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    Mïchïï

    hace 2 años, 3 meses

    Mïchïï seducida por su viejo vecino. 2da parte…

    —Buenos días vecina.
     
    —Buenos días Alberto —Contesto con una leve sonrisa mientras le daba un saludito con la mano a la distancia. Siempre se ruborizaba.
     
    Al pasar caminando frente a el Alberto no pudo despegar la mirada de su preciado cuerpo. Esta vez ella iba vistiendo un pantalón de jean semi-ajustado que marcaban sus piernas y hermoso trasero y una camiseta blanca de algodón estilo hombre, que dejaba ver un poco su cintura, y marcaba la hermosa figura de sus pechos, y una imagen muy tenue de sus pezones, además llevaba una mochila. Había algo en esta chica que transmitía cierta energía, como si esa joven estuviera cubierta todavía por un manto de ingenuidad. A medida que la joven se iba alejando la distancia Alberto no pudo comprender que era, sin duda despertaba lujuria pero no solo quería satisfacer eso, necesitaba poseerla en varios niveles. Todos estos pensamientos despertaron de nuevo a su amigo en la sección de abajo.
     
    Respiro hondo, ya habría tiempo para hacerse una paja a salud de Michelle mas tarde, ahora tenía que concentrarse en regar sus plantas. Recordó también que hoy le traían el paquete que había encargado ayer, un “Photographer starter kit” era el nombre de la promoción de una tienda en asociación con una conocida marca de cámaras fotográficas. El paquete traía una cámara réflex semi-profesional más un juego de 3 lentes de distintos tipos, no solo eso sino que también venia con otros accesorios. La verdad que apenas sabía de que se trataba todo eso pero el viejo guardaba esperanza de poder captar el interés de su vecina y así pasar mas tiempo con ella.
     
    El resto de la mañana fue rutinaria, durante el medio día recibió su paquete, lo abrió, lo miro y lo volvió a guardar, no entendía nada y no quería romper o desconfigurar la cámara. Eran las dos de la tarde y el sol todavía estaba un poco fuerte a pesar de ser primavera. Decidió tomar una corta siesta ya que quería en la tarde trabajar en el jardín del frente. Se puso a pensar, estaba un poco entusiasmado por trabajar el frente de su casa… o era el hecho de poder encontrarse con Michelle lo que le atraía. La verdad que nunca trabajaba mucho en el frente de su casa, prefería la privacidad del jardín del patio trasero, pero ahora que sabía que podía encontrarse con su vecina no solo en la mañana sino también en las tardes hizo que le gustara la idea de trabajar en el jardín del frente.
     
    Se despertó perdido, la luz que entraba por las persianas daba un tono naranja y además no era mucha, se había quedado dormido y ya estaba entrada la tarde. Suspiro, había perdido la oportunidad de encontrarse con Michelle por ese día, no lo afectaba mucho ya que lo podía hacer todos los días pero igual, se sentía entusiasmado de todas formas de la posibilidad de interactuar con ella. Se levanto y camino hacia el living en un estado semi-dormido hasta que su corazón dio un pequeño salto.
     
    Vio a través de su ventana como Michelle se arrodillaba frente a unas de las margaritas que había plantado ayer en uno de sus canteros, luego noto como sacaba su celular y comenzaba a hacerle fotos a la flor. Una descarga eléctrica fue a la entrepierna del viejo, ya se estaba excitando con verla.
     
    Silenciosamente salió a su pórtico y se quedo mirándola, todavía llevaba la mochila puesta y la misma ropa con la cual había salido esa misma mañana, probablemente acababa de retornar de la universidad.
     
    Ella por su parte estaba muy concentrada sacándole fotos a las margaritas, pero tanto la baja calidad de la cámara del celular sumado a la falta de luz debido al horario no estaban ayudando en nada y las fotos salían malas. Si tan solo pudiera sacar unas buenas fotos tal vez le pudieran servir para uno de sus trabajos…
     
    — ¿Te gusta mi flor? —Pregunto en voz alta el viejo, Michelle se puso de pie casi de un salto, como si la hubieran descubierto haciendo algo malo. Estaba tan sorprendida que ni siquiera reparo en el doble sentido de la pregunta.
     
    —Si son muy lindas, estaba pasando por acá y al verlas se me vino un momento de inspiración, le estaba sacando fotos porque capaz me sirvan para un proyecto de la uni.
     
    — ¿Ah sí? A ver mostrame como van quedando.
     
    El viejo camino hasta posicionarse al lado de la joven, tenerla cerca, sentir su calor y aroma, sentir su titubeo a la hora de mostrarle las fotos lo estaba volviendo loco. Tenía ganas de abalanzarse sobre ella, pero se conformo con apoyar su mano en su hombro de modo inofensivo.
     
