Orgia Con Parientes

Sylvia y su esposo Javier, de 50 años, viven una inesperada experiencia sexual con el primo de él, Gustavo, y su pareja Claudia tras una fiesta.

Por pura casualidad tuve una loca experiencia junto a mi marido, su primo y su pareja.
Somos ya cincuentones (mi nombre es Sylvia), si bien nuestras relaciones estuvieron plagadas de todo tipo de fantasías, nunca las llevamos a la práctica. Hasta que como dije, por casualidad nos encontramos en una fiesta de fin de año en el pueblo donde nació Javier (mi esposo). No voy a explayarme demasiado, solo diré que eran muchos parientes, entre ello Gustavo (primo) y su pareja Claudia (bastantes más jóvenes que nosotros -38 años él y 35 ella-), con los que compartimos la cena… copiosos tragos y diversión musical.
A la hora 02:00 comenzamos a despedirnos… Claudia y Gustavo nos dijeron que ellos también se retiraban y nos alcanzaban a escasos 300 metros que se encontraba el hostal donde alquilamos. En el camino nos invitaron a pernoctar en su casa, al principio nos negamos, pero ante la insistencia, terminamos aceptando.
Tomamos café, luego unos whiskys, música y baile. Ya eran las 03:30 hs. cuando Claudia pasada de copas, comenzó menearse de una forma muy sugestiva, mostrando su voluptuoso cuerpo… en un determinado momento estaba delante de su pareja friccionando su culo y nosotros mirando estupefactos… cuando desprendió el cierre de su blusa exhibiendo sus colosales tetas con ambas manos, era tal el tamaño que podía lamer sus propios pezones grandes y rozados. Nosotros no sabíamos como reaccionar, hasta que Gustavo nos invitó a acercarnos y nos comentó que su pareja le apasionaba el sabor de la entrepierna femenina…
Éramos un fuego al que le acercaron nafta; ambos comenzamos a acariciar y lamer esa tetas gigantes… mientras Gustavo la desnudaba por completo… Lo que pasa, es que ella es una insaciable y yo solo no puedo -nos dijo-; sin pensarlo le respondí “yo también”. Trataremos de satisfacer a ambas dijo mi marido, mientras comenzaba a sacarme el vestido.
Quedamos ambas totalmente desnudas friccionando nuestras tetas (si bien no eran comparables tampoco me quedo atrás). Ellos también se desnudaron y quedé un poco asombrada al ver la pija de Gustavo, bastante más grande, más gruesa y más cabezona que la de mi esposo y eso que Javi tiene una verga de 20 centímetro.

