Relatos Eroticos Con Fotos

Hay más de una manera de ser feliz

La historia que les voy a contar nos demuestra que existen muchas formas de amar y de ser feliz en la relación de pareja.

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La historia que les voy a contar nos demuestra que existen muchas formas de amar y de ser feliz en la relación de pareja.
Ella se llama Virginia, el Miguel. Se casaron hace varios años cuando Virginia quedo embarazada. Lo que nadie supo es que él bebe no era de Miguel, pero él lo sabía y lo acepto.
Su vida sexual era buena, disfrutaban de los juguetes y de videos porno que compartían en la intimidad de su hogar, todo era normal hasta que Virginia descubrió que no solo ella usaba los dildos y consoladores que tenían. Un día en el baño después de que habían tenido sexo y sin querer observo a Miguel. Estaba dándose gusto con un consolador enteramente introducido en el ano. Lo empujaba con fuerza y mordía una toalla para no hacer ruido.
La escena dejo perpleja a Virginia, que en un principio se molestó aunque no dijo nada. Con los días fue pensando en la situación, masticándola, atando cabos y concluyo que su matrimonio había sido por conveniencia. Ella para darle un padre al hijo que esperaba y el para legitimisar su vida social como hombre etero y padre de familia. Se entristeció pero dándole vueltas a su vida recordó que Miguel era un excelente padre, que jamás le había recriminado nada, que la trataba muy bien, que con él se sentía protegida, acompañada y amada. Aunque ahora entendía él porque del fiato que tenía con él y que jamás había tenido con otro hombre.
Como sea, se dijo a si misma – esto no es peor que si lo hubiese visto masturbarse mirando a otra mujer – y ni siquiera involucra a otra persona. Decidió que su buena vida podía seguir con ese pequeño secreto.
Después de varios meses de este hecho, Virginia pensó que su esposo tenía una vida sexual insatisfecha ya que solo podía darse gusto en la mitad de su sexualidad….., esa idea le comenzó a dar vueltas en la cabeza y un día tomo una decisión, ayudaría a su esposo a vivir su vida sexual a plenitud, la socialmente aceptada y la que esta oculta bajo la cama.
Muy a escondidas se inscribió en una página de citas sexuales, busco un hombre bi que quisiera estar con una pareja. Paso muchas horas frente a la computadora sin obtener resultados. Después de unos días solo veía los mensajes cada cierto tiempo siempre sin mucha fe. Una mañana mientras veía los que aceres del hogar consulto los mensajes del club y leyó uno que llamo su atención.
“Hombre casado, de 40 años busca pareja de similar edad para un trio bi. No tengo experiencia pero siento que puedo ser pasivo y activo, así como darle gusto a una mujer que disfrute de ver a su pareja disfrutando de algo muy distinto”
Sintió que ese era el aviso que había estado esperando. Sin pensarlo contesto dando su mail para ser contactada.
Esa noche mientras Miguel veía la televisión reviso sus mensajes y encontró lo que buscaba. El desconocido le había respondido la invitación y le contaba algunos detalles de su persona, física y emocionalmente, sus gustos, de cómo se había interesado en este tipo de relaciones etc. Quedaron de hablarse más adelante para concretar algo.
Esa noche se metió a la cama matrimonial con un conjunto que habría revivido a un muerto y calentó a Miguel al máximo. En ese escenario le soltó la bomba
– Mi amor, no te gustaría hacer realidad alguna de nuestras fantasías
– Pues sí, Cual te gustaría ¿?
– Bueno siempre noto que te excitan mucho los videos donde hay dos hombres con una mujer. Te atreverías a que estuviéramos con alguien más ¿?
– Otro hombre para ti ¡¡
– Si
– Pues no sé, creo que si lo pienso mucho dudare. Si quieres hagámoslo, pero no me cuentes nada antes, solo avísame cuando será. Así no me arrepentiré.
