Memorias Escolares de Sexo Con Madura

llega tarde a la escuela y se encuentra con una mujer madura y hermosa. La tensión entre ellos es palpable mientras ella le ofrece ayuda.

Llegué a la escuela de comercio, a las 7:30 horas, como estaba retrasado entré por el estacionamiento de los maestros y de un auto estacionado vi que se asomaban un par de piernas muy bien torneadas para dar salida a una mujer madura con un cuerpo muy bien formado, estéticamente era perfecto parecía una estatua esculpida por Miguel Ángel, su moreno rostro mostraba muy ligeramente el paso del tiempo tal vez me triplicaba en edad, me detuve para contemplarla, vestía una minifalda y una blusa, ambas prendas eran ajustadas a su bello cuerpo, la blusa era un poco escotada por lo que me llamó la atención su busto; ella me sorprendió observándola, yo estaba fascinado con su belleza ya que nunca había visto a una mujer madura tan hermosa como ella, me sonrió y con su dedo me indicó que me acercará a ella
• Hola
• Hola – le respondí –
• Por aquí no puedes pasar, es exclusivo de los maestras y maestros de la escuela
• Perdóneme, maestra, no lo sabía, es que no hay ningún aviso ni tampoco vigilante y vengo a presentar el examen de admisión
Mientras le hablaba, ella me miraba de manera intensa, había tensión entre nosotros.
• Para llegar a los salones tienes que salir y rodear el edificio para entrar por la calle de Madero, pero como me caíste muy bien puedes entrar por aquí, dame un momento y te llevó.
• Muy bien muchas gracias, maestra
Ella giró su cuerpo, apoyó su rodilla en el asiento del conductor y se empinó sin el menor decoro, sus pantorrillas eran fuertes y anchas, su minifalda se subió, pude ver sus piernas qué eran bonitas y firmes, moldeadas por el ejercicio físico, pero lo que más me llamó la atención fue su redondo y voluptuoso trasero, en ese momento yo quería acariciarlo anhelé que el tiempo se detuviera para poder seguir disfrutando de ese panorama qué la maestra me ofrecía, en ese momento ¡¡quería sentirla mujer y hacerla mía!!, deseaba sentir sus carnosos labios en besos húmedos llenos de saliva besos intensos y salvajes; me acerqué a ella justo en el momento en que salía de su auto, se dio cuenta que la miraba de manera libidinosa y me pareció ver en su madura boca una sonrisa de orgullo al sentirse deseada por un joven


• ¿Todo bien? – me preguntó –
Y con un tono lascivo de voz le respondí
• ¡¡Muy bien maestra, todo muy bien!!
Ella entendió mi respuesta y con una sonrisa de satisfacción me preguntó
• ¿Vamos?
• Vamos maestra
Caminamos unos 50 metros para llegar al patio donde se encontraban los salones donde se aplicaría el examen.
• Tienes que buscar el salón que te programaron para el examen
• Muchas gracias, maestra
• De nada y espero verte por aquí más seguido.
• Espero que si maestra, para verla, eso es lo único que pido… verla.
Ella me guiñó un ojo y me deseo mucha suerte en el examen; me quedé pensando sobre lo que paso en el estacionamiento, nunca tuve una experiencia como la de este día y mucho menos con una mujer madura y además maestra.
Localicé el salón donde se llevaría a cabo la aplicación del examen, ocupé el pupitre que me asignaron estaba a un lado de la puerta por lo que tomé asiento como me lo indicaron. A las 8:00 en punto entró al salón el aplicador del examen, mi sorpresa fue enorme cuando vi que ella aplicaría el examen, pero sobre todo un gran distractor para mí. Ella se sorprendió al verme en el salón y se dibujó una sonrisa en su boca.
Me sonrió muy coqueta cuando llegó a mi asiento para entregarme la prueba y las hojas de respuesta y durante el examen de 3 horas me miraba con interés, de vez en cuando miraba hacia otro lado o se ponía a hacer algo, caminaba entre los asientos para hacer sentir su presencia, ella se detenía frente a un asiento y veía el examen del alumno o alumna, pero cuando se detenía a mi lado su pie tocaba el mío, me estaba coqueteando.