    —Estas son algunas de las que saque, no están muy buenas, pasa que con la poca luz y la cámara del cel… —Decía mientras iba pasando las fotos que había hecho, el viejo se inclino aun mas sobre ella, aprovecho para contemplarla un poco mas cerca.
     
    —Que lastima, igual están buenas, tendrías que sacarlas cuando haya mas luz no? Aunque de eso sabrás mas que yo jeje.
     
    —Si, te molestaría si mañana… le saco unas fotos? – Se ruborizo al hacer la pregunta como si le estuviera pidiendo un gran favor.
     
    — ¡Pero claro que no mija no hay problema! —Se agarro el mentón por unos segundos mientras pensaba—. ¿De qué es este trabajo que estas haciendo?
     
    —No es de una temática en particular, pero ahora se me había ocurrido en hacerlo en algo relacionado con la naturaleza.
     
    —Ahh interesante ¿Sabes que? Vení te quiero mostrar algo que te puede servir, vení.
     
    Y en eso el viejo se enfilo al portón que conducía al jardín del fondo. Michelle enseguida quiso declinar la invitación pero el hombre ya estaba yendo al portón por la cual decidió no decir nada y seguirle.
     
    Luego de abrir el pequeño portón ambos caminaron por un estrecho corredor al costado de la casa hasta llegar al patio trasero, era ahí donde estaba el famoso jardín o “pequeña muestra del Edén” como le llamaba su dueño.
     
    —Bueno aquí esta, mi gran obra —Dijo el viejo girándose hacia su visitante, noto que la joven estaba sorprendida mirando todo lo que ofrecía aquel lugar.
     
    Y es que no era para menos, el lugar en si tenía varios años de meticuloso trabajo y buenas sumas de dinero puestos en él. La disposición del lugar era no solo amplia sino que también estaba excelentemente decorada. Había dos replicas de esculturas clásicas que adornaban las dos paredes de los costados y al fondo había una fuente funcional incrustada a la pared la cual con el correr del agua creaba un sonido y ambiente relajantes. Además había una estructura metalúrgica que iba de pared a pared donde múltiples enredaderas se encargaban no solo de esconder el metal, sino también de resguardar al patio del sol, esto también le confería al lugar un gran ambiente de privacidad y relajación. Además de esto múltiples especies de plantas y flores decoraban el lugar y se integraban fluidamente a la decoración y arquitectura del lugar. Para ponerlo en pocas palabras, era un lugar maravilloso.
     
    —Mira, deja la mochila ahí en la mesa y veni, que por acá tengo una sección de flores que te puede interesar para tu trabajo.
     
    La joven accedió, el viejo no podía creer su suerte mientras miraba con ojos hambrientos como la joven de espaladas a él, se despojaba de la mochila y la dejaba sobre la mesa. No pudo evitar hacerle un buen repaso visual sobre sus piernas y cola, ese jean le quedaba a la perfección.
     
    —Pasá por acá Michelle —Dijo mientras la guiaba por aquel lugar, aprovecho para colocar su mano derecha en la cintura de la joven mientras que con la mano izquierda señalaba y gesticulaba las explicaciones sobre los distintos tipos de flores que había en el lugar.
     
    Enseguida Michelle se sintió incomoda, si bien su vecino parecía estar súper concentrado en contarle sobre el lugar y sus plantas la sensación de tener la mano de él sobre ella la estaba desconcentrando y le estaba costando prestarle atencion sobre lo que le estaban contando. Era tan raro que por esa clase de contacto físico se estuviera poniendo nerviosa y sintiera cierta vergüenza.
     
    —Si, esta flor es un Gladiolo, muy bonita pero sus cualidades de cuida…
     
    Y mientras el viejo explicaba sonó a todo volumen el celular de Michelle.
     
    —Perdona pero tengo que atender —Y aprovecho para soltarse del agarre de su vecino.
     
    —Dale no pasa nada
     
    Atendió enseguida y sin siquiera ver quien llamaba, al poner el celular al oído escucho una voz muy familiar.
     
    — ¿Dónde estás Michelle que se esta haciendo tarde? —Era su madre y por el tono de su voz sabía que estaba molesta.
     
    —Em… ya estoy llegando mamá no te preocupes.
     
    —Bueno, acordate que me tenés que ayudar a ordenar el placard de abajo, adiós.
     
    Y corto, miro su celular, ya eran las 19:27, estaba empezando a obscurecer. Guardo el celular y volvió con su vecino, le dijo que se tenia que ir.
     
