Confesiones de mujeres calientes

Confesiones calientes – Mi aventura con Andrea

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Confesiones calientes – Andrea la mesera de la pizzeria

Les contare una de mis confesiones mas calientes.Mis amigos y yo frecuentamos mucho una pizzeria cercana a mi casa. Somos clientes fieles desde hace varios años porqué es un lugar agradable, barato y la comida es bastante buena. Pero hace unas semanas, había una razón extra para visitar el lugar: una nueva mesera que trabajaba el turno de las noches. ¿Su nombre? Andrea. Una tía que recién se había mudado a la ciudad y que trabajaba en el lugar como una forma de obtener dinero para sus estudios.

Andrea venía del sur del país. Allá, lo característico es el calor. Y en Andrea se notaba. Era de baja estatura, algo rellenita pero muy bien bronceada. Tenía cabello castaño con mechas rubias y cumplía con una de las características típicas de las mujeres del sur: unos melones enormes y unas nalgas que le hacían justicia al uniforme de falda blanca que le hacían ponerse para trabajar.

No era una belleza pero con ese cuerpo podía conseguir lo que ella quisiera. Cada vez que íbamos al restaurante, mis amigos y yo tratábamos de ver quien podía llamar su atención cada vez que se acercaba a pedir nuestra orden, me propuse que iba a ser yo y que iba a tener mi aventura con Andrea antes que todos mis amigos.
Acá entre nos, como era yo el que vivía cerca de su casa, me las ingeniaba para ir más seguido al restaurante los días en que no estaban mis amigos. Ni me gusta tanto la pizza, pero lo hacía solo para poder ver esas nalgas y ese escote de cerca. Además, Andrea era muy agradable, te hacía reír bastante y tenía una conversación bastante llevadera.
En uno de esos días, comencé a notar que ella sentía cierta atracción por mi. Me insinuaba alguna que otra cosa sexual y yo le seguía el juego. De vez en cuando, cuando me despedía de ella me acercaba lo suficiente para sentir sus tetas cerca de mi y alguna que otra vez le di una nalgada en forma amistosa. Así comenzó mi aventura con Andrea.

Cada vez que íbamos al restaurante, mis amigos y yo tratábamos de ver quien podía llamar su atención cada vez que se acercaba a pedir nuestra orden.

Cierto día fui a la pizzeria y estaba un poco desanimado por cuestiones del trabajo. Como siempre, ella me atendió y pidió mi orden, y se dio cuenta de mi estado de ánimo. Me hizo la plática, trató de animarme y al ver que no funcionaba, me susurró en el oído: “Sé como animarte. Nos vemos en el baño en cinco minutos.” supe en ese momento que tendría mi aventura con ella.
No sabía que esperar, pero su actitud picante me daba alguna idea. La esperé en el baño y de repente llegó, algo agitada.
-¿Quieres que te anime? Me dijo, con voz bajita. Como no sabía exactamente que era lo que pasaba, solo asentí con la cabeza.
-Bueno, entremos a ese baño, me dijo, y señaló el baño de la esquina. Fuimos para allá y era claro lo que iba a pasar. Yo, obviamente, estaba más que dispuesto a cogérmela, después de haber fantaseado tantas veces con su tremendo culote, no iba a dejar pasar la oportunidad de tener mi aventura con ella.
-Sácate la verga. Me ordenó. Me bajé los pantalones rápidamente.
-¿Sabes? Siempre he soñado con comértela toda. Me dijo. Resulto ser más caliente de lo que yo creía. Me empezó a mamar la verga riquísimo. Se la comía toda y a ratos parecía que se iba a ahogar, pero se notaba que sabía bien lo que hacía. Me la mamaba y luego me masturbaba despacito. Alternando entre ambos, nunca en mi vida me había sentido tan excitado. La agarré de la nuca y empuje toda su cabeza contra mi verga. Podía sentir su lengua pasando por encima de todo el tronco de mi pene y el glande. Cuando se la sacaba, le daba de besitos a la puntita. Tenía la verga empapada.
Le dije que se pusiera de pie y de espaldas. Rápidamente le alcé su faldita color blanco del trabajo.
–Me encanta tu culo. Le dije.
-¿Sí? ¿Quieres cogerme el culo? Me contestó. Sin responder, le baje su calzón color rosa, y primero, con mi verga, comencé a masajear su conchita por fuera, despacito.
-¿Te gusta? ¿Quieres que te la meta toda?
-¡Sí! Gritó ella. Gritó tan fuerte que pensé que nos iban a escuchar en todo el restaurante, y mi aventura terminaría en ese momento, pero no nadie se dio por enterado…

Se la comía toda y a ratos parecía que se iba a ahogar, pero se notaba que sabía bien lo que hacía.

Le comencé a meter mis 25 cm. de verga dentro de su conchita. La tenía tan mojadita que mi verga se deslizaba sin ningún esfuerzo. La agarré de las nalgas y la cogí de perrito con una intensidad como nunca antes lo había hecho. Mientras se la metía le agarré sus enormes tetas, y sentí sus pezones paraditos. Unos pezones rosas, riquísimos. Había poco espacio en el baño pero aún así me la estaba cogiendo riquísimo.

Andrea tenía una forma de mover las caderas mientras te la cogías que sentí una excitación altísima. No sabía en que momento me iba a venir, pero sabía que iba a ser pronto.
No me pude resistir a la tentación y decidí probar algo nuevo: metérsela por el ano.
-¿Y si te la meto por el culito? Le dije. Andrea la pensó y contestó, como indecisa.
-Bueno, pero ten cuidado.
Antes de penetrarla con mi verga, empecé a meter mi dedito en su ano. Se empezó a dilatar rápidamente. Metí dos y hasta tres dedos. Cuando ya estaba lo suficientemente abierto, le metí mi verga. No tuve contemplación de que tan lento se la metía: la inserté de una sola embestida en su ano.
Andrea gemía de una forma deliciosa mientras la penetraba. Su ano seguía algo apretadito pero eso solo aumentaba mi excitación: Estaba a punto de venirme.
-¿Quieres que me venga adentro de tu culito?
-¡Ah! ¡Sí! ¡Sí! Me respondió. Deje mi pito adentro de su culito, la penetré unas dos veces más y en un santiamén, una descarga enorme de mi leche cayo adentro de su ano. Saqué mi verga y pude ver como chorreaba con mi semen.
Le dije a Andrea que me la siguiera jalando un rato.
-¿Y? ¿Ya te sientes mejor? Me dijo. Asentí con la cabeza.
-Me alegro. Dejó de jalarme la verga, se agachó y me dio un último besito en la puntita. Se subió su calzón, se puso su faldita y salió del restaurante.
Es, hasta la fecha, el mejor sexo que he tenido en mi vida.

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