Después de 2 horas y media, solo quedaba yo en el salón los demás examinados ya habían terminado el examen. Ella se acercó a mi asiento y sus caderas rosaban mi brazo de manera muy provocativa
• ¿cómo vas en tu examen? – me preguntó –
Y mirándola a sus ojos
• Muy bien maestra, muchas gracias, es un examen fácil y ya terminé de responder todas las preguntas, no se lo entregué porque quiero seguir viéndola, usted me gusta mucho es una mujer muy… bella, fascinante y excitante
• ¿Así me consideras?
No le respondí con palabras, lo hice acariciando su pantorrilla ella se sorprendió por mi atrevimiento, pero no se alejó de mí, sentí la firmeza de su pantorrilla, lentamente subí mi mano para acariciar su pierna, escuchaba sus gemidos, estaba excitada por mis caricias, ella abrió sus piernas para que mi mano llegará más arriba hasta donde lo permitiera su ajustada minifalda, su respiración cambió notoriamente convirtiéndose en intensos jadeos, mi mano seguía intentando subir más por su pierna sin lograrlo, pero acaricié sus redondas y firmes nalgas la maestra acarició mi cabello y se inclinó para darme un beso de lengua, aproveché la oportunidad para ponerme de pie y llevarla hasta la puerta para que se apoyara en ella, aun seguíamos besándonos y metí mi mano en su blusa y acariciarle un seno, pude abrir un espacio entre su sostén y su piel para acariciar su pezón que se sentía inflamado y duro por las caricias que estaba recibiendo; esta caricia lujuriosa hizo que aumentara la intensidad del beso, su lengua tenía una fuerte lucha con la mía tratando de dominarla, pude liberar el pezón de la prisión del sostén, lo pellizcaba y dejé de besarla para morder su pezón provocando fuertes emociones de lascivia en la maestra que presionaba mi cabeza con su pezón, levanté su minifalda para poder manosear sus carnosos muslos, pero como mujer experta pudo controlarse, y con voz entrecortada me dijo
• Me gusta mucho tu atrevimiento, pero por favor tranquilicémonos alguien nos puede ver.
Se arregló su sostén y su blusa para que no hubiera señales de lo que había pasado. Ella se dirigió al frente del salón, sus piernas no tenían fuerzas para caminar, se notaba nerviosa y muy excitada; se sentó en la silla del escritorio y se entretuvo arreglando los exámenes para recuperar la calma ya que jadeaba y se notaba nerviosa, tomó un examen para echarse aire para bajar la temperatura de su cuerpo, me miraba con ojos llenos de lujuria, ella recobró la compostura cuando tocaron la puerta del salón, era una maestra que avisaba qué faltaban 15 minutos para finalizar la prueba. Me puse de pie para entregarle mi examen, al acercarme noté que aún estaba muy excitada por mis caricias, le acaricié su busto nuevamente provocando qué gimiera de placer, y más que pedirle le ordené
• Maestra, quiero verla saliendo de la escuela.
Y con voz temblorosa me dijo
• Yo también quiero verte, espérame por favor en el jardín qué está a 2 cuadras de aquí, en 20 minutos estaré ahí.
• Muy bien maestra, ahí la espero
Me acerqué a su boca y le di un beso en sus labios él cual fue correspondido por ella. Salí del salón saboreando su lápiz labial en mis labios y me dirigí al jardín en donde nos veríamos, tenía una fuerte erección muy notoria.