Fue la respuesta soñada para Virginia, dejo pasar un par de semanas, las que aprovecho para conocer más a su nuevo amigo que llamaremos Julio. Hasta que un jueves quedaron de juntarse el siguiente Sábado en un bar muy puton que había en el centro de la ciudad.
Ese día a media tarde, mientras buscaba ropa para ponerse le conto a Miguel que saldrían sin decirle nada más. Se puso un pantalón blanco de hilo, muy suelto pero que con los movimientos se pega a la piel marcando su figura, una blusa gris que hacia juego con sus zapatos de taco.
Salieron de casa en taxi, a eso de las 10 pm rumbo al centro, al entrar al bar reconoció de inmediato a Julio, de 1,70 de altura, delgado con un poco de panza, pelo entrecano. Bien parecido.
Los presento a ambos y se sentaron a beber unos tragos mientras el local se llenaba de gente. Conversaron animadamente en un ambiente muy propicio ya que el bar en cuestión se conoce como lugar de encuentro para parejas swinger. Ya se acercaba la media noche cuando Julio tomo la iniciativa y lanzo el primer acercamiento.
– Uds. me ha caído muy simpáticos y guapos. Les parece que sigamos esta conversación en mi departamento que está a 10 minutos en auto de acá. No les puedo garantizar que sea una invitación sin compromiso – dijo mirándolos seriamente- solo garantizo que seré muy respetuoso de sus decisiones.
Esa última frase tranquilizo a la pareja, que aceptó la invitación al tiempo que se incorporaban de sus sillas.
Tomaron un taxi a la salida del bar y enfilaron por la calle hacia su destino. Era un edificio de cuatro pisos con una entrada muy bonita y discreta. Subieron hasta el tercer piso por la escala, ella adelante mostrando como el hilo de su pantalón le dibujaba las nalgas con cada escalón que subían. Al entrar se enteraron del buen gusto del anfitrión. Las cortinas, alfombra, muebles todo hacia juego sin ser monótono. Discretos adornos daban el toque de elegancia al departamento, que aunque un tanto pequeño se veía muy cómodo y funcional.
– Vives solo – pregunto el marido –
– Si, hace tiempo me acostumbre y ya no me preocupa, por el contrario, lo disfruto.
Se acomodaron en torno a la mesa de centro, Miguel con Virginia en el sofá de tres cuerpos y Julio desde la cocina ofrecía las alternativas de tragos, Todos pidieron ron con coca cola. Al llegar con los tragos Julio se instaló frente a ellos en el sofá de amplios descansos laterales. Había tensión en el ambiente, todos sabían lo que querían que ocurriera pero nadie sabía cómo comenzar o nadie se atrevía a hacerlo.
– Traes muchas invitadas a tu nidito pregunto Virginia
– Pues que crees, no muchas, me cuesta encontrar a quienes valga la pena invitar hasta acá.
– Ósea nosotros somos afortunados – comento Miguel-
– En realidad Uds. Son atractivos, más que afortunados
– Te guste ¿? Pregunto Virginia
– Mucho
– Que es lo que más te gusto
– Bueno tienes buena cola, tu pelo es muy lindo, pechos de buen tamaño y firmes – ¡Miguel lo digo con mucho respeto he¡ –
– No hay cuidado, me agrada que ella sepa lo guapa que es y que no solo es mi opinión
– Qué bueno, y Uds. Que opinan de mi
– Yo te encuentro bastante bien Julio, y tu miguel qué opinas …¡¡
– Pero mujer, yo que puedo opinar,…. Soy hombre
– Pero mi amor, todos podemos tener opinión no te parece Julio
– Por supuesto que sí. Yo te encuentro atractivo Miguel, no tengo rollo en decírtelo. Te incomoda ¿?
– Un poco, si
– Porque amor…. Estamos en la situación ideal para decir lo que pensamos sin temor a nada. Además…. También podría ser la ocasión para hacer eso que deseamos y no solo decirlo
– Puede que mi opinión te sorprenda e incluso la rechaces por chocante.