Se notaba que tenían experiencia porque sin darnos cuenta ya había un consolador gigante (de unos ochenta centímetros, con dos cabezas en cada extremo) y un aceite con olor a frutilla, Gus comenzó a untar nuestros cuerpos acariciándonos suavemente “Yo explotaba de la excitación, ni qué hablar cuando me enaceitó la espalda y posó su erecto miembro entre mis nalgas, mientras mi marido estaba de rodilla en medio de claudia y yo, lamiendo y metiendo una punta en cada uno de nuestros chochos.
Todo esto ocurría en el living con música romántica, luz tenue, sobre la alfombra; mis piernas comenzaron a temblar de la calentura; mi esposo sabía que estaba a punto de acabar por eso se levantó y me dijo: “Claudia merece tu regalo”… ella se tiró sobre la alfombra -boca arriba- y sin dudarlo me acosté sobre sobre ella en sentido contrario, haciendo el famoso 69. Yo nunca había lamido un clítoris y no sabía si podría, pero Gustavo me ayudo, acercando su mole de carne venosa a mi boca…casi no cabía…eso sí lo hacía muy bien; retiraba su pija de mi boca y la acercaba a la vagina de Claudia dándole como unas pinceladas y traía nuevamente su verga a mi boca con los fluidos sexuales de ambos, así fui agarrando el gustito hasta que me enamoré de eso. En tanto mi esposo hacía lo mismo del otro lado… sentía que Claudia me succionaba la vida mientras Javi me penetraba, en cinco minutos ya estaba acabando sobre la boca de Claudia. Nooo, por favor, a mí me falta mucho -dijo con un tono de tristeza-, lo que ella no sabía, es que aparte de insaciable soy multiorgásmica, puedo tener innumerables orgasmos… los primeros son más rápido y se van extendiendo hasta que llega un momento que sigo excitada pero ya no puedo acabar; solo el cansancio pone su fin. Por lo que seguimos por más de 20 minutos hasta que Claudia, ya bien cogida por su macho comenzó a tener orgasmos largos y bulliciosos , hasta quedar exhausta.
Ella necesitaba un tiempo para seguir, pero yo no…por lo que tenía dos super vergas para mi sola.
Nos fuimos a la habitación (los muy sinvergüenzas tenían una cama redonda, espejo en el techo, una filmadora y un gran plasma donde veíamos nuestra propia película porno).
No hay palabras que alcancen para describir lo que pasó, ni imaginación capaz de dibujarlo. Lo primero fue empalarme esa monstruosidad de verga; sentada a horcajadas fui introduciendo centímetro a centímetro hasta no dejar nada afuera -estaba sofocada-; mientras me cogía con suavidad iba introduciendo su dedo mayor en mi ano lubricado por el aceite… Claudia estaba nuevamente en escena limpiando mi cueva, con su lengua y un nuevo juguete, ésta vez era chico, puntiagudo y grueso atrás; remplazando al dedo juguetón de Gustavo en mi culo. Mi marido, mirándome de frente, acariciaba suavemente mi rostro, me besaba en los labios con frenesí me decía “te merecés eso y mucho más, mi yegua insaciable” -yo acababa por segunda vez-.
Ese dildo era para dilatar mi ano, rápidamente mi marido empezó a meter la cabeza de su pija en mi culo muy despacio, con mucha crema y paciencia logró introducirla. Todo sucedía en perfecta sintonía… Gustavo retiraba su verga de mi vagina y Javier la metía en mi ano, acto seguido Javier la retiraba y Gus la introducía. En una consonancia casi perfecta; era un ir y venir constante; … Era una locura cogerme dos pijas juntas, me sentía realmente llena, casi sofocada gritaba por más… “No paren, síganme cogiendo así, mientras Claudia acercaba sus tetas para que chupara sus grandes pezones rozados y a veces sus vagina para que la lamiera. Estuve así por más de media hora…hasta que Javi eyaculó de manera exagerada, sentía su leche dentro mío y en vez de sacarla, la dejo adentro, muy adentro…sentía como se tocaban ambas pijas en mi interior; eso hizo que Gus también se corriera pero en mi espalda y yo no me quedé atrás… las acabadas era muy ruidosas y espasmódicas. Claudia comenzó a lengüetear mis cavidades… yo seguía acabando de forma continua… reiniciamos el 69 por un espacio de 20 minutos, hasta quedar ambas extenuadas. Esa fue la tercera.
Habían pasado unos 10 minutos, cuando los hombres se acercaron nuevamente empijados, me ofrecieron un poco de agua y casi al mismo tiempo acercaron sus vergas para que las chupara; no podía con las dos juntas, pero las iba alternando, cuando me percaté que estaban duras y palpitantes les dije: “Las quiero juntas en mi vagina”. Me puse en cuatro y rápidamente Javi me la metió, agachándose sobre mi espalda para dejar lugar a Gustavo, quien puso crema en su pija y comenzó la tareas de la doble penetración vaginal -no fue fácil- no porque me doliera, sino porque no cabían; Guatavo, con mucha más experiencia nos decía que estaba jugando a meterla arriba o abajo del pene de mi esposo, pero que en realidad iba al lado. Y así fue como comenzó la locura más grande cometida hasta ese momento…Gus, dirigía las acciones con mucha maestría…sin sacarlas movían sus vergas hacia la derecha y hacia la izquierda como si revolvieran mi cueva mientras chupaba los pezones duros de Claudia… ella también participaba, con una mano acariciaba suavemente mi vagina y con la otra mi culo. Ya para ese momento mis eyaculaciones eran continuas y sin fin…había perdido la noción del tiempo y la circunstancia, solo gozaba…reía, lloraba, gritaba, me movía hacia atrás como pidiendo más; Claudia sin perder el tiempo trajo el consolador largo y comenzó a introducir una punta en mi culo lubricado y dilatado, y la otra junto a las dos vergas.
Estaba totalmente extasiada, no tenía control de mi cuerpo. Me cogieron hasta quedar extenuados… ya estaba amaneciendo; con esfuerzo me duché y dormí profundamente. De a ratos me despertaban los gemidos de Claudia… era su turno… yo no tenía fuerzas para participar.
Eran la 05 de la tarde cuando me despertaron con besos y caricias para comer el asado, hecho por Roque el peón que trabajaba en el campo. “Después viene el postre” dijo Gustavo, bajando la vista hacia el pantalón de Roque…noté un bulto desproporcionado… “el negro de whatsapp lo envidiaría”…pero esa es otra historia.

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