Camino al jardín pensaba en lo que había sucedido, no podía creer lo que pasó, fue algo inusitado todas mis relaciones sexuales fueron con mujeres de mi edad y después de un tiempo de conocernos, en ese momento me consideré muy afortunado ya que conquisté a una mujer madura qué es el trofeo para la vanidad de todo joven y teniendo en mente lo que estaba por venir estaba muy excitado y a la vez desesperado, parecía león enjaulado y esos 20 minutos se me hicieron una eternidad. Me tranquilicé cuando vi su auto acercarse y la excitación aumento. Ella era puntual, subí al auto y la pasión renació nuestras bocas se volvieron a encontrar mis manos se dirigieron a sus piernas nuestros besos eran muy húmedos llenos de nuestras salivas mi mano por fin pudo acariciar sus piernas y pudo llegar a la entrepierna, la maestra jadeaba debido a las caricias que recibía.
Ella tal vez pensó que iríamos a un motel, lo más normal en esta situación, pero le pedí que condujera a mi casa, noté en ella un poco de duda.
• No se preocupe maestra vivo solo, nadie nos molestará -le dije –
Ella se tranquilizó y dijo
• Ok, ¿A dónde me dirijo?
Le indiqué hacía a donde dirigirse; durante el trayecto yo seguía manoseando sus piernas, estaba fascinado con ellas nunca había visto y mucho menos acariciado unas piernas tan bellas. Cuando el auto se detenía la mirada de ella se dirigía a mi erección provocando un morbo en ella.
Llegamos a mi casa, metió su carro a la cochera, le ayudé a bajar del auto y en ese movimiento abrió sus piernas dejándome ver el interior de su minifalda, ella vio la erección qué tenía y nos dirigimos hacia el interior de la casa rápidamente estábamos urgidos de consumar ese encuentro carnal que anhelábamos, ella se quiso desnudar y la detuve.
• Permítame, maestra, yo quiero hacerlo concédame gozar cada instante de este encuentro, por favor.
• Claro que si mi niño, goza de mi cuerpo que es todo tuyo.
Quise disfrutar de esa fruta madura, jugosa, apetecible y si era de un huerto ajeno pues más se me antojaba probarla. Desabroché su blusa rápidamente estaba urgido por ver y acariciar su cuerpo desnudo, nuestras respiraciones se hacían muy intensas y la tensión entre nosotros crecía de manera notable, nos besábamos lascivamente.
Cuando el último botón se abrió de su brassiere asomaban muy tímidamente sus aureolas, acaricié la piel tersa y cálida de su busto, suavemente besé sus senos, mis manos desabrochaban el brassiere dejando libre sus flácidas tetas, sus pezones estaban rígidos y duros; ¡los acaricié, los pellizqué los lamí y los mordí!, la maestra acariciaba y presionaba mi cabeza para que no detuviera mis caricias, ella jadeaba de manera muy intensa y gemía de placer, tal vez era un placer dormido qué estaba despertando. Ella se quitaba su minifalda qué cayó al piso y después el brassiere y la blusa tuvieron el mismo destino.
Me retiré un poco de ella para apreciarla desnuda, yo tenía la boca abierta por la belleza de mujer que estaba frente a mí, la maestra me miraba excitada, escuchaba sus jadeos. Volví acercarme a ella, mis labios iban a iniciar un viaje libidinoso por su cuerpo iniciando en sus labios horizontales, mis manos iban explorando el trayecto; mis labios bajaron por su cuello, su pecho y se detenían en sus senos para chuparlos como bebé hambriento.
• Sacia tu hambre mi niño – me decía la maestra con voz entrecortada por la excitación –
Mis besos en sus flácidas tetas aumentaron sus gemidos y sus jadeos, tomó mi cabeza con sus manos para evitar que dejara de chuparle sus pezones. Yo le agarraba sus hermosas nalgas, se las abrí para acariciar su ano, ella quiso oponerse a esta caricia, pero la permitió, el cuerpo de ella vibró cuando introduje mi dedo en toda su extensión.