– Bueno eso nunca lo sabrás si no me pones a prueba
– Siendo así…. Encuentro muy atractivo a Julio, esa es la verdad
– Me halagas Miguel, veo que todos nos gustamos ja-ja-ja-ja-ja, ¡deberíamos probarnos entonces¡ ….
Hubo un silencio que solo se interrumpió por el ruido de los hielos en los vasos vacíos que se secaron al mismo tiempo, ya que los tres sintieron que era el momento de beber hasta el fondo.
Ella demostró más coraje que ambos, giro hacia su esposo y comento que probaría algo ya conocido, pero de excelente sabor. Desabotono la camisa de Miguel y comenzó a acariciar su pecho, a besar sus pezones, cosa que ella sabía que le excitaba mucho.
Julio contemplo desde el otro lado de la mesa de centro, en silencio y con una sonrisa maliciosa en sus labios. – hummm esto me ha dado mucha sed, iré por más ron cola –
No te demores le pido Virginia, creo que ya quiero probar cosas nuevas. La frase hizo que la verga de Miguel se encendiera a mil. Siempre le había cachondeado pensar a su mujer con otro hombre. Y no fue el único que sintió lo sugerente de las palabras de Virginia, Julio entro a la cocina sin poder dejar de sobar su pene.
Cuando salió iba decidido a integrarse a la pareja que había dejado en la estancia. Ahí estaba Virginia besando aun el tórax de su marido, sus hombros, cuello y boca, el ya con la camisa a medio camino de salir por completo solo disfrutaba y de reojo miraba al dueño de casa.
– Me gustaría conocer tus besos Virginia, crees que pueda ser eso, te opones Miguel ¿?
– No, no se opone – dijo ella con seguridad al tiempo que se giraba en el sofá quedando de frente a Julio que aún estaba en el sillón de enfrente. ¡Ven hacia mi le dijo¡ estirando su brazo, señal que reforzaba la invitación.
Julio aparto la mesita de centro y se paró frente a ella. Sin mucho saber qué hacer, solo atino a poner su mano sobre su cabeza y acariciar su cabello.
Déjame ver tu pecho Julio, sácate la camisa por favor – fueron las palabras de Virginia- . El muy obediente actuó de inmediato y en un minuto estaba a torso desnudo. Tenía todo su cuerpo depilado por lo que en su pecho no había ni un solo vello con el cual jugar, como le gustaba a Virginia. Pero era de piel suave al tacto, buena tonicidad muscular sin ser de atleta. Virginia sintió que valía la pena levantarse para acariciar esos pectorales que estaban muy bien. Pasaba sus manos por todo el cuerpo de su anfitrión, hombros, pecho, abdomen y cuello. Igual que había hecho un rato antes con su esposo.
Julio mientras tanto sujetaba a Virginia por la cintura suavemente con una mano mientras que con la otra recorría su espalda. Desde abajo Miguel contemplaba la escena de su mujer acariciada por otro hombre. Eso lo prendía a mil y decidió dar rienda suelta a sus ganas de tocar a Virginia. Las nalgas de ella quedaban justo frente a su cara y al alcance perfecto de sus manos. Comenzó a acariciarlas suavemente al principio, y luego un poco más fuerte con lo que Virginia comenzó a responder con suaves movimientos de cadera, que por supuesto también sentía Julio. Este ya le tenía puestas ambas manos sobre su espalda y había hecho algunos intentos de aflojar el sostén, pero sin éxito hasta ahora.
Mejor suerte tubo Miguel que con un hábil movimiento pudo desabotonar el pantalón de hilo que ahora solo se sostenía por su elasticada pretina. La blusa de Virginia ya estaba abierta y sobre sus hombros desnudos caían los besos de Julio que ya no tenía pudor en tocarle las tetas, aunque aún por sobre su sostén. Como preocupado por este feo detalle Miguel se puso a la faena de soltar el broche que tanta resistencia había puesto a las manos de Julio, y en pocos segundos triunfo. Con los senos al desnudo ya no había pie atrás, ahora los tres estaban de pie, con Virginia al medio de ambos, que se abocaban a acariciarla por todos lados, aunque como suele ocurrir, conforme avanza la excitación, las caricias se transforman en manoseo, los roces en refregones y los besos en enredos de lengua.