    — ¿Ya vecina? Apenas habíamos arrancado el tour —dijo con cara de bromista—. Bueno queda para mañana entonces, la verdad que la poca luz no le hace justicia a lo que es el jardín, tenés que verlo durante el día te va a encantar.
     
    Y así el anfitrión condujo a su invitada hacia el pequeño portón por el estrecho corredor que conectaba el fondo con el frente del jardín. Alberto que iba detrás de Michelle no pudo dejar de apreciar su cautivante figura, un comentario de la joven lo saca de su trance.
     
    —Ay me olvide de la mochila – Dijo dándose vuelta para volver
     
    El viejo en vez de darse vuelta y volver por el corredor decidió pegar su espalda contra la pared para permitir que ella pase por delante y vuelva sola a buscar la mochila.
     
    —Pasá, te espero acá —Comento de forma casual, señalando el estrecho pasadizo que la pared y su cuerpo formaban, donde incluso contrajo un poco la barriga como para facilitarle el paso a la joven.
     
    Michelle se dispuso a desplazarse por el lugar cuando se dio cuenta rápidamente de lo que eso iba a implicar. Se vio envuelta otra vez en una situación incomoda ¿Pero que le podía decir al hombre? ¿Que no entraba? ¿Que fuera el a buscar su mochila? Decidió hacer lo mas fácil y pasar frente a él.
     
    No quería cruzarse con su mirada por la vergüenza y decidió darle la espalda. Se puso de costado y se dispuso a dar un paso largo de costado para pasar. Enseguida sintió un poco de la barriga en su espalda baja y a medida que pasaba sintió la cadera del hombre rosando el costado de su cola. Llegando a medio camino comenzó a sentir la inconfundible forma de un falo masculino en un estado de semi-erección rosando sus glúteos, tal cual como lo había sentido la mañana del día anterior en el autobús.
     
    Un torrente de emociones invadieron su cuerpo en aquel momento, lo cual la hizo cerrar los ojos y detenerse en el lugar, a medio camino. Y es que el coctel de sentimientos que pasaban por su cabeza no eran de menos, sentía excitación, peligro, morbo, ansiedad, lujuria. Todo esto la había paralizado.
     
    Michelle no era la única que estaba experimentando una catarata de sensaciones, Alberto por su parte se lo estaba tomando de otra manera. Apenas la joven se dispuso a pasar por su frente, el viejo tomo aire para de alguna manera comprimirse y hacerle mas fácil el paso. El hecho es que apenas comenzó a sentir la cola frotarse contra su erección no pudo evitar cerrar los ojos y echar su cabeza hacia atrás. Era como si se hubiera enlentecido el tiempo, poder sentir de una forma tan explícita y repentina el cuerpo de esa muchacha lo había mandado a otra dimensión. Dejo escapar el aire de sus pulmones de forma lenta y relajada por su boca, estaba en el cielo.
     
    Escuchar a Alberto exhalar aire hizo que Michelle enseguida despertara de su trance e hizo que de forma apresurada y hasta un poco brusca se abriera paso hacia el otro lado. Camino de forma veloz por el corredor hasta llegar al jardín trasero donde desapareció de la vista de su anfitrión. ¿Qué había sido eso? Su respiración estaba muy acelerada,  estaba acalorada y roja como un tomate. Debieron de haber sido tan solo 4 o 5 segundos en los que se había quedado quieta frente a él, pero lo que había experimentado en esos segundos era algo extremadamente abrumador. Tomo su mochila y se dirigió al corredor, para su suerte su vecino ya había abierto el portón y la esperaba del otro lado, en el jardín del frente, listo para despedirse.
     
    —Nos vemos mañana vecina, que descanses.
     
    —Hasta luego Alberto —Ni se animo a mirarlo a la cara, se sentía avergonzada por lo que había pasado.
     
    Mientras veía marcharse a su hogar a aquella jovencita Alberto no pudo dejar de reflexionar en lo que había sucedido. De verdad no se esperaba que pudiera darse algo así tan pronto, había sido algo no intencional, hasta un accidente podría decirse, pero sentirla a ella de esa forma tan cercana era algo que lo había dejado anonadado. Algo que noto también fue la manera acelerada, casi como de escape, en la cual la joven se salió de esa posición y la manera en la que camino para dejar el lugar, pero sin antes de percatarse de un ligero aumento de tamaño en sus pezones, Alberto supo al instante que Michelle había experimentado excitación, pero Alberto decidió no presionarla y le permitió retirarse para que ella no se sintiera tan incómoda, la verdad era que lo último que quería hacer Alberto era espantarla, tenía que jugar sus cartas con cuidado si quería cosechar una relación con ella. Tenía que ser asertivo, lo sabía, pero un error grave y podía echar todo por la borda, había que actuar con precaución y hacer avances precisos.
     
    De todas formas no pudo evitar pensar en la manera en la que ella había actuado en esos escasos segundos ¿De dónde venían esas actitudes? ¿Por qué se prolongo, aunque sea por unos escasos segundos, ese contacto físico tan estrecho? Una mueca de satisfacción se fue dibujando en la cara de Alberto, tenía que seguir escarbando, pero por lo que intuía sentía que había un terreno muy fértil delante de él.
     

     
    —Estas en la luna Michelle ¿me podes pasar las toallas? —Insistió nuevamente su madre que estaba frente a un placard, aguardando que su hija le alcanzara lo que le estaba pidiendo.
     
    —Perdoná, acá están —Dijo luego de salir de un remolino de pensamientos.
     
    Le costó concentrarse en el resto de sus tareas en lo que quedaba del día. Llegada la hora de dormir su cabeza no dejaba de engranar en lo que había pasado esa tarde. Comenzó a intentar recordar lo que había sentido en aquellos momentos, por un lado se sintió incomoda y con vergüenza, algo que le parecía natural ante tal contexto. Pero por el otro no podía negarse a sí misma la emoción y el morbo que había sentido, la situación no correspondida, la excitación, sumisión y tensión del momento. Se pregunto cómo sería posible que su cabeza le diera esas emociones ante esas situaciones, nunca antes había sentido algo así, ya sea con su vecino o con el hombre del autobús. ¿Qué podía explicar ese cambio en su actitud? Tal vez todo el estrés debido a los cambios y dificultades económicas que su familia estaba pasando podría ser factor, capaz que era la manera que su cuerpo tenia para lidiar con el estrés adicional era avasallándola con emociones mas… ¿Placenteras? No, no era placer lo que sentía, era lujuria y morbo. Podía ser también su mente diciéndole que tenía que desconectarse de todos sus problemas y buscar algo… ¿Distinto? Últimamente todo lo que hacia que era estudiar y expresarse artísticamente, lo cual amaba, pero tal vez tenía que salirse de su zona de confort y experimentar cosas nuevas. No sabía que palabras poner para describir la sensación de expectación que sentía ante todo aquello.
     
    Al igual que ayer Michelle sucumbió ante las fantasías que su cabeza proyectaba. Ahora con menos vergüenza y culpa descendió sus dedos en sus partes íntimas y comenzó a estimularse. Recordó la sensación del miembro de su vecino en sus glúteos. El solo pensar que había tenido contacto tan crudo y grosero con su masculinidad de forma tan inesperada solo ayudo a echar más leña al fuego. ¿Por qué le atraían esas situaciones indebidas? Era como que desde el momento en el que Alberto puso una mano sobre ella que comenzó a sentir cierta tensión, cierta energía. Sabía que Alberto como cualquier otro hombre la podía desear sexualmente, pero la idea de sentirse venerada por alguien de su tipo lo hacía mas tabú. Era extraño, no podía explicar que era pero le producía un cosquilleo de cómo quien hace algo indebido. Sentirse acechada y deseada por un hombre mayor le producía una emoción intoxicante.
     
    No le llevo demasiado tiempo alcanzar un clímax y si bien a medida que los efectos se iban disipando la fantasía se seguía manteniendo. Igual reflexiono que una cosa era la fantasía y otra mucho mas diferente seria hacerlo en la realidad, hacer esto último sería impensable para ella. Al final entre idas y vueltas cayó en un profundo sueño.
     
    Los siguientes dos días transcurrieron con normalidad. Michelle aun conservando cierto pudor por lo que había pasado anteriormente se mostraba mas esquiva frente a Alberto que intentaba generar conversación cuando se cruzaban. De esta forma Alberto recibía como respuesta a sus avances monosílabos y contestaciones educadas.
     
    Él no quería presionarla mucho de todas maneras, sabia por su actitud de que tal vez ella sintiera cierta vergüenza. Era mejor dejar que se relajara y presionar un poco mas en el futuro. Aun así quería mantener el momento, decidió que en uno de estos días la invitaría a su jardín, ella era muy buena e inocente y seguramente con un poco de insistencia aceptaría la invitación de un pobre viejo. Tenía tiempo.
     

     
    Un resonante bostezo y posteriores sonidos guturales inundaron la habitación mientras el viejo Alberto se desperezaba en orden para empezar su día. Miro el reloj en su mesa de luz que marcaba las 9am, eso indicaba que había dormido mas de lo habitual. No se culpaba por no cumplir su horario normal ese día, en los últimos días le había costado conciliar el sueño con todas sus imágenes y fantasías sobre su vecina. Solo luego de masturbarse dos veces logro relajarse y conciliar el sueño.
     
    Luego de vestirse y desayunar se pregunto como podía proceder su jornada. Michelle ocupaba una gran parte de sus pensamientos, hace mucho tiempo que no se sentía tan vivo y entusiasmado por algo, se sentía varios años mas joven. En vista de que era muy tarde para cruzarse con ella cuando iba rumbo a la universidad eligió por seguir con su día como lo hacía siempre.
     
    Alrededor de las cuatro de la tarde se dispuso a trabajar en su jardín frontal a la espera de su vecina favorita. Aquel día primaveral estaba un poco ventoso y él estaba un poco nervioso y expectante, quería verla de nuevo y con suerte pasar más tiempo con ella. Esperaba ansioso su llegada y quería invitarla al jardín trasero de su casa para mostrárselo en toda su gloria y por supuesto… hacer mas avances en ella. No tuvo que esperar mucho ya que media hora mas tarde visualizo a media manzana a su objetivo.
     
    Para Michelle había sido un día productivo en la universidad y se sentía contenta, horas de trabajo retratando distintos objetos en su clase de dibujo le habían despejado la cabeza, ademas después de la uni terminó yendo al gym y llevaba un atuendo con mallas para sentirse cómoda y camino a su casa iba pensando en artistas del arte nouveau como Rennie hasta que al mirar a la distancia, una cuadra por delante, vio a su vecino sentado trabajando en sus plantas.
     
    Enseguida sintió como su corazón se aceleraba, afortunadamente esa mañana no se había cruzado con él, pero ahora no tenia salida, todavía sentía un poco vergüenza por lo que había pasado dos días antes. Tomo aire y coraje y se dijo a si misma que esto no era la gran cosa, solo tenía que pasar caminando y saludarlo, como había hecho antes, no había que escalar la situación ni nada por el estilo.
     
    El viejo en tanto espero que ella estuviera al alcance, espero a escuchar los pasos a la cercanía y levanto su mirada para saludarla con una cara picara.
     
    —Buenas tardes vecina ¿Cómo andás?
     
    —Buenas tardes Alberto. —Ella por su parte apenas lo miro y siguió caminando sin siquiera detenerse para contestar la pregunta.
     
    Esta vez Alberto decidió insistir un poco mas ante la actitud evasiva, le comento rápidamente.
     
    —Hey pará —Eso hizo que Michelle se detuviera y girara su cabeza para atrás, daba la sensación de estar apurada—. Te quería preguntar si querías venir a ver el jardín ahora que hay mucha luz —Agrego el hombre, poniéndose de pie.
     
    —Ehmm… Estoy un poco ocupada tengo varias cosas para hacer para la uni… —Respondió sonando poco convincente, girando sobre sus talones para enfrentar a su vecino. Estaba colorada.
     
    —Daaale, va a ser rápido, además ¿No te iba a servir para tu trabajo sacarle fotos a las flores ahora que hay buena luz? —Preguntó como para darle razones para que viniera— Además todavía no te mostré la cámara que me tenés que enseñar a usar ¿Eh? —Y le dio un guiño.
     
    Una sensación de expectativa y excitación invadieron el cuerpo de Michelle. Ahí estaba frente a una invitación a lo que no correspondía, a lo indebido, a lo morboso. Sabía muy bien por lo que había sucedido que ese hombre la deseaba y que aceptar su invitación la haría participe de un juego de persecución donde ella era el premio. Aunque le costara admitirlo y como descubrió en los últimos días, ser parte de ese juego la excitaba. La idea ser el objetivo y que estos hombres trataran de doblegarla, invadirla e intentar hacer lo que quisieran con ella la excitaba en gran medida. Le provocaba la idea de que este hombre mayor inventara cualquier excusa para pasar tiempo con ella, todo en un esfuerzo para intentar seducirla aunque estuviera fuera de su liga. El contraste entre juventud y vejez, el ser el objeto preciado, la noción de poner al alcance del viejo su  propia fertilidad y hermosura. Sus fantasías de los días anteriores volvieron a su cabeza.
     
    Se humedeció en solo pensar en todo aquello. Aunque de todas formas al final no necesariamente tenía que pasar algo, podía simplemente disfrutar del juego de la provocación. Se auto convenció dándole la razón al viejo, ya que si iba podría sacar las fotos que necesitaba para sus proyectos universitarios.
     
    —Bueno esta bien, pero vamos rápido que después tengo cosas que hacer —Dio a torcer la joven.

    CONTINUARÁ…

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