Me hinqué, mi boca bajó por su firme abdomen provocándole un leve cosquilleo, baje rápidamente para sentir sus vellos púbicos en mis labios; el viaje terminó en sus labios verticales, qué se abrieron como una flor que siente el calor del sol cuando mi lengua los acarició, la maestra dio un fuerte gemido y su cuerpo volvió a temblar pero ahora con mayor intensidad, mi dedo seguía en su ano, entrando y saliendo de él mi lengua acarició suavemente su clítoris, mi maestra, ¡si era mi maestra!, gemía cada vez más fuerte y sus piernas perdían fuerzas.
• Por favor llévame a la cama y cógeme ya no aguanto más.
Me levanté, la besé, mis labios tenían su humedad la cargué en brazos como novia en su luna de miel que era llevada por primera vez a la cama para ser desposada.
En camino a la recamara nos íbamos besando intensamente. La puse suavemente en la cama, ella se acariciaba su vagina y su clítoris mientras yo me desnudaba; tal vez es algo propio de la mujer, mirar el pene de quien se la va a fornicar, por su expresión facial, le gustó lo que vio.
Volví a comerme su vulva, succioné el clítoris provocando un fuerte grito de ella, levantaba sus caderas para que mi lengua acariciara toda su vulva; la maestra estaba muy caliente, metí 2 dedos en su vagina y uno en su chiquito, sus gritos aumentaron en intensidad, estaba lista para ser penetrada, me puse en posición ella tenía sus piernas abiertas invitándome a entrar. La penetré suavemente, ella gimió de placer desde que entró el glande, sus facciones cambiaron cuando comenzaron mis embestidas, ella rodeó mi cintura con sus piernas y movía sus caderas al ritmo de mi pelvis, nos besábamos salvajemente compartíamos saliva, gemidos, pero sobre todo un enorme placer; yo nunca me imaginé que me cogería a una maestra que tal vez estaría casada y tendría hijos y el imaginarme eso aumento mucho mi lujuria. Ese fue el inicio de una gran sesión de sexo, ella provocándome y yo satisfaciéndola, fue mía en varias posiciones, terminamos yo arriba de ella que estaba boca abajo y el máximo gozo de ella fue tener unas contracciones en su vagina cuando llegamos al clímax al mismo tiempo, la última contracción fue grande, ella dio un fuerte grito de placer y después quedó sin fuerzas. Nuestros cuerpos transpiraban, nuestros corazones latían rápidamente como queriendo salirse de nuestros pechos y nuestros resuellos eran muy intensos poco a poco nos relajamos, mi verga seguía en su vagina y con voz entrecortada me dijo
• ¡¡¡Guau!!! Que rica cogida me diste, me llevaste al paraíso mi niño.
Le saqué mi verga y ella se dio vuelta quedando boca arriba, me besó de manera muy apasionada, sintió como salía el semen qué eyaculé
• ¡¡¡Qué bárbaro te vaciaste en mí!!!
• Es lo que usted me provocó maestra.
La abracé y la besé, sentíamos el calor de nuestros cuerpos; me pidió un pañuelo desechable para limpiar el semen qué salía de su vagina; mi cabeza se apoyaba en uno de sus senos y ella acariciaba mi cabello, mis dedos tocaban suavemente su muslo y subían para tocar y jugar con su vello púbico, después mi mano subió lentamente por su cintura hasta llegar al otro seno, mi verga se volvió a parar y la maestra la sintió
• Cuanta energía muchachito, me gusta, me gusta. Después de tantos años me vuelvo a sentir deseada.
• Pues que pendejo es su esposo si ya no se la coge y le queda tan bien la cornamenta qué le estamos poniendo.
• Pendejo, cornudo, poco hombre – así se expresó de su esposo, con mucho rencor – el muy estúpido está jugando softball mientras a su esposa se la están cogiendo muy rico.
Me besó, se levantó de la cama y se dirigió al baño, escuché el agua de la ducha correr, se dio un duchazo, le llevé un par de toallas para que se secara, yo fui a la ducha y ella se dirigió a la recamara, minutos después llegué a la cama, la maestra estaba dormida, su cuerpo maduro yacía relajado, cubierto por la luz suave del día que entraba por la ventana, su belleza radiaba sensualidad a través de su piel, su rostro manifestaba una tranquilidad olvidada, una tranquilidad ganada después de librar una batalla llena de pasión en la que no hubo derrotado, ambos contendientes estábamos satisfechos, yo permanecía de pie totalmente embelesado admirando su desnuda belleza, su escultural cuerpo que había sido mío, de un joven estudiante qué provocó en ella un despertar en el placer carnal y que tembló con mis caricias y embestidas; mi vanidad y orgullo estaban por las nubes ya que me cogí a una maestra casada.
Fui por una frazada, me acosté a su lado, y cubrí nuestros cuerpos desnudos qué compartían su calidez y desnudez, me quedé dormido a su lado.
Lo que nos despertó fue una llamada qué recibió, era su esposo.
• Hola… estoy en la escuela, ¿Qué se te ofrece?
Alcancé a escuchar la voz de él.
• Me voy a ir a comer con el equipo llego a casa como a las 9 de la noche.
• Muy bien, no te preocupes, seguro de que estaré muy bien.
Se despidieron de una manera poco afectuosa.
• Ya oíste mi niño voy a ser tuya todo el resto del día, ¿Qué vas a hacer conmigo?
• La voy a hacer muy feliz, me la voy a coger el resto del día, la voy a enviar a su casa llena de semen y muy rosada.
Mientras le decía esto le acariciaba su vulva, introduciendo un par de dedos en su húmeda vagina, le chupaba un seno, ella se volvió a excitar.
Por el resto del día fue mía en todas las posiciones habidas, me permitió hacerle cosas que a su marido nunca le permitió, como meterle la verga en su ano, así como eyacular en su boca.
Ambos llegamos a la cúspide del placer varias veces. Mi energía provenía de ella, de una mujer con experiencia en el sexo qué disfrutaba enormemente, eso lo mostraban sus gemidos, sus jadeos y los rictus de enorme placer qué había en su rostro cada vez que qué la fornicaba y llegaba al clímax.
La noche llegó y como despedida me mostró qué sus labios y su lengua no solo besaban ardientemente sino también…. ¡Con sus caricias mi cuerpo se retorcía de placer, yo gemía y gritaba de placer! La maestra me llevó a las alturas, sobre los montes y más lejos, dando un fuerte grito vacié mis testículos en su boca tomando mi semen sin asco alguno esta mujer era una amante de primera, insaciable dispuesta a todo, iba a ser imposible dejarla ir de mi vida, pero si tenía que dejarla ir a su casa.
No fue nuestro último encuentro sexual, compartimos números de teléfono para comunicarnos cuando no pudiéramos hacerlo en la escuela, pero sobre todo para agendar una sesión de sexo, madura – joven. Teníamos videoconferencias, ella estaba desnuda jugando con un dildo o consolador, me pedía que me masturbara hasta eyacular le gustaba ver ríos de semen resbalando por el tronco; era su juego perverso porque me decía que imaginará qué me estaba cogiendo a alguna maestra dándome el nombre de ella.
Después de 2 años, se jubiló, pero seguíamos cogiendo como desesperados y más cuando ella enviudó ayudando a que nuestra relación no fuera clandestina.
Ella hizo qué las maduras llegarán a ser mis favoritas para tener sexo. Conocí a varias maestras con las que cogía.
Terminé mis estudios y tuve que salir de la ciudad por el trabajo, pero venía cada fin de semana y en vacaciones para estar con ella y disfrutar de su cuerpo, pero esta hermosa y excitante experiencia terminó cuando se fue a España a vivir con su hija, seguimos en contacto por video llamada, con el mismo juego sucio, pero su cuerpo mostraba los estragos del tiempo; hay cosas que no se pueden evitar y así pasó con ella.
No me casé, ya que me gustaba coger con cuanta mujer madura se atravesaba en mi camino, así como paso aquel día en el estacionamiento de la escuela donde conocí a mi maestra, mi primera mujer madura, ella siempre estará en mi memoria y la recordaré con mucho cariño y deseo.

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