Ella disfrutaba la emoción del ser el centro de atracción de dos machos, que no se pelean por tenerla, si no que la comparten y le hacen sentir que esta con dos hombres, con cuatro manos que la recorren al unísono, con dos vergas que se hacen sentir al mismo tiempo en diferentes partes del cuerpo. Pero Virginia dentro de la calentura que la estaba invadiendo no olvidaba que tenía otra meta, había otro objetivo que debía cumplirse. Pero todo a su tiempo, atolondrarse podía ser fatal.
Había que darle variedad a la situación pensó ella, giro hacia Miguel y lo beso apasionadamente, Julio a sus espaldas le besaba los hombros mientras sus manos se divertían con sus tetas, en ese menester rozaba el pecho de Miguel y este noto que en un par de oportunidades le acaricio deliberadamente.
Esto no le preocupo, estaba muy ocupado sintiendo como su verga se acomodaba a las nalgas de ella para poder frotárselas con ella, así Virginia sentía que la atacaban por ambos flancos. Julio se hacía sentir, su verga se hacía espacio para llegar a su conchita, pero con la ropa que aun quedada eso era tarea muy difícil, y por atrás Miguel recostaba su poronga contra el culo de Virginia como tratando de arroparlo.
Eso era lo maravilloso de la situación para Virginia, sentir por lados distintos embestidas de placer, estirar las manos hacia adelante o hacia atrás y encontrar una buena verga dispuesta a darle placer, cansada de tanta ropa que le impedía sentir a sus compañeros con más libertad, se hizo hacia un lado sacándose la presión de ambos y se terminó de sacar la blusa y el sostén, apoyándose en Julio equilibro su cuerpo mientras bajaba sus pantalones, quedo solo con sus zapatos y tanguita. Los primeros blancos de taco medio, la última muy reducida (hilo dental) de color blanco por supuesto y con un adorno metálico en la unión de la cola.
Ellos no quisieron quedar atrás y se sacaron rápidamente los pantalones quedando los tres solo en ropa interior. Retomaron sus posiciones y de nuevo las manos corrieron por los cuerpos, esta vez sobre la piel desnuda, con esa libertad ella pudo sentir las vergas muy al natural y ellos la recorrían por todo el cuerpo buscando sus hoyuelos para sentir su humedad, que a esa altura ya era extrema, los besos se acompañaban de suaves lamidas que le arrancaban gemidos a Virginia. Como ella estaba de frente a Miguel y Julio por atrás, cuando el primero le cogió por las nalgas sus manos chocaron con la verga de su compañero de juegos. Retrocedía muy rápido cuando comprendió lo que tocaba, pero no se retiró del todo. Virginia que sentía y comprendía todo lo que ocurría, le tomo las manos y muy caliente le ordeno – agárrame el culo y hazlo fuerte- . Siguiendo las órdenes volvió a coger el culo y esta vez sus dedos buscaron la entradita a ese hoyito, siempre un tanto egoísta. Estaba en eso cuando sintió que sobre la parte dorsal de sus manos se apretaba la verga de Julio,-no saques las manos, méteme suavemente el dedo en el culo- le instruyo ella, dejando sin posibilidades de protesta a Miguel.
Obediente Miguel, busco entre las nalgas de su esposa hasta que encontró la cuevita de su culo, la misma que solo en ocasiones especiales le dejaban ocupar. Esta vez las caricias y manoseos habían hecho efecto, la cuevita estaba muy mojada, y no costo mucho introducir un dedo y bombear con el hacia dentro y hacia a fuera. Ella gemía de gusto, Julio le agarraba las tetas y Miguel frotaba su poronga contra la zorra de ella. La situación se fue calentando a mas no poder y de pronto hubo un quiebre, el antes y el después, el big-bang. Julio que hace rato frotaba su pija contra las manos de Miguel, y con la excusa de acariciar la zorrita de Virginia, se dio maña para tocar la verga de Miguel, no la toco de pasada, la tomo fuerte por la base y la pajeo con fuerte movimientos hacia arriba y hacia abajo.
