatro de la tarde y mientras organizaba y podaba algunas de sus plantas del frente de su casa, Alberto detecto que una chica venia caminando suavemente por su vereda, era Michelle. Enseguida Alberto se levanto de su banquito y desde su jardín saludo de nuevo a su vecina.
     
    —Te noto mas tranquila ahora ¿Qué paso que saliste tan apurada? —Pregunto de forma amigable el viejo, casi como bromeando con su vecina. Michelle enseguida sonrió y se puso colorada, aquella mañana había sido una locura.
     
    —Si emmm —Dejo de caminar, hizo una pausa y sonrió de nuevo aun colorada—. Podría decirse que fue una mañana estresante, me levante tarde, había paro de autobuses y justo hoy tenia que entregar un trabajo para la universidad.
     
    —Epa día difícil —Contesto con una risa un poco forzada queriendo caerle bien – Bueno al menos estas en una sola pieza y no te paso nada— Continuo riendo mientras la miraba de arriba abajo como corroborando que a la joven no le faltase ninguna parte.
     
    —Por suerte salió todo bien y pude entregar el trabajo al final.
     
    —Vos estudiabas ingeniera en sistemas ¿No? O algo de computadoras si mal no recuerdo.
     
    La pregunta le causo gracia y ternura a Michelle. Aquel hombre que vivía solo de hace muchos años quería entablar una conversación, sin duda para él hablar con una persona debía de ser algo que anhelaba y que seguramente alegrara su día. Sabiendo que podía alegrarle la tarde al hombre con solo conversar con él, la joven termino riendo y dándole charla.
     
    —¡No! Estudio licenciatura en artes visuales —Contesto a modo de reproche amigable—. Hay algo de computadoras si por la parte de diseño grafico pero nos dedicamos también a la fotografía y dibujo.
     
    —Vas a tener que saber perdonar a este pobre viejo jeje. Esas carreras nuevas me suenan tan raras ¡Ni se lo que hacen! —Enseguida pensó en algo mas que agregar— Creo que solo se que es fotografía, compre hace unos meses una cámara de las ultimas pero nunca supe como usarla, son muy complicadas.
     
    A Michelle enseguida se le encendieron los ojos, justo estaba en medio de una materia donde estaba aprendiendo a usar cámaras réflex y los principios básicos de la fotografía. Había encontrado un punto en común con el cual hablar con ese viejito. Contesto rápidamente y con entusiasmo.
     
    — ¡Es súper fácil!… Bueno en realidad no tanto, pero no es muy complicado. Pasa que hay que saber por dónde empezar… – La voz juvenil y femenina estaba intoxicando al viejo, ya con tenerla frente a él entablando una conversación había hecho que una respetable cantidad de sangre se moviera a un órgano en su entrepierna.
     
    —Para vos que sos joven es fácil, ya cuando te empiezan a atacar los años se complica eh —Dijo guiñando—. Me vas a tener que enseñar algún día ¿Qué decís?
     
    La verdad que Michelle no quería entrar en tanta confianza con el vecino. En seguida reparo en una de las plantas que había cultivado Alberto y cambio de tema rápidamente, evitando contestar la pregunta que le habían hecho.
     
    — ¿Es eso una margarita? —Pregunto con genuino interés.
     
    —Lo es, estoy viendo de plantar más flores en el jardín del frente ya que en el de atrás de casa esta bastante lleno. Estoy trayendo algunas de esas plantas para el frente para ver como quedan ya que me estoy quedando sin espacio en la parte de atrás.
     
    — ¿En serio? Los patios de nuestras casas son bastante grandes ¿Cómo hiciste para plantar tantas flores?
     
    —Bueno pasa que no solo hay flores, hay varios tipos de plantas, además instale una fuente e hice traer unas estatuas, hice todo un ambiente bastante lindo, una pequeña muestra del jardín del Edén podría decirse— Bromeo.
     
    Mientras su vecino le contaba que era lo que había hecho en su jardín de atrás Michelle escucho el ruido del auto de su madre estacionando frente al garaje, miro al frente de su casa y vio a su madre y a su hermana abrir el baúl del auto para sacar una gran cantidad de bolsas de compras de supermercado. Esto le dio una excusa para despedirse de su vecino.
     
    —Bueno me voy a ayudar a entrar las compras a mi madre que si no me mata, nos vemos – Se despidió con una sonrisa y se dispuso a irse
     
    —Chau, y nos queda pendiente que me enseñes a usar la cámara eh.
     
    Michelle simplemente miro para atrás y sonrió mientras se alejaba camino al baúl del auto de su madre. Se encontró con la mirada de su hermana que tenía una expresión pícara y curiosa:
     
    — ¿De qué hablabas con el jubilado panzón?
     
    —Y… de la vida y sus misterios.
     
    Ambas rieron a la vez, tenían un humor que solo se entendían entre ellas y siempre se estaban haciendo bromas. Lucia se conformo con la respuesta y enseguida se apuraron a entrar las compras a su casa antes de que su madre les dijera algo.
     
    Alberto volvió a sentarse en su banquito para continuar con su labor botánica, la conversación lo dejo con una media erección. Se puso a pensar enseguida como podía generar mas interacción con su vecina, tan solo había sido una conversación de 5 minutos pero tener a una fémina tan cerca lo había puesto a mil.
     
    Daba ya por descontado que iba a comprar una cámara, le había mentido sobre que el tenia una, pero en vista de que a la joven le interesaba tanto el tema del diseño y la fotografía decidió que iba a comprar una bien cara y compleja, tal vez así podría generar mas interacción con ella. Decidió que aquella noche iba a encargar una a través de alguna tienda online, total dinero le sobraba.
     
    Eran ya cerca de las once de la noche y Michelle se dispuso a dormir. Acostada en su cama en la obscuridad y mirando hacia el techo iluminado por una tenue luz que entraba por las persianas se puso a pensar en muchos de los trabajos que tenía pendiente para la universidad. Había un par de consignas para un par de asignaturas creativas para las cuales no había decidido que estilo y lineamientos creativos iba a tomar, mientras pensaba de qué se podía tratar su siguiente serie de dibujos de naturaleza muerta se acordó de lo que le había pasado esa mañana.
     
    Recordó como aquel hombre horrible la “apoyo” durante el viaje en autobús. Lo que mas le impactaba era como era posible que estos individuos hicieran semejante cosa de forma tan descarada. La verdad que le había costado un poco borrar la sensación del miembro de ese hombre apoyado en su cola, por suerte para ella las clases de la universidad y sus temáticas eran lo que mas le gustaban y había podido de a poco olvidar el encuentro por el resto del día. De todas formas ahora que estaba acostada siguió recordando partes de aquel encuentro, de cómo invadieron su espacio personal, como aquel hombre había acercado su mano a la de ella en la baranda y como sintió la respiración en su cuello. Había algo tremendamente poderoso en aquel acto, como la había podido doblegar y pasar por arriba su intimidad, sabiendo tal vez que ella no le diría nada. ¿O era acaso que el hombre pensaba que a ella le gustaría y por eso ella no dijo nada? Mientras mas se ponía a ahondar en tema mas rara se sentía. Seguramente aquel hombre del autobús sabía que no tenía ninguna chance con ella en un cortejo normal y por ende se impuso de aquella manera, la única manera en la cual podía tener contacto con su joven y atractivo cuerpo.
     
    Era el hecho de verse como un objeto de deseo, ser usada, ultrajada, era lo que le estaba despertando una sensación de rara excitación. Perdida en sus pensamientos se sorprendió al darse cuenta que su mano derecha estaba ya por debajo de su short de pijama y bombacha acariciando el exterior de su vagina la cual estaba entrando en un estado de humedad. Decidió rendirse e introducir un par de dedos en su interior, mientras se estimulaba no dejaba de pensar en aquel encuentro. Que hubiera pasado si aquel hombre hubiera sido aun más audaz y con su mano libre la hubiera manoseado. Se imaginaba a aquel señor pasando la palma de su mano por la parte de atrás de sus muslos hasta llegar a la cola y desde ahí dándole unas buenas apretujadas. O tal  vez si pasara la mano alrededor de ella por debajo el brazo y se centrara en sentir y tocar su vientre para luego subir y tratar con dureza sus pechos. Mientras pensaba en aquello Michelle continuaba cada vez mas empedernida en su estimulación, ahora con su mano izquierda apretando y morreando sus pechos como para simular lo que haría aquel hombre. Manteniendo ese ritmo se estaba acercando al orgasmo, por ultimo pensó en la cabeza del hombre inclinándose sobre ella para olerla, tal vez para tocar su pelo, o para decirle algo al oído. La sensación de estar doblegada a la total merced de un pervertido era extremadamente morbosa, no entendía porque, se suponía que le tenía que causar desagrado.
     
    De todas formas su organismo le decía otra cosa, la idea le parecía cada vez más salvaje y provocadora mientras mas se adentraba en ella. La estimulación continuo mientras se imaginaba al viejo tomándose mas libertades con su cuerpo. Se imagino el contraste entra la rugosa mano de aquel sujeto contra su blanca y suave piel, el contacto, no pudo contenerse mas.
     
    La espalada de la joven se arqueo hacia adelante y para suprimir sus gemidos se mordió el labio inferior. En cuestión de segundos tuvo un poderoso orgasmo que la dejo rendida en su cama, su bombacha y el short estaban hechos un desastre por los fluidos que había liberado, pero en aquel momento no le importo y se dejo caer un placentero sueño.

    Continuará…

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