Nadie dijo nada, como que nadie lo había notado, pero los tres sabían lo que ocurría. Ella astuta directora de este encuentro nuevamente cambio de posición y se enfrentó a Julio dándole la espalda a Miguel. Era obvio que ahora su esposo debía devolver las caricias a su anfitrión. Así ocurrió, Miguel tomo la verga de Julio casi sin pudor y le dio una sacudidas aunque menos cachondas que las de Julio.
Virginia considero que el primer paso ya estaba dado y avanzo en el desenfreno, se sentó cómodamente en el sillón tomo de las nalgas a sus compañeros y los acerco a su cara comenzando a besar y succionar las pollas (como dicen los españoles) de sus amantes, el trabajo era como siempre lo había imaginado cuando veía junto a su esposo aquellas películas porno que tanto le gustaban. Pasaba de una a otra, dándole la misma atención a cada una para que ninguna se sintiera postergada. Mientras sus manos acariciaban los culos de los hombres dándoles suaves pasadas por sus cuevitas, ambas muy secas hasta ese momento. Fue así como humedeció sus dedos metiéndoselos en su coño (otra palabra española) para lubricar aquellos agujeritos. Poco le costó lograr su objetivo y fue así como primero Julio y después a Miguel, fueron penetrados por sus dedos índices, menos mal que ella nunca fue de tener uñas largas.
Pasaron unos minutos en ese afán para luego pedirles una vuelta de mano.
– Quiero que entre ambos se coman mi conchita les susurro, háganlo delicioso por favor
Para facilitar la labor, se tendió en el sillón, corrió su culo hasta el borde del mismo y dejo su cuevita ya muy húmeda a expensas de aquellos dos machos deseosos de probar sus jugos vaginales. Julio se quedó con el clítoris y Miguel se dedicó a los labios mayores y al interior de la vagina. Los contorneos y gemidos de ella delataban lo efectivas que eran ambas lenguas trabajando al unísono en perfecta sincronización. Cambiaban de lugar de cuando envés oportunidad que aprovechaban para rosarse entre ellos ya sin mucho disimulo.
La acomodaron sobre el sillón apoyando sus manos en el respaldo, su cola quedo expuesta y el primero en colocarse en posición fue Migue, que a pesar de haber tenido muchas veces esa panorámica frente a él, en esta oportunidad se veía más caliente que nunca. La tomo por las carderas y la penetro vaginalmente con mucha fuerza pero sin violencia. Julio sentado a su lado le acariciaba los senos y el vientre mientras ella se movía al ritmo de las estocadas de Miguel, quien después de un rato cedió su lugar a Julio
Era la primera ver que desde que se habían casado, que otra verga entraba a la zorrita de Virginia, la sintió de maravillas y además porque podía disfrutar la verga de su esposa en su boca, porque mientras Julio la fornicaba Miguel había colocado su verga en la boca de Virginia. Ambos fornicadores intercambiaron posiciones un par de veces para luego cambiar la posición de la afortunada. Miguel se sentó en el sillón y coloco a Virginia sobre él, haciendo que se montara sobre su polla. Comenzó a disfrutarlo mientras Julio se paraba frente para que jugara con su verga. Ella lo sostenía de las caderas y se inclinaba para lograr su objetivo, chupar y lamer a su nuevo juguete. Acerco a Julio hacia ella manoseándole el culo y explorando su hoyito nuevamente con el dedo. Ya había decidido dar el golpe de gracia. Obligo a Julio a agacharse para que le lamiera el monte de venus, luego el clítoris, todo esto mientras Miguel entraba y salía con su polla desde la conchita.
Como una experta, como quien lo ha hecho varias veces, como quien lo ha estudiado Virginia se levantó lo suficiente para que la verga de Miguel quedara libre y golpeara la cara de Julio. Antes de que alguno lo pensara cogió la verga y la puso en la boca de Julio a quien afirmo desde la nuca para que no intentara escapar. Pero lo que menos quería Julio era hacerle el quite. Abrió su boca y dejo que entrara toda en ella. Miguel no podía ver pero sin lugar a dudas entendió lo que ocurría, solo su cómplice podía estarle chupando la verga.
Al principio se extrañó, no sabía que sentía en ese instante, pero a los pocos segundos se dedicó a disfrutar, cerró los ojos y se imaginó como sería la panorámica. La que tenía ese vista era Virginia, se tocaba en entrepiernas y los senos mientras veía a Julio darse gusto con la polla de su esposo. Julio no la olvidaba, se daba maña para manosear sus tetas, su culo y también para acariciar las piernas de Miguel.
Virginia pensó que era el momento de la verdad para su esposo, y para ello se incorporó y se margino del cuadro, se sentó junto a ellos y mientras los acariciaba les contaba lo excitante que era verlos. Muy al oído de su esposo le susurro
– Te gustaría cambiar de posición con el ¿? Te gustaría chupársela ¿?
– Creo que sí, creo que si lo disfrutare, pero me da susto arrepentirme en el último momento.
– Yo te ayudare mi amor.
– Julio, acuéstate sobre el sillón
Por supuesto que el obedeció de inmediato y sobre él se recostó Virginia haciendo un 69, así sin la mirada de Julio tomo la verga de julio, le dio unas lamidas y se la ofreció a Miguel
– Mi amor, sé que te apetece, date gusto sin temor. Yo lo disfrutare también
Miguel desde muy niño sabía que su sexualidad era distinta a la de los demás, pero siempre lo oculto por miedo o pudor. Pero era su esposa, la mujer de su vida la que le ofrecía la oportunidad de realizar su deseo oculto. Cerro los ojo abrió la boca y se introdujo toda la verga, cuando toco el final, cerro la boca y comenzó el camino de regreso, pero solo hasta mitad, de ahí volvió al final y de nuevo atrás pero esta vez hasta llegar al glande de su compañero, al que chupo un par de veces, tal y como lo hace su mujer cuando hacen el amor. Lo tomo con su mano acariciándolo de arriba abajo, para ponerlo nuevamente en su boca. Esta vez ya sin miedo lo chupo con frenesí mientras su esposa le daba algunas lamidas al pasar y lo alentaba a seguir sin parar.
Pero mientras tanto Julio aparte de gozar las arremetidas bucales de Miguel, se daba al afán de comerse la conchita de Virginia, ya había penetrado ambos hoyitos con sus dedos y su cara estaba llena de los jugos de la hembra en celo.
– Virginia, me la quiero meter
– Pero mi amor dale, Julio estará feliz de darte por el culo, pero debes prepárate. Ves la botellita junto al sillón ¿? Es un lubricante acércamela. Hecho esto él se puso de espaldas a su esposa la que comenzó a lubricarle el culo. Primero con la lengua y luego con sus dedos, y finalmente con el lubricante. Cuando creyó estar listo ella coloco el condón en la polla de Julio, quien hasta ese momento no dejaba de jugar con los hoyitos de Virginia, con la lengua y sus dedos, seguro que al sentir que se le ponía el protector supo lo que se venía.
Con mucho cuidado empezó a acercar su culo a aquella verga que lo esperaba ansiosa. Al principio solo la acomodo en la entrada, y comenzó a apretarla con las nalgas. Hiso eso por unos momentos para empezar a metérsela, de a poco, muy de apoco, pero sin saber ya se había tragado la mitad, gemía y maldecía de dolor pero no cejaba en su intento. Con sus manos apoyadas en las piernas del otro hombre subía y bajaba dando tiempo a que su culo se acostumbrara. Lo había hecho con consoladores pero esto era distinto, era mejor y merecía ser disfrutado. Después de uno minutos ya había conseguido su objetivo, se la bahía metido hasta tocar el vientre de su fornicador, ya el dolor se había ido, solo estaba el placer, el gusto de tener una verga verdadera enterrada en el culo y a su mujer dándole ánimo y con sus manos en las caderas le ayudaba a llevar el ritmo. Julio también estaba a mil. Subía y bajaba su cadera aportando al ritmo de la corneada.
Miguel se recostaba hacia atrás juntando su cuerpo con el de Virginia, ella le acariciaba y besaba para que no olvidara que estaba a su lado, todo el momento fue roto por Julio
– Hoooo dios, voy a acabar, me voy me voy….
Empezó a levantar frenéticamente las caderas tratando de penetrar lo más posible a Miguel, este respondía bajando y subiendo con fuerza. – El grito de Julio índico que ya había terminado – Miguel hizo el gesto de sacárselo pero ella se lo impidió
– Deja que acabe adentro, no te la saques… no te la saques.
Cumplieron ambos y de a poco dejaron que el ímpetu y las pulsaciones bajaran. Lo que no había bajado era la polla de Miguel, que acabaran en su culo no lo había hecho llegar al orgasmo. Cuando los tres se incorporaron miguel estaba caliente a mil. Hizo el ademan de colocar a su mujer en posición de fornicación. Pero ella se lo impidió
– Mi amor, no puedes ser tan descortés. Te toca devolver la mano a Julio. O en realidad te toca devolver la culiada.
– Vamos Miguel dame duro por favor
Mientras decía la frase, Julio se acomodaba igual que lo había hecho Virginia un rato antes, arrodillado sobre el sillón apoyo sus manos en el respaldo y dejo su cola entregada a su nuevo amigo. Este último se forro la verga con el condón de rigor y Virginia lubrico el hoyito de la víctima. Como si se cobrar venganza Miguel enterró su verga en el culo de Julio, sin miramientos llego hasta el fondo de una sola vez. Creo que hasta lágrima salieron de los ojos del penetrado, pero en ningún momento reclamo. Resistió y gozo estoicamente incluso cuando Miguel lo sujeto de las caderas y lo fornicaba haciendo sonar su vientre contar las nalgas de su víctima. Como tratando de aliviar su dolor, Virginia le manoseaba la polla y lo pajeaba suavemente dándose cuenta que ya se recuperaba y quedaba nuevamente en condiciones de fornicar.
Peo esta vez ella no quería quedar afuera. Se colocó bajo Julio y se las arregló para meterse su polla nuevamente. Así quedo la escena, ella en cuatro sobre el sillón, Julio penetrándola y Miguel dándole lo suyo a Julio.
– Así está bien pregunto alguien …
– Esta Bueno dijeron los otros dos…
El jamón del sándwich era Julio y los panes aquel matrimonio tan particular. Hubo una diferencia eso sí, a Virginia Julio le dio por el culo. Por largos minutos se dieron placer sin límites, gemían como animales, sudaban como las bestias y lo gozaban como enajenados. Sin hablar, solo con gestos y miradas se re acomodaron, julio se tendió en el suelo, Virginia sobre él se metió su verga en su zorrita, Miguel por su parte lo coloco en el culo de ella y nuevamente tomaron ritmo y se follaron a Virginia como ella solo lo había imaginado. Al acabar quedaron tendidos sobre el suelo por varios minutos, habían acabado maravillosamente los tres. Después de un rato se vistieron y aunque Julio les ofreció bañarse, prefirieron irse. Se despidieron tal como se habían saludados horas antes, ella con un beso en la mejilla ellos con un apretón de manos.
Esa madrugada llegaron a casa solo a dormir ya habría tiempo de conversar de lo ocurrido, de cómo la pasión igual que el agua, siempre encuentra por donde abrirse camino, y si es con tu pareja mejor aún.

